En cuestiones de alimentación y nutrición, los mitos proliferan desde que el mundo es mundo y más en los últimos años gracias a internet. Pero no hay que olvidar que detrás de lo que comemos hay empresas y marcas que nos suministran esos alimentos, y que intentarán por todos los medios, con más o menos sutilidad, influir en nuestro hábitos alimenticios.
Un claro ejemplo es la idea de que abusar del huevo es malo; una premisa que se encargó de difundir a industria del cereal, a la que no le interesaba que los americanos desayunaran huevos fritos todas las mañanas en detrimento de los cereales.
El mito del desayuno
Precisamente el desayuno es una de las comidas más mitificadas. Desde siempre hemos oído aquello del “desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un plebeyo”, que no es más que la expresión metafórica de la idea de que el desayuno es la comida más importante del día.
Sin embargo, aunque hay países y culturas donde acostumbran a desayunar de forma contundente, esto no tiene ninguna base nutricional.
El argumentario para defender su importancia es amplio: desde que nos aporta los nutrientes necesarios que hemos perdido durante la noche para afrontar la jornada, que ayuda al rendimiento intelectual de los niños o que incluso no desayunar puede estar relacionado con la obesidad.
Es curioso como muchos de los informes que defienden la importancia del desayuno como alimento básico del día están elaborados por nutricionistas que trabajan para grandes corporaciones alimentarias. Aunque por fortuna siempre hay investigaciones objetivas que tiran por tierra las afirmaciones de estos estudios sesgados.
Es el caso de la revisión que se publicó en la American Journal of Clinical Nutrition en 2013, que quiso comprobar si efectivamente saltarse el desayuno podía ser causa de sobrepeso. ¿El resultado? Lo esperado: tal correlación no era cierta y se establecía modificando los resultados.
Come a ratos y cena pronto
Pero el desayuno no es lo único mitológico que encontramos en el campo de la nutrición. El control del peso suele ser la razón fundamental que se esconde detrás de muchas de estas creencias. Por ejemplo, más de una vez habrás oído que es mejor comer varias veces al día en pequeñas cantidades que hacer tres comidas más contundentes, para acelerar el metabolismo y así no engordar.
Sin embargo, un estudio publicado en el British Journal of Nutrition llegó a la conclusión de que nuestro cuerpo procesa las calorías igual, tanto si hacemos tres grandes comidas como si hacemos seis o siete pequeñas comidas diarias. Fraccionar tus horarios de comida te ayudará a saciar el apetito, pero poco más.
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Otro mito nutricional muy extendido es que, si cenamos muy tarde o justo antes de acostarnos, las calorías no se queman y por tanto engordamos. Esta afirmación, muy común en algunas dietas, en realidad sirve para evitar las furtivas visitas a la nevera que más de uno hace a altas horas de la noche. Lo que sí es verdad es quequienes padezcan de problemas estomacales, como acidez de estómago, no deberían cenar tarde para tener tiempo de hacer la digestión. Es pues una cuestión de salud.
Lo cierto es que hay tantos mitos sobre la comida y los hábitos alimenticios, que la lista sería interminable. ¿Cuáles conoces tú?