Cáncer de hígado

 
  • Qué es

    El cáncer de hígado es una enfermedad por la cual se forman células malignas o cancerosas en los tejidos del hígado. El cáncer de hígado puede o bien originarse en el hígado (cáncer hepático primario) o comenzar en otro lugar y posteriormente extenderse a este órgano (cáncer de hígado metastásico).

    El hígado es el órgano de mayor tamaño dentro del cuerpo y entre sus funciones más importantes se encuentran las siguientes:

    • Filtrar sustancias dañinas en la sangre para que puedan ser transportadas desde el cuerpo hasta la materia fecal y la orina.
       
    • Producir bilis para ayudar a la digestión de las grasas de los alimentos.
       
    • Almacenar el azúcar que el cuerpo usa para obtener energía.

    Causas

    Entre los principales factores de riesgo de este tipo de cáncer destacan la hepatitis B y la hepatitis C, el consumo de grandes cantidades de alcohol, padecer cirrosis, hemocromatosis, obesidad o diabetes. Sin embargo, solo se entiende parcialmente la manera exacta en que estos factores pueden influir en que las células normales se vuelvan cancerosas.

    Los cánceres se originan cuando el ácido desoxirribonucleico o ADN de una célula está dañado. El ADN es el químico de cada una de las células que conforma los genes. Además de acumular información sobre el aspecto físico, los genes contienen instrucciones sobre cómo funcionan, cuándo crecen, se dividen y mueren las células. Los oncogenes son los genes que controlan su crecimiento y división, y los genes supresores de tumores, los que desaceleran la división celular o causan que las células mueran en el momento oportuno. El cáncer puede estar causado por cambios en el ADN que activan a los oncogenes o desactivan a los genes supresores de tumores.

    Se sabe que ciertos químicos causan el cáncer de hígado al dañar el ADN de las células del hígado, como por ejemplo las aflatoxinas, organismos producidos por pequeñas concentraciones de hongos. También se cree que el virus de la hepatitis puede dañar el ADN al portar instrucciones sobre cómo infectar a las células y producir más virus, aunque los científicos todavía no saben precisar exactamente cómo se produce la infección.

    En definitiva, el cáncer de hígado tiene muchas causas diferentes y existen una gran variedad de genes implicados en su formación y desarrollo. Una mejor comprensión de cómo se desarrollan los cánceres de hígado contribuirá al hallazgo de mejores formas de prevención y tratamiento de esta enfermedad.

    Síntomas

    Es posible que el paciente no presente síntomas hasta que el cáncer esté ya avanzado, lo que dificulta en gran medida el tratamiento. Algunos de los signos más comunes de esta enfermedad, según el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos son los siguientes:
    • Notar una masa dura en el costado derecho, justo debajo de la cavidad torácica.
       
    • Sensación de malestar en la parte superior y derecha del abdomen.
       
    • Hinchazón en el abdomen.
       
    • Sentir dolor en la zona cercana al omóplato derecho o en la espalda.
       
    • Manifestar ictericia o color amarillento de la piel.
       
    • Facilidad para presentar moratones o de sangrado.
       
    • Cansancio o debilidad fuera de lo común.
       
    • Náuseas y vómitos frecuentes.
       
    • Pérdida del apetito o sensación de plenitud tras comer una porción pequeña.
       
    • Pérdida de peso sin razón aparente.
       
    • Evaluación intestinal pálida, calcárea y orina oscura.
       
    • Fiebre.

    Prevención

    A pesar de que no se sepa con absoluta precisión las causas exactas de esta enfermedad, según la Sociedad Americana Contra el Cáncersí pueden tomarse una serie de medidas para combatir los factores de riesgo más comunes.

    Evitar infección de hepatitis B y hepatitis C

    Al ser la infección con el virus de la hepatitis B y la hepatitis C la causa más frecuente de esta enfermedad, la principal forma de prevenir su aparición es adoptando las medidas más importantes para evitar contraer hepatitis. Entre estas destacan la vacunación de hepatitis B, evitar el intercambio de agujas y la adopción de prácticas sexuales seguras.

