Estilos de vida y
alimentación
Desde siempre se ha sabido que
una adecuada alimentación es muy
importante para la salud y el
normal funcionamiento del
cuerpo. A la hora de hacer la
compra la salud es uno de los
principales motivos que tienen
en cuenta los miembros de las
sociedades desarrolladas para la
elección de los alimentos. Pero
en el trabajo campo que hemos
realizado sobre el consumo de
alimentos funcionales se detecta
un aspecto nuevo en la elección
de productos alimenticios: los
alimentos tienen que ayudar a
envejecer con calidad de vida,
es decir, vivir más años y con
mayor calidad de vida. El gusto
de los consumidores está siendo
modificado lentamente y
orientando hacia un consumo de
alimentos que se rija por los
principios de una dieta óptima.
ABSTRACT
It has always been recognised
that appropriate nutrition is
vital for health and the normal
functioning of the body. When
shopping, people of developed
countries bear in mind health as
one of the most important
motives for food choice. However,
our field work on the
consumption of functional foods,
we detected a new aspect in the
choice of nourishing products:
food must help the consumer to
age with quality of life –that
is to say, to live longer and
healthier. The preferences of
consumers are slowly being
changed, moving towards food
consumption ruled by the
principles of the optimal diet.
|
|
El valor que más aprecian los miembros de las
sociedades desarrolladas es la salud física y mental
del cuerpo. Si en otras épocas tenían prioridad los
valores espirituales, hoy los son los del cuerpo.
Una de las grandes aspiraciones de los miembros de
nuestra sociedad es evitar el declive físico y
psíquico. Uno de sus valores prioritarios es
aumentar el bienestar cognitivo, evitar la demencia,
y disfrutar de salud durante el mayor tiempo posible
a pesar de los achaques corporales. Y una manera
efectiva de conseguir estos objetivos es a través de
unos hábitos alimentarios saludables. En la sociedad
del bienestar la gente es cada vez más consciente de
que uno de los factores más importantes que pueden
influir en su estado de salud es la dieta. Las
estadísticas actuales indican que la salud es una
preocupación de primer orden en las sociedades
desarrolladas. Existe un interés creciente por la
nutrición y los hábitos alimentarios saludables, y a
la hora de hacer la compra la salud es uno de los
principales motivos que se tienen en cuenta para la
elección de los alimentos. Aumenta el consumo de
alimentos que se consideran sanos y saludables.
La preocupación por una alimentación sana ha sido
una constante en toda la historia de la humanidad.
Desde siempre la gente ha sabido que una buena
alimentación es importante para su vida ya que
incide de forma directa en el mantenimiento y
recuperación de la salud. Son muchos los aspectos
que inciden en la compra y elección de alimentos que
hacen las personas. Pero en las entrevistas
semiestrucuturadas y la encuesta que nosotros hemos
realizado sobre hábitos alimentarios, la salud
-junto al costo, el sabor, la conveniencia, etc.- es
determinante. Hemos detectado que la población está
empezando a asumir el ideal de la "balanced and
variet diet" en la que se quiere educar a los
miembros de la sociedad de consumo. Los últimos
estudios acerca de los hábitos alimentarios parecen
concluir de manera parecida: existe, efectivamente,
una tendencia a alimentarse de manera más saludable.
Pero en el trabajo campo que nosotros hemos
realizado sobre el consumo de alimentos funcionales
o enriquecidos se detecta un aspecto nuevo en la
elección de productos alimenticios: los alimentos
tienen que ayudar a envejecer con calidad de vida,
es decir, vivir más años de vida y dar más vida a
los años. Se siguen comprando alimentos saludables,
agradables, placenteros, adaptados a las necesidades
individuales pero sobre todo que aporten beneficios
extra para la salud. Los alimentos de una dieta
moderada en el tamaño de las raciones, variada en el
grupo de alimentos y equilibrada en la cantidad de
todos y cada uno de los nutrientes que necesita el
cuerpo no solamente deben proporcionar la energía y
los nutrientes que necesita el cuerpo sino que
además deben tener poder preventivo y curativo. Sin
apenas darnos cuenta, los miembros de la sociedad
desarrollada estamos pasando de los hábitos
alimentarios a los dietéticos, de la compra
y el consumo de alimentos al de nutrientes,
de la preocupación por una comida sana al nutricionismo,
y del ideal de una dieta saludable al de una dieta
óptima (Wiley 2006: 175; Ayora 2007: 90; Pollan
2008: 35; Aubert 2008: 92; Heinrich y Prieto 2008:
255).
El gusto de los consumidores se está modificando
lentamente al ser orientado hacia el consumo de
alimentos que propicien un estilo de vida de mayor
calidad. La incorporación de nuevos alimentos a la
cesta de la compra responde no solamente a un estilo
de vida que apremia sino también a un nuevo enfoque
social y cultural de la alimentación. Es un proceso
de cambio lento pero irreversible y el reto consiste
en crear nuevas representaciones que orienten el
comportamiento alimentario de los ciudadanos. De
nada sirve la crítica de los cambios que se están
produciendo si al mismo tiempo no se hacen
propuestas efectivas y realistas. Éstas ayudarán a
definir un plan de acciones futuras en el campo de
la alimentación con el fin de mejorar el estado
nutricional de la población mediante la inculcación
en los consumidores de unos hábitos alimentarios
adecuados. Para conseguirlo hay que conocer los nuevosfactores
culturales que están produciendo cambios
sustanciales en los hábitos alimentarios y
propiciando la emergencia de una nueva cultura de la
alimentación. Uno de los más determinantes es el
nuevo estilo de vida que paulatinamente están
aceptando los miembros de las sociedades avanzadas.
Hábitos alimentarios y estilo de vida
La categoría de "hábito alimentario" ha sido un
concepto clásico en Antropología de la alimentación.
