Arritmia cardíaca

Una arritmia es una alteración del ritmo cardiaco. Este se divide en dos fases: diástole, el músculo cardiaco se relaja y la cavidad se llena de sangre, y sístole, el músculo se contrae y expulsa la sangre al torrente circulatorio, manteniendo el flujo sanguíneo y la presión arterial.

Este proceso ocurre de una manera regular y rítmica, al estar gobernado por un sistema eléctrico denominado sistema de excitación y conducción. Cuando se altera ese sistema, aparecen las arritmias o trastornos del ritmo cardiaco.

Existen dos grandes grupos de arritmias, las arritmias lentas o bradiarritmias y las arritmias rápidas o taquiarritmias. También se consideran arritmias los latidos prematuros o extrasístoles. Por su repetición, se pueden dividir en crónicas (permanentes) o paroxísticas (ocasiones puntuales).

Es crucial el correcto diagnóstico del tipo de arritmia que presenta el paciente para establecer el tratamiento más adecuado en cada caso.

En 48 h. la Clínica realiza la valoración completa del paciente y le ofrece un plan de tratamiento personalizado para cada caso.

¿Cuáles son los síntomas de una arritmia cardíaca?

Las palpitaciones y síncopes son los principales síntomas de las arritmias.

Pueden presentarse estos y otros síntomas (mareo, dolor torácico, pérdida de conocimiento…) o bien pasar inadvertidos y solo observarse cuando se realizan pruebas diagnósticas.

Las palpitaciones producen una sensación subjetivamente anormal de los latidos cardiacos, que pueden ser percibidos como latidos fuertes, latidos adelantados, latidos irregulares o latidos taquicárdicos.

Los síncopes son pérdidas de conocimiento debidas a la disminución del flujo cerebral. Aunque gran parte de ellos obedecen a causas distintas a las arritmias, cuando estas provocan un síncope, generalmente obedecen a una causa grave.


¿Cuáles son los síntomas más habituales?

  • Palpitaciones.
  • Mareos.
  • Síncopes.
  • Dolor torácico.
  • Pérdida de conocimiento.
  • ¿Cuáles son los síntomas de una arritmia?

    Las arritmias pueden no causar ningún signo o síntoma.

    Se puede dar el caso de que el médico descubra antes que tú que tienes una arritmia durante un examen de rutina.

    Sin embargo, los signos y síntomas notorios no significan necesariamente que tengas un problema grave.

    Los síntomas dependen de cada paciente y del tipo de arritmia.

    Si tuviéramos que mencionar algunos síntomas frecuentes que se presentan en la arritmia cardíaca serían:

    • Palpitaciones
    • Dolor torácico
    • Falta de aire
    • Pérdida de conocimiento (síncope)

    Otros síntomas pueden incluir los siguientes:

    • Ansiedad.
    • Fatiga.
    • Vahído o mareos.
    • Sudoración.
    • Desmayo (síncope) o casi desmayo.
    • Infección por coronavirus.

    Existen otros factores que pueden causar una arritmia, como son los siguientes:

    • Tabaquismo.
    • Consumo excesivo de alcohol o cafeína.
    • Abuso de drogas.
    • Estrés o ansiedad.
    • Ciertos medicamentos y suplementos.
    • Genética.

¿Tiene alguno de estos síntomas?

¿Cuáles son las causas de la arritmia cardíaca?

Las arritmias se producen por un fallo en el sistema eléctrico del ritmo cardiaco, denominado sistema de excitación y conducción.

Este sistema puede fallar por alguno de estos tres motivos:

  1. Uno de los mecanismos eléctricos falla por falta de generación del impulso eléctrico.
  2. El impulso eléctrico se origina en un sitio erróneo.
  3. Los caminos para la conducción eléctrica están alterados. Se produce un “cortocircuito” en el sistema eléctrico.

¿Qué tipos de arritmias existen?

Las arritmias se clasifican en bradiarritmias (arritmias lentas) y taquiarritmias (arritmias rápidas). 

También se consideran arritmias los latidos prematuros o extrasístoles.

Por su repetición, se pueden dividir en:

  • Crónicas, de carácter permanente.
  • Paroxísticas, si se presentan en ocasiones puntuales.

¿Cómo se diagnostican las arritmias cardíacas?

Cuando el paciente tiene síntomas, el diagnóstico se hace generalmente por medio de electrocardiograma.

El diagnóstico de la mayor parte de las arritmias precisa de dos fases. Una, en la que se descarta la presencia de cardiopatía estructural y, otra, para la caracterización específica del tipo de arritmia.

Una de las herramientas diagnósticas más útiles es el holter o registro electrocardiográfico ambulatorio. Se trata de una exploración incruenta y de realización muy sencilla. Consiste en el registro continuo del electrocardiograma a lo largo de un período prolongado de tiempo, habitualmente de entre 24 ó 48 horas hasta 7 días. Capta los latidos del corazón uno o más días y de esta manera se conoce el tipo y frecuencia de las arritmias.

Respecto a ésta técnica diagnóstica, la Clínica Universidad de Navarra ha sido uno de los nueve centros pioneros en España en la implantación del holter subcutáneo más pequeño, dispositivo indicado para monitorizar a distancia arritmias y otras incidencias cardiacas durante un período de hasta tres años.

Cuando el electrocardiograma no es suficiente, puede ser necesario un estudio electrofisiológico de la conducción intracardiaca mediante catéteres, que se introducen por una vena de la pierna. Así, se puede estudiar el tipo y mecanismo de la arritmia mediante estos electrodos en el corazón.

¿Cómo se tratan las arritmias cardíacas?

Los anticoagulante son sustancias que impiden el proceso de coagulación de la sangre.

Existen determindas arritmias, como la fibrilacion auricular, que tienen riesgo de producir accidentes cerebrovasculares. Este riesgo se puede evitar mediante el uso de los anticoagulantes orales, como el Sintrom®, el más conocido y usado en España.

Este tratamiento requiere controles frecuentes de laboratorio. La prueba más utilizada es el tiempo de protrombina, que permite obtener un parámetro denominado INR. Cada paciente necesita un INR determinado y cada laboratorio ajustará la dosis de Sintrom® para mantener el INR en el rango adecuado. En la actualidad existen nuevos anticoagulantes orales que, a diferencia del Sintrom®, no requieren controles periódicos.

La mayor complicación del tratamiento anticoagulante es la hemorragia, que está en relación con la dosis del fármaco y la edad del paciente (mayores de 75 años).