También se conoce, como anotó Néstor Luján en “Historia de la gastronomía”, que el té verde y el té rojo no son dos variedades botánicas distintas, sino que se diferencian únicamente en el tratamiento que reciben las hojas al ser recogidas. El té verde, predilecto de los chinos, está sin fermentar. Es decir, las hojas del té verde proceden de plantas recién cortadas, cocidas al vapor (o al sol) y secadas a temperatura elevada. En cuanto al té negro, se elabora dejando marchitar las hojas.
Sin embargo, tal vez por ser la bebida más consumida del mundo, justo por detrás del agua, y, en ese sentido, por su importancia en la salud pública, han sido muchos los investigadores que han buscado en esta bebida algunas ventajas para la prevención de determinadas patologías. En algunos casos, estos estudios han evaluado el papel del té verde para proteger el corazón, para reducir el colesterol “malo” y su contenido en flavonoides. No obstante, en el ámbito de la salud pública no se puede dar por hecho que un estudio signifique “prueba judicial”. Nos viene ahora a la cabeza una investigación que relacionó el consumo de chocolate con el número de premios Nobel. El resultado fue claro como el agua con la que se elabora el té: los países que tomaban más chocolate (Suiza, Suecia, Dinamarca, et.) tenían un mayor número de premios Nobel que los que tomaban menos chocolate (China, Japón, España, etc.). ¿Significa eso que tomar chocolate nos hace más inteligentes? ¿O es sencillamente una casualidad y no una prueba pericial? Los propios autores del estudio se inclinan por la segunda opción, lógicamente.
Sin embargo, el hecho de ser una bebida milenaria ha llevado a algunas empresas a atribuirle al té verde efectos que no tiene. Por ejemplo, ser un potente “quemagrasas” que tomado en píldoras –leemos en una web– “quema calorías de forma natural (…) y ayuda a librar al metabolismo de las toxinas”. Esto, sin embargo, es un cuento chino, tal y como mostró una impecable revisión Cochrane en diciembre de 2012.
Tanto es así que en internet se han creado foros que denuncian estas prácticas, como “El té chino del Dr. Ming no funciona”, mismo caso de “El té de adelgazamiento del doctor Chang”, que motivó en su día que se desmantelara la empresa “Nutra Life”, que comercializaba “las 11 plantas que hacen adelgazar”, "los beneficios secretos del vinagre”, “las especias de Maggie Drozd” y las “Gotas de Té Verde”, como podrás ver en este interesante artículo que publicaron en el diario “El País” Margot Molina y Álvaro de Cózar hace unos años.
Un reportaje, por cierto, donde valía la pena llegar hasta el final para enterarse de que esta empresa comercializaba también unas “burbujas comegrasas” que permitieron a una chica llamada “Pequeña Buda” (sí, como lees…) perder 28 kilos “gracias a unas pastillas efervescentes”. El truco, según contó a sus amigas, estaba en las burbujas…
Así pues, y en vista de que en internet siguen comercializándose dietas del té verde que te prometen el paraíso con palabras mágicas como “desintoxicante” y “antioxidante” y de que algunas “terapias alternativas” todavía llegan más lejos en su atrevimiento, te recordamos que beber té verde es muy buena idea –sea calentito o bien frío– salvo que una fe desmedida en su consumo te provoque alucinaciones. En ese caso, mejor que bebas agua. O lo que es lo mismo: los experimentos, con gaseosa.