Fue introducido y usado por pioneros como Richard,
Guthe, Mead, Passin, Bennett, Douglas, etcétera, que
los conciben como formas de comportamiento
alimentario profundamente arraigadas en la formas de
vida de los miembros de una cultura. Se sirven de
este concepto para describir y comprender los modos
de comportamiento rutinario y espontáneo que guían
la elección de los alimentos que diariamente
consumen los miembros de un grupo social y que, por
tanto, conforman sus costumbres alimenticias. Sus
análisis e interpretaciones fueron sumamente útiles
porque en una época en la que se empezaban a
consolidar nuevos hábitos alimentarios surgidos de
la industrialización alimentaria, permitieron
diseñar recomendaciones nutricionales saludables
para la población. Y sobre todo fueron aportaciones
relevantes porque pusieron de manifiesto la
importancia de los factores socioculturales. Se
empezó a reconocer que los hábitos alimentarios
forman parte esencial de la cultura de un pueblo (Messer
1989: 33; Garrote 2002: 5; Contreras y Gracia 2005:
406).
Los hábitos alimentarios se pueden describir como
patrones rutinarios de consumo alimentario. Son
tendencias a elegir y consumir unos determinados
alimentos y a excluir otros. Comprende un conjunto
de habilidades que desempeñan el papel de mecanismos
de decisión los cuales organizan y orientan la
conducta ordinaria y por consiguiente nuestro
comportamiento alimentario: lo que comemos y el modo
como lo comemos, es decir, el consumo cotidiano de
alimentos. En este ámbito han sido definidos como
"línea de conducta por la que se seleccionan,
utilizan y consumen el conjunto de productos
alimenticios presentes en las dietas consumidas por
un grupo de población" (Bello Gutiérrez 2005: 5).
Son la base de un tipo de comportamiento alimentario
en el que se combinan creativamente los rasgos
genéticos y culturales, un modo de comportamiento en
el que convergen los motivos biológicos, sociales y
afectivos en una síntesis unitaria. Engloban un
conjunto de reglas de conducta de carácter rutinario
que rigen el comportamiento alimentario y cuyo
conocimiento nos ayuda a entender qué comemos y por
qué comemos lo que comemos.
Una de las características fundamentales de los
hábitos alimentarios es su estabilidad, es decir, su
resistencia al cambio. La mayoría de los hábitos
alimentarios del adulto son costumbres que se han
formado muchos años antes, motivo por el que son
difíciles de cambiar. Está demostrado que aunque se
produzcan cambios en las actitudes e intenciones no
por ello se cambian. La resistencia es más fuerte en
las sociedades opulentas de Occidente, en las que se
exalta la autonomía y la libertad individual. Los
conceptos de independencia y autonomía personal
inexorablemente están unidos al de actividades de la
vida diaria. Pero los hábitos alimentarios no son
inmutables ya que son también esquemas de
comportamiento modificables, abiertos al cambio a
través de todas las potencialidades que ofrece la
vida cotidiana. El contexto social es determinante
en la medida que puede desencadenar una evolución
notable en los hábitos alimentarios de los
ciudadanos (Delormier et alii 2009: 218;
Sebastián 2009: 285). Pues bien, para conjugar la
dimensión individual y social en la comprensión del
cambio que se esta produciendo en los hábitos
alimentarios nos serviremos de la categoría de
estilo de vida. Orienta las prácticas cotidianas en
diferentes esferas de la vida entre las que cabe
destacar la del consumo. En este ámbito genera un
orden simbólico que vehicula las decisiones de las
personas en la elección, compra y consumo de bienes.
En el consumo de alimentos es una categoría fértil
porque permite articular la esfera pública y la
privada, entender como las personas dentro de los
cauces que le ofrece la sociedad mantienen su propia
identidad en su conducta alimentaria. Ello es válido
en la sociedad moderna que se caracteriza por una
tendencia a la individualización en las decisiones
sobre lo que se come posibilitada por la capacidad
de adquirir y también elegir entre la cantidad de
alimentos disponibles y, en consecuencia, la
posibilidad de tomar decisiones de acuerdo con el
propio estilo de vida (Simmel 2001: 147; Douglas e
Isherwood 1979: 38; Featherstone: 2000, 142;
Contreras y Gracia 2008: 186).
El estilo de vida se puede describir como una serie
de pautas de conducta seguidas por un grupo
razonable de personas que coinciden en su forma de
vivir, gastar su dinero, emplear su tiempo libre,
etc. Es un modo de vida basado en un conjunto
específico de patrones de comportamiento que
estructuran la organización temporal, el sistema
social de relaciones y las pautas de consumo de un
grupo distintivo de individuos. Refiere a un modo de
ser personal basado y propiciado por un entorno
sociocultural concreto en constante proceso de
transformación originado por la acción consciente de
los miembros que lo integran. La estructura de un
estilo de vida se resuelve en un conjunto de
prácticas, hábitos, valores, actitudes, tendencias,
consumos, formas vitales, etc. Se puede describir
como una forma original individualizada en el modo
como cada persona vive la vida cotidiana, la
específica manera acatar las normas de su grupo,
clase y sociedad global a la que pertenecen. Ha sido
definido como "un conjunto de prácticas mas o menos
integrado que un individuo adopta no solo porque
satisfacen necesidades utilitarias, sino porque dan
forma material a una crónica concreta de la
identidad del yo" (Giddens 1991: 81; Ruiz 1994: 200;
Rodríguez y Agulló 1999: 250; Chaney 2003: 147;
Soldevilla 2009: 20). Es un modo de conducta
unitario en la medida que relaciona los deseos y las
opciones en un modelo más o menos ordenado. Posee la
capacidad de estructurar y organizar en gran parte
la actividad cotidiana de los miembros de un grupo
social. Es una especie de norma aceptada por el
grupo pero siempre interpretada por el sujeto que
permite, prohíbe o estimula el consumo de ciertos
bienes y servicios. Los estilos de vida son formas
pautadas de investir de valor social y simbólico a
ciertos aspectos de la vida diaria, y que duda cabe
que entre esos aspectos hay que incluir la comida.