    ¿Los antivirales de acción directa para el tratamiento de la infección crónica por el virus de la hepatitis C permiten que estos pacientes no lleguen a desarrollar cáncer de hígado? "Aunque todavía no tenemos datos exactos, puesto que son tratamientos introducidos en los últimos años y el seguimiento de los pacientes no es lo suficientemente largo, tenemos algunos datos que muestran una reducción del riesgo de desarrollar CHC en los pacientes que alcanzan una respuesta viral sostenida. Sin embargo, podemos afirmar que el riesgo no desaparece por completo y sigue siendo mayor que en la población normal", responde Alonso Casado.

    Limitar consumo de alcohol y tabaco

    La cirrosis es otro de los factores de riesgo que eleva las posibilidades de padecer cáncer de hígado y, además de la hepatitis B o C, el principal factor que causa la cirrosis es el alcoholismo. Beber con moderación podría reducir el riesgo de padecer este tipo de cáncer al ser la cirrosis uno de los factores de riesgo más repetidos. Por el mismo motivo, reducir el consumo de tabaco podría disminuir la posibilidad de presentar cáncer de hígado.

    Llevar a cabo una dieta saludable

    La prevención de la obesidad a través de la adopción de hábitos saludables, como el seguimiento de una dieta equilibrada y la práctica de ejercicio, podrían evitar el desarrollo de cáncer.

    Limitar la exposición a químicos que causan cáncer

    Aunque la mayoría de países desarrollados cuentan con reglamentos y organismos para proteger a los consumidores de ciertos químicos como las aflatoxinas o el arsénico que se sabe que son potenciadores del cáncer, todavía hay países en las que estos químicos pueden presentarse en ciertos alimentos o en el agua potable.

    Tratamiento de enfermedades que aumentan el riesgo a contraer cáncer de hígado

    A pesar de que muchas enfermedades que incrementan el riesgo de padecer este tipo de cáncer, como la cirrosis hepática, son hereditarias y por ello la prevención es muy limitada, el detectar y tratar a tiempo estas patologías podría disminuir el riesgo a desarrollar un cáncer de hígado.

    Tipos

    La mayoría de las veces que se detecta cáncer de hígado el origen del cáncer no es el hígado sino otra zona del cuerpo como el páncreas, el colon, el estómago, la mama o el pulmón. Sin embargo, a estos tumores se les trata según el lugar primario, donde se originaron.

    Los dos tipos más frecuentes de cáncer primario de hígado son:

    • Carcinoma hepatocelular (CHC). Es el tipo más común de cáncer primario de hígado en adultos y la tercera causa de muerte por cáncer en todo el mundo, según el Instituto Nacional del Cáncer. Este tipo de cáncer primario de hígado, a veces llamado hepatoma, sigue distintos patrones de crecimiento. Algunos se originan como un tumor sencillo que se va desarrollando y solo en estadios avanzados se propaga a otras partes del hígado. Otros comienzan no como un solo tumor, sino con muchas manchas pequeñas a través del hígado.

      "Dentro del CHC típico básicamente diferenciamos el que aparece sobre hígado sano del que aparece en hígado cirrótico, porque su diagnóstico y tratamiento van a ser diferentes. El tratamiento en el hígado cirrótico viene establecido en gran medida por la fase de la cirrosis, lo que condiciona que la función hepática sea mejor o peor y el paciente pueda tolerar tratamiento quirúrgico o necesitar un trasplante hepático. El paciente con hígado sano tendrá más opciones de tratamiento quirúrgico. Existen otros tipos de CHC más infrecuentes, como el fibrolamelar, no relacionado con la cirrosis y de peor pronóstico", señala Alonso Casado.
       

    • Colangiocarcinoma o cáncer de conducto biliar. Estos cánceres comienzan en las células que cubren los conductos biliares pequeños, aquellos que llevan la bilis a la vesícula biliar, y conforman del 10 al 20% de los cánceres originados en el hígado, tal y como recoge la Sociedad Americana Contra el Cáncer.

    Diagnóstico

    Normalmente resulta difícil descubrir el cáncer de hígado en sus etapas iniciales debido a que los signos y síntomas no se manifiestan hasta que la enfermedad se encuentra en sus estadios más avanzados. Por otro lado, los tumores pequeños de hígado son difíciles de detectar mediante un examen físico, pues las costillas derechas cubren la mayor parte de este órgano. El resultado es que la mayoría de los cánceres de hígado se diagnostican en sus etapas más