Posee muchos estratos y múltiples expresiones entre
las que cabe destacar la elección y consumo de
alimentos que realizan las personas. La comida es
una parte importante del estilo de vida y por
consiguiente una categoría que también permite
entender y anticipar la conducta alimentaria.
Influye de manera directa en la forma de comer, en
lo que se come y en el significado que tiene la
comida (Holzman 2006: 371; Reid et alii 2001:
61; Mardomingo 2000: 103). Es fértil, por tanto,
estudiar los nuevos estilos de vida como guía para
comprender los hábitos alimentarios actuales y,
sobre todo, para poder detectar los cambios que se
están produciendo en los gustos y preferencias
alimentarias.
La eterna juventud
Los patrones de conducta alimentaria seguidos por un
individuo o una colectividad están basados
fundamentalmente en el estilo de vida. La
configuración de un estilo depende de cómo se es, la
forma de pensar, sentir y actuar, las condiciones de
vida y factores socioculturales de la sociedad en la
que se vive, el entorno cotidiano dónde se actúa y
trabaja, el territorio en el que se vive, etc. Es la
interacción de esos múltiples aspectos lo que hace
que este modo de comportamiento individualizado esté
sometido a un constante proceso de transformación y
reinterpretación. En efecto, los estilos de vida de
una sociedad se transforman y son recreados
constantemente por los miembros que lo ejercen. En
el presente uno de los aspectos determinantes en el
tránsito hacia la configuración del nuevo estilo de
vida de la moderna sociedad individualista sigue
siendo la concepción del cuerpo. Lo novedoso es que
el cuidado del cuerpo se ha convertido en una
obsesión que, progresivamente, ha ido descendiendo
desde las clases privilegiadas hasta la gente
corriente.
Se está consolidando una nueva forma de concebir el
cuerpo, una nueva manera de entender el ciclo vital
y como consecuencia un nuevo estilo de vida. Emerge
la idea de que es posible conseguir un cuerpo
inmortal. Se empieza a pensar que en un futuro no
muy lejano los avances científicos pueden hacer real
el ansia de inmortalidad. En las sociedades
avanzadas se percibe la inmortalidad como una utopía
realizable. La sociología de la eternidad
-prolongación ilimitada de la vida- es un espacio de
investigación que conecta directamente con el
estudio de la longevidad. Se plantea como un nuevo
estilo de vida que no solamente tiene como objetivo
ser feliz ahora sino indefinidamente pues de lo
contrario no tendría ningún sentido prolongar la
vida. Se ha debilitado la creencia en la otra vida y
la felicidad consiste en vivir eternamente. Todo
esto suena a ciencia ficción, a un escenario de
futuro inventado por mentes calenturientas, pero ya
se están dando los primeros pasos para alcanzar este
objetivo. Y uno de ellos es llevar una dieta óptima
que nos ayude a vivir más y mejor y en el futuro
conseguir la eterna juventud. "La alarmante
proliferación de patologías asociadas a la vida
moderna, como son el estrés, los nuevos tipos de
cáncer o las enfermedades cardiovasculares, así como
las efectivas campañas de marketing de algunas
compañías farmacéuticas y del ramo de la
alimentación, han sido, en gran parte, las
responsables de la inquietud de las últimas décadas
por encontrar la milagrosa fórmula de la eterna
juventud" (Kohan 2007: 58).
En las sociedades ricas estamos pasando de la
preocupación por la belleza y la delgadez corporal a
la obsesión por el antienvejecimiento y la juventud
eterna, a optimizar y mantener la vitalidad y a
estar en forma, a mantener el bienestar en la medida
de lo humanamente posible. "La lucha contra el
envejecimiento en el ideario colectivo se basa en
evitar las características negativas asociadas con
el envejecer y que se manifiestan externamente. La
imagen positiva de la juventud en la sociedad, se
manifiesta en el cuerpo y en el aspecto físico. Lo
que se aleje de la imagen joven es rechazado
consciente o inconscientemente por la población que
desea en su mayoría adscribirse a la imagen de la
juventud" (Moragas 2007: 35). Se mantiene el ideal
de la belleza corporal aunque empezamos a rechazar
la tiranía del aspecto físico y a denunciar las
terribles consecuencias que origina la obsesión por
la belleza. Pero se está empezando a sublimar en
forma de eterna juventud. Y es que el culto a la
belleza era en el fondo una forma sutil de rehuir la
evidencia de la muerte, una manera de seguir
aspirando y manteniendo el ansia de inmortalidad que
siempre ha constituido una idea directriz de la
especie humana. "En el fondo nuestro culto a la
belleza no es más que una forma de reprimir la
evidencia y la existencia de la muerte. El deseo
desesperado de retener la propia juventud no procede
sino del deseo del evitar el duelo de un adiós.
Podemos decir, por otra parte, que la juventud se ha
convertido en el becerro de oro de nuestra cultura
individualista y secularizada, una cultura que niega
la otra vida, teme a la muerte" (Renz 2007: 345-6;
Zuazo 2008: 3). El ideal de nuestra sociedad es
morir con un cuerpo totalmente sano hasta que se
consiga la inmortalidad corporal. La idea que late
en el ambiente es el ansia universal de
inmortalidad. Empieza a calar la idea de que si de
hecho el "deterioro" del cuerpo es un problema y si
la tecnociencia permite realizar reparaciones y
sustituciones de todo tipo, podemos aspirar a tener
cuerpos que vivan indefinidamente y cerebros que
estén en condiciones de aprender ilimitadamente. "No
hemos alcanzado la inmortalidad, eso es verdad, pero
soñamos con ella. Literalmente la gente quiere vivir
eternamente y por primera vez en la historia incluso
se hace ilusiones al respecto" (Arsuaga 2007: 50;
Amato 2007: 78; Napal 2007: 161-62; Attali 2006: 25;
Soria y Toharia 2007: 148; Sánchez Vera 2008: 286).
En los medios de comunicación se divulga la idea de
la inmortalidad. Se recuerda que muchos físicos
famosos afirmaron que era imposible volar, y que
también insignes biólogos defendieron la
imposibilidad de la clonación, pero nos recuerdan
como los avances de la ciencia han demostrado la
falsedad de esas predicciones. Esto se aplica al
tema de la muerte humana y ya se habla de la falacia
de que existe un límite biológico para la vida. "No
estamos programados para morir. La vida no termina
porque un gen albergue el secreto para interrumpirla
en un momento dado. En realidad no está escrito que
debamos morir. La vida es mantenimiento de un
equilibrio entre las agresiones celulares y la
capacidad regenerativa de las mismas células. Cuando
las agresiones son superiores a la capacidad
regeneradora, se produce el envejecimiento y la
muerte. Mientras que la capacidad de regenerar los
tejidos sea mayor que el impacto de las agresiones
medioambientales, la vida continúa" (Punset 2008:
56). Aprovechando los conocimientos científicos
actuales ya se está aumentando la esperanza de vida
de la población y no se renuncia a conseguir la
eterna juventud. Hoy por hoy se considera un
objetivo muy lejano detener el proceso de
envejecimiento y conseguir la eterna juventud. Sin
embargo se considera un objetivo realista aumentar
considerablemente la longevidad. Así en una
conferencia en la Obra Social de la Caixa, A. de
Grey habló de la posibilidad de vivir mil años.
Estas divulgaciones que aparecen en los medios de
comunicación se basan en las investigaciones y
enigmas que actualmente pretenden resolver
científicos: ¿Hasta cuando podemos vivir? ¿Estamos
realmente condenados a envejecer? ¿Cuáles son los
mecanismos del deterioro de nuestro organismo que
finalmente desemboca en la muerte? ¿Hay algún modo
de retrasar el envejecimiento? ¿Hay alguna fuente de
juventud? ¿Podremos algún día producir el elixir de
la vida? Las preguntas son pertinentes porque hay
bacterias que son inmortales y organismos
pluricelulares que también lo son. Además la línea
germinal de los seres humanos se puede considerar
inmortal en la medida que se perpetúa en los
descendientes a través de la procreación y en el
futuro con la clonación reproductiva. En este
contexto hay que situar el impacto que está teniendo
la denominada biología de la inmortalidad.
Son muchos los científicos que tratan de conocer
cómo actuó la selección natural en los genes, cómo
reparar el diseño del cuerpo para evitar el
envejecimiento, y en un paso posterior conseguir la
inmortalidad. En el estado actual de nuestros
conocimientos los científicos piden prudencia ya que
podrían existir límites a la longevidad máxima del
organismo humano y a la capacidad replicativa de su
ADN. De cualquier manera en Biología no se discute
este axioma: "La inmortalidad biológica no es por
tanto una imposibilidad biológica" (Rose 2009: 51).
Incluso muchos investigadores dan un paso más para
deducir este otro principio: los humanos no estamos
programados para morir. Frente a la amenaza del fin,
hoy por hoy ineludible, hay un grupo de biólogos que
se denominan "inmortalistas" y suscriben la tesis de
Carrell quien afirmó: "The cell is immortal".
Por ello defienden que el envejecimiento es un
problema mecánico y que una regulación adecuada de
nuestra fisiología nos permitiría conseguir la
juventud eterna (Klingler 2007: 30; Newth 2007:
203-4; Kirkwood 2004: 296). Sostienen que la
inmortalidad reside en los genes y no en los cuerpos
que los trasportan y que por tanto el ADN y los
genes inscritos en él son inmortales, que como
personas no tenemos una edad preprogramada para
envejecer, y que la actual situación de
envejecimiento viene condicionada por el nicho al
que nos hemos adaptado, y que actuando sobre los
genes podríamos superar estas limitaciones. El
envejecimiento es un problema degenerativo causado
por daños moleculares y celulares que se pueden
evitar a través de técnicas de Bioingeniería.
Partiendo de estas premisas son muchos los que
piensan que los futuros avances en Ingeniería
Genética abren la posibilidad de acercarse
progresivamente a ese viejo anhelo de la especie
humana de luchar por la eterna juventud. La muerte
no tiene que ser nuestro inevitable destino. Para
evitarlo habrá que comenzar eliminando la barrera
que en el presente supone el envejecimiento del que
hasta ahora ningún mortal puede escapar.
La lucha contra el envejecimiento
Desde un punto de vista demográfico el sector de
población mundial que mayor crecimiento va a tener
es el de las personas mayores de 60 años. Se calcula
que en las sociedades de los países en desarrollo el
envejecimiento va a ser muy acusado pero también en
los países ricos. En España la proporción de
personas mayores se ha duplicado. El estudio de esta
tendencia muestra una doble faz. De una parte se
considera que el aumento de la esperanza de vida de
las personas de cualquier país es un signo de
progreso y un avance social. Y para las personas un
motivo de satisfacción y alegría de haber podido
alcanzar una edad avanzada. En las sociedades
desarrolladas vejez se asocia con jubilación y se
recomienda vivirla de manera productiva y creativa.
Pero de otra parte el envejecimiento aparece como
una carga tanto para las familias como para el
sistema sociosanitario. En la mayoría de las
personas el envejecimiento es la etapa del ciclo
vital en el que empiezan a notarse las
modificaciones corporales que en forma de achaques y
enfermedades perturban la vitalidad del organismo
humano. El envejecimiento de la población es también
uno de los grandes problemas de la población a nivel
mundial. La OMS nos viene alertando de los
crecientes costos que conlleva el cuidado y
tratamiento de las personas mayores y la necesidad
de estar preparados para afrontar los retos de este
nuevo escenario que se nos avecina (World Health
Organization 2005: 22).
Para afrontar este desafío el primer paso consiste
fijar el concepto de anciano y los rasgos peculiares
que caracterizan a este sector de la población. El
envejecimiento es un proceso que dura durante toda
la vida y conlleva cambios en la estructura y el
funcionamiento del cuerpo, es decir, una
consecuencia natural de haber nacido. Pero para
fijar el momento exacto en el que se puede hablar de
envejecimiento o que una persona sea considerada
mayor son muchos los criterios que se esgrimen:
cronológico, fisiológico, psicológico, filosófico,
etc. (Schramme 2009: 236; García-Sancho 2008: 280).
En cualquier caso se impone la idea de la vejez como
una etapa regresiva en la vida caracterizada por
procesos de degradación orgánica y funcional. Y
según la forma de envejecer se habla de
envejecimiento normalcomo aquél que proceso
que ocurre en la mayoría de las personas; de
envejecimiento patológico cuando se produce
un deterioro acelerado y se reduce la esperanza de
vida; y envejecimiento eugérico cuando es
satisfactorio y se prolonga la vida más de lo
corriente. En el campo de la ciencia no solamente se
aspira a un envejecimiento eugérico sino también a
detenerlo y sobre todo a que impedir que vejez se
asocie con enfermedad
La biogerontología o medicina antiaging es
una disciplina joven pero muy pujante (Gems 2009:
40). Tiene como objetivo último la aplicación de
todos aquellos conocimientos y terapias que permitan
retrasar el deterioro físico y mental asociado con
la vejez. Está en pleno auge y se dedican muchos
esfuerzos para encontrar los mecanismos que regulan
el tiempo de vida de los organismos y así poder
afrontar el reto del envejecimiento. Estas son las
líneas de investigación más relevantes:
- Reducir los achaques de la vejez y evitar el
riesgo de enfermedades crónicas. Hay un periodo en
el que se está pleno de facultades pero a una
determinada edad se empiezan a notar las
dificultades corporales: rápidos aumentos de peso,
sofocos, variaciones de humor, osteoporosis,
problemas sexuales tanto en varones como mujeres,
etcétera. Vejez va unida a enfermedad y se trata de
evitarla para aumentar la calidad de vida de los
mayores. Se pretende completar el ciclo vital
sufriendo las mínimas enfermedades posibles y poder
gozar de la máxima calidad de vida hasta que llegue
la muerte.
- Detener y retrasar para prolongar la vejez de
manera saludable es un objetivo que está al alcance
de nuestras manos, una meta realista. Hoy podemos
constatar que a medida que aumenta la esperanza de
vida se incrementan los achaques un envejecimiento
saludable. El objetivo es conseguir que los ancianos
permanezcan activos y puedan vivir a pleno
rendimiento mientras vivan. En suma: que puedan
vivir una segunda juventud.
- Impedir la vejez para poder mantenerse eternamente
joven. Se sigue investigando para encontrar la
fuente de la juventud pero hoy por hoy esta línea de
investigación es una cosa del futuro -para muchos
discursos de ciencia-ficción-, llena de lagunas e
incertidumbres y que actualmente no tiene
aplicaciones prácticas. Incluso se discute que pueda
ser considerado un valor universal pues muchas
personas manifiestan su rechazo a vivir eternamente.
Para poder conseguir cualquiera de estas metas la
alimentación juega un papel esencial. La nutrición
óptima es el mejor remedio que poseemos en la
actualidad para combatir los achaques y las
enfermedades que conlleva el envejecimiento (Ferry
2008: 90). Se parte de un modelo integrado de salud
entendida como una vida libre de cargas para cuya
consecución la alimentación constituye un factor
esencial. La alimentación es un indicador importante
de la capacidad funcional y la calidad de vida. La
vitalidad corporal y mental depende de lo que uno
come. Se puede afirmar que, en general, las
enfermedades crónicas son debidas a un desequilibrio
dietético. De ahí que consumir alimentos apropiados
mantiene el cuerpo en forma, mejora el estado de
ánimo, refuerza la memoria e incrementa la capacidad
intelectual. Se aspira a conseguir a través de una
dieta óptima el máximo estado de bienestar posible
sin enfermedad física o mental: envejecer con la
mayor calidad de vida posible. Por ello se habla de
la necesidad de seguir los dictados de una dieta
óptima y de la urgencia "de cambiar sus hábitos
alimenticios o modificarlos con la finalidad de
maximizar su salud y longevidad" (Heber y Bowerman
2007: 26). Estos nuevos hábitos alimentarios nos
ayudarán a vivir el proceso de envejecimiento con
optimismo y a mantener una actividad psíquica
estimulante a través del desarrollo de la fitness cerebral.
Nos permitirán aumentar la longevidad hasta cotas
inimaginables y con el tiempo la eterna juventud. No
es de extrañar por tanto que se hable y se pretenda
hacer realidad a nivel individual el mito de la
eterna juventud, presente en todas las culturas,
pero que en la nuestra empiece a aparecer como una
realidad a la que pueden aspirar las mujeres y los
varones de las sociedades ricas: la inmortalidad.
Pero seguimos sin tener los conocimientos las
técnicas necesarias para poder detener para siempre
el reloj biológico. Mientras tanto lo único que
podemos con unos hábitos alimentarios adecuados es
impedir la aparición de muchas de las patologías
asociadas a la vejez y evitar dañar las células de
nuestro organismo. El énfasis se desplaza de la
supervivencia a la longevidad bien llevada, de la
cantidad de vida a la calidad de vida a través de
una dieta apropiada. "La medicina antiaging utiliza
la nutriterapia al diseñar una dieta personalizada,
con los alimentos funcionales y nutracéuticos
precisos para que la persona que recibe el
tratamiento cuente con los nutrientes necesarios
para disfrutar de buena salud" (Bayón y Sánchez
2007: 117; Muntané 2008: 107; Baras 2008: 28).
La dieta antiaging
Son muchos los factores que causan el envejecimiento
pero se considera que uno de los más importantes es
la comida. En esta línea la dieta antiaging aspira
a alargar la edad biológica del individuo por medio
de una nutrición óptima. Pretende prevenir todo tipo
de enfermedades y conseguir una vida sana y de
calidad con una dieta individualizada. Con ella se
pueden evitar los efectos tóxicos de los residuos
del metabolismo que se acumulan en las células
durante la vida siguiendo unos hábitos alimentarios
adecuados. De ahí que para luchar contra el
envejecimiento sea decisivo consumir alimentos que
tengan un efecto protector, ayuden al cuerpo a
luchar contra los radicales libres y funcionen como
manantial de la eterna juventud. Son muchos los
consejos y aspectos que se ponen en juego para
acercarse a este ideal -ejercicio físico, deporte,
eliminación de los riesgos del tabaco y las drogas,
chequeo médico anual, comer y beber con moderación,
evitar el stress, tomarse la existencia con
optimismo, meditación, vida en pareja, familiar y
social activas, etc. -, pero que duda cabe que uno
de los más importantes es el de seguir una dieta
sana, es decir, comer de forma saludable. Para
mantener y conservar la juventud así como para
retrasar el envejecimiento se pueden usar muchos
medios pero el más importante es la alimentación
porque no es efímero ni superficial sino que afecta
a la estructura de nuestro propio cuerpo. Por ello
se inculcan unos hábitos alimentarios que aumenten
las propias fuerzas físicas y mentales y poder tener
una forma de vida conscientemente creativa.
Es cierto que las personas mayores son el segmento
de la población que tiene una mayor preocupación por
unos hábitos alimentarios saludables y a elegir
aquel tipo de alimentos que mejor contribuyan al
incremento de su salud y aumento de la longevidad (Sloan
2009: 25; Swientek 2008: 45). Pero conviene subrayar
que todas estas investigaciones y propuestas se
extrapolan a todas las edades y se recomienda
seguirlas en todas las etapas de la vida y no
solamente en la vejez. Van también dirigidas a todas
las personas sanas que sólo desean favorecer y
mantener su salud. Se les alerta de que la mayoría
de las consecuencias de una dieta repercuten después
de mucho tiempo y por ello aumenta el número de
consumidores que lo tienen en cuenta y eligen
alimentos con nutrientes beneficiosos para su salud.
"Así como en la economía es cada vez más
recomendable crear una reserva, si es posible desde
temprana edad, para llegar al último tramo de la
vida con cierto desahogo porque luego los ingresos
merman, en lo biológico es fundamental que los
buenos hábitos alimentarios acumulen un potencial de
salud, tanto mayor cuanto más temprano la hayamos
iniciado y cuando el proceso natural e inevitable
del envejecimiento comience a mermar funciones, es
decir, salud, lo haga desde una cota más alta, con
un recorrido más largo en el tiempo y mayor calidad
de vida" (Morales Güeto 2007: 4; Cabo Soler 2007:
115). El ideal que ya se promueve para cualquier
persona es comer de forma selectiva en cualquier
edad. Se promueve el vigor y la fuerza del cuerpo a
través del consumo de nutrientes y técnicas
naturales que posean probada capacidad regeneradora
y revitalizadora. La gente empieza a consumir de
manera normal alimentos que piensan que les ayudan a
mejorar la salud, les previenen enfermedades y
retrasan el envejecimiento. En muchas familias
algunos de estos alimentos han entrado a formar
parte de la compra semanal y alimentos funcionales
ya empiezan a integrarse en los patrones culturales
y dietéticos habituales de la población. Hoy por hoy
no hay dudas que el estilo de vida y los hábitos
alimentarios ejercen una influencia directa en la
expectativa de vida del ser humano y en la calidad
de vida de los años que queden por vivir. Siguiendo
esta idea se aboga por una dieta individualizada
porque puede contribuir a aumentar las expectativas
de vivir con calidad y evitar los achaques de la
ancianidad. En este contexto hay que situar todas
las investigaciones que se está realizando sobre los
radicales libres (Ameset alii 1993: 7915).
Muchas teorías científicas intentan explicar el
proceso de envejecimiento y aportar ideas de como
retrasarlo. Una de más conocidas es la teoría de los
radicales libres: potentes tóxicos celulares,
producto de los deshechos de nuestra actividad
metabólica que atacan células y tejidos, a través de
su oxigenación y posterior oxidación (Jordá 2007:
932; Boudan 2008: 37). La mayoría de ellos se
generan en nuestras propias células, puesto que son
productos derivados que se obtienen normalmente al
transformar los alimentos en energía. Según esta
teoría el envejecimiento proviene del daño oxidativo
al organismo a lo largo de la vida. Los alimentos
industriales que consumimos lo incrementan y se
puede hablar de un equilibrio nutricional precario y
amenazado. Parte del daño no es reparado y se
acumula, dando lugar a un funcionamiento celular
incorrecto. Pueden romper hebras de ADN o mezclar
las bases de ADN, de forma que se inserten letras
incorrectas. Pues bien, cuando el cuerpo produce más
radicales libres de los que puede manejar se produce
el envejecimiento y la enfermedad. La mejor manera
de poder evitar su efecto nocivo es llevar una dieta
saludable complementada con el consumo de alimentos
ricos en elementos antioxidantes. Con una
alimentación adecuada se puede activar la producción
de células sanas y la destrucción de las tumorales.
"Recordemos que todos nosotros somos portadores de
micro-tumores que aparecen de manera espontánea por
factores externos: agentes químicos como los
cigarrillos, las radiaciones, los virus... Pero
también actúan factores internos: todos los días,
millones de células de nuestro cuerpo se dividen
para renovarse y, de vez en cuando, durante ese
proceso se producen errores que pueden, en
combinación con cromosomas defectuosos, provocar un
tumor. El organismo bloquea v elimina la mayoría de
los microtumores, pero no está de más ayudarlo.
Ciertos alimentos sirven para esto" (Veronessi 2009:
20; Ferry 2008: 91; Murcia et alii 2007:
103). Para fortalecer el sistema inmune de las
personas y evitar las deficiencias nutricionales se
recomienda un cambio de dieta que contenga alimentos
beneficiosos y que incluya suplementos. Se deben
incluir formas concentradas de nutrientes,
normalmente procedentes de fuentes alimentarias
diversas, a fin de superar los nocivos efectos del
déficit de micronutrientes, la contaminación, la
radiación y los radicales libres generados en el
organismo. De ahí la recomendación de una
alimentación adecuada y un programa inteligente,
moderado y equilibrado de suplementos
multivitamínicos. Algunos suplementos alimenticios
(antioxidantes, vitaminas, ácidos esenciales, et.)
contribuyen a que el organismo destruya las células
malignas.
Es cierto que los expertos en nutrición afirman que
las necesidades nutritivas del cuerpo humano se
pueden cubrir con alimentos naturales elegidos según
una dieta variada y equilibrada. Cuando esto se
consigue los suplementos dietéticos no son
necesarios. Solo cuando la dieta no resulta
suficiente se prescribirá complejos vitamínicos o
minerales para reemplazar el equilibrio interno.
Además los médicos que practican la medicina
antienvejecimiento reconocen cada vez más la
importancia de los alimentos naturales (Giampapa et
alii 2008: 317). Pero también es cierto que se
consolida la tendencia anticipada por el US
Institute of Food Technologists: "Increasing
role of food and food ingredients in self medication
and disease prevention" (Reid et alii 2001:
59; Martín-Moreno y Molinero 2005: 83). También en
nuestro país en el que ya se puede hablar "de una
cierta medicalización de los alimentos, por la que
estos productos no responderían tanto a la necesidad
de quitar el hambre como a la necesidad de mejorar
la salud (Armendáriz 2008: 48). Los suplementos
nutricionales son fuentes concentradas de nutrientes
que sólo persiguen complementar la dieta para añadir
o elevar el consumo de aquellos que se consideran
necesarios para el óptimo funcionamiento de los
tejidos, ya sea porque la dieta que realiza la
persona los aporta escasamente, o porque se
considere que su refuerzo pueda aportar beneficios
adicionales. Se considera testado científicamente
que la administración de suplementos con
macro-nutrientes incrementa la longevidad, pero
empieza a calar en la población que también son
necesarios para una correcta nutrición. Ello explica
que las vitaminas, los oligoelementos, los
antioxidantes ya forman parte del lenguaje corriente
y convirtiendo en palabras mágicas que garantizan
juventud, larga vida, resistencia a las enfermedades
y vitalidad. "Escoja un suplemento multivitamínico y
mineral que posea la cantidad de estos antioxidantes
y consúmalo en cantidades equilibradas junto a una
dieta rica en vegetales, frutas, hierbas y especias
antioxidantes" (Barberá 2008: 20; Challem y Block
2008: 166; Ames 2001: 17; Hubert 2001: 5).
La restricción calórica
La restricción calórica es una línea de
investigación íntimamente relacionada con los
ideales de la dieta antiaging pero
aplicable también a todas las etapas de la vida (Tréton
2008: 65). Consiste en la reducción sustancial y
progresiva del aporte energético sin caer en la
malnutrición. Se considera un tipo de dieta que
ralentiza los cambios por envejecimiento y reduce la
incidencia del cáncer y de otras enfermedades
degenerativas. Diferentes estudios han demostrado
los beneficios que les aporta a los animales.
Limitar la ingesta de calorías supone un aumento de
esperanza de vida en todas las especies estudiadas.
De ahí se ha concluido que una dieta restrictiva
también podría proporcionar a los humanos una vida
más sana y larga. Sin embargo hasta ahora la ciencia
no ha podido todavía constatar que la restricción
calórica sea igualmente efectiva para aumentar la
esperanza de vida de los humanos, ya que es preciso
realizar este tipo de estudios con muchas personas y
durante más tiempo. Pero sí se ha observado que los
que siguen a una dieta hipocalórica tienen niveles
de colesterol más bajos, menor presión arterial y
menor porcentaje de grasa corporal. Además, las
personas que siguen esta dieta tienen una
temperatura corporal más baja, su metabolismo está
ralentizado y presentan niveles más reducidos de
daño cromosómico (alteraciones genéticas
relacionadas con el envejecimiento). Estos factores
podrían indicar que vivirán más años. "Se ha
demostrado que la restricción calórica incrementa la
longevidad. Para que esta restricción sea efectiva,
las calorías de dieta deben estar bastante por
debajo de la cantidad de calorías que puede
proporcionar una dieta ad líbitum. Asimismo
no debe conducir a malnutrición o dietas impropias,
ni limitar el aporte de nutrientes" (Schneider y
Sagan 2008: 331; Witte et alii 2009: 1256;
Williamson et alii 2008: 40; Bergamini et
alii 2007: 69; Presles y Solano 2007: 231).
Las investigaciones actuales no permiten obtener
conclusiones válidas sobre sus posibilidades para
aumentar la duración de la vida. Son muchos los que
piensan que la restricción calórica no se puede
aplicar a los seres humanos ya que no se morirían de
hambre pero tendría efectos secundarios
perjudiciales para la salud física y mental. De
cualquier manera estas investigaciones han
contribuido a demostrar la importancia de la
restricción calórica que indica la necesidad de
reducir el consumo de grasas, hidratos de carbono y
proteínas. Todas estas investigaciones han servido
para alertar a la población de la conveniencia de
ajustar su comida a unos hábitos alimentarios en los
que se reduzcan las raciones y se lleve una dieta
equilibrada de grasas, proteínas, carbohidratos,
vitaminas y minerales. Se piensa que en la
actualidad es el tratamiento más claro que existe
para conseguir ralentizar el proceso de
envejecimiento y extender la esperanza de vida.
Entre las verdaderas claves para vivir más y mejor
se aconseja seguir pautas saludables entre las que
destaca el comer menos siguiendo una dieta
equilibrada basada en unos hábitos alimentarios que
eviten que el cuerpo se oxide. "La tarea es lograr
que muchos, y ojala casi todos, logremos vivir más
del siglo de forma saludable y verdaderamente nos
llegue la muerte por viejos y no por enfermedades
que hoy son en gran medida evitables. Prevenir o
retrasar al máximo las enfermedades crónicas
relacionadas con la nutrición inadecuada y la
inactividad física es la gran tarea de la nutrición
y salud pública en este siglo que iniciamos. El
futuro quizá nos va a permitir prolongar la duración
máxima de la vida de la especie homo sapiens.
Manipulando el aporte energético mientras se
mantiene un aporte suficiente de nutrientes
específicos durante períodos críticos del ciclo
vital, se ha logrado extender la duración de la vida
en un rango de 30-40% en diversas especies
mamíferas, incluyendo los primates no humanos. Esto
se logra con restricciones de energía que llegan a
comprometer la velocidad de crecimiento y desarrollo
pero en un ambiente donde las enfermedades
infecciosas no comprometan la vida misma" (Uauy
2006: XVII).
Conclusión
El creciente interés por seguir una dieta sana para
alcanzar estados óptimos de salud empieza a generar
nuevas tendencias en los hábitos alimentarios y
sobre todo una nueva concepción de la naturaleza y
el significado de los alimentos. El motor de estos
cambios es el nuevo estilo de vida que se está
consolidando en las sociedades desarrolladas. Están
cambiando los gustos de los consumidores debido a la
nueva relación que los comensales establecen con los
alimentos. Es indiscutible que en la sociedad
occidental se está operando una erosión de los
modelos alimentarios tradicionales debido a los
cambios que se están produciendo en la elección de
los alimentos y la consolidación de nuevos estilos
de vida. Están apareciendo nuevas tendencias
mundiales en alimentación orientadas al consumo de
alimentos que no solamente sean seguros y nutritivos
sino que además aporten beneficios para la salud.
Existe amplia evidencia de que actualmente los
patrones alimentarios de la población están
cambiando. La base de esta transformación en el
consumo de alimentos se encuentra en el cambio de
actitud de la población en el concepto de salud y
enfermedad. Punto de referencia para entenderlo han
sido la nueva visión del cuerpo. Y ya que todavía no
es posible tener un cuerpo inmortal por lo menos se
puede aspirar a envejecer de manera saludable. Se
empiezan a conocer los avances científicos que se
están produciendo en la medicina antienvejecimiento
y extrapolar a las personas sanas. Se constata la
aparición de un nuevo estilo de vida en el que los
individuos quieren gestionar la salud según los
ideales de mayor esperanza de vida y de mayor
calidad. Sus decisiones empiezan a estar motivadas
no tanto por el sabor de los productos sino más bien
por preocupaciones de salud, sus elecciones están
marcadas por los beneficios adicionales que les
puedan proporcionar los alimentos. Estamos al
comienzo de una nueva etapa en el campo de la
alimentación en la que además de tener en cuenta la
capacidad de los alimentos para satisfacer nuestra
necesidad nutritiva se prima su potencialidad para
evitar el riesgo de contraer enfermedades y
propiciar estados óptimos de salud: larga vida con
calidad tanto física como mental a pesar de los
achaques que puedan aparecer con la vejez. Se sabe
que en realidad no existen alimentos más o menos
sanos, sino hábitos más o menos saludables. Sin
embargo el consumo de nuevos alimentos está
cambiando nuestros hábitos alimentarios.
Se están produciendo enormes avances en el campo de
la nutrición que no conviene ignorar puesto que
están modificando el sentido que tienen los
alimentos para las personas. Es cierto que estos
cambios no han cambiado sustancialmente el esquema
nutricional y no se han producido cambios
cualitativos en las pautas alimentarias consolidadas
en los últimos cincuenta años. Todavía no consumimos
alimentos sintéticos como carne producida
artificialmente según propuestas recientes. Pero
también es cierto que se ha producido un aumento del
interés por los problemas dietéticos relacionados
con la salud y sobre todo el consumo de los llamados
alimentos sanos y completos y que esta tendencia
está cambiando los hábitos alimentarios de la
población. En todos los modelos para explicar la
elección de los alimentos la salud se considera un
factor fundamental. La historia de la alimentación
nos muestra que ese factor siempre se ha tenido en
cuenta, pero hoy empieza a ser considerado
prioritario y esencial. En este nuevo contexto
empieza a consolidarse un nuevo tipo de relación del
comensal con los alimentos reglada por pautas
hedonistas de consumo. Emerge la idea de una dieta
óptima. No es casualidad, por tanto, que la
producción y publicidad de los nuevos alimentos se
incida mucho en sus propiedades beneficiosas de cara
a la salud. Ya disponemos de alimentos a los que se
añaden minerales y se enriquecen con vitaminas. Hoy
es un segmento limitado de la población quien los
consume pero existen indicios racionales para pensar
que se van a implantar y extender a toda la
población. Se anticipa que van a ganar terreno los
reconstituyentes vitales concentrados presentados
como productos nutritivos que serán aceptados
fácilmente por el consumidor. Se otea en horizonte
una nueva cultura de la alimentación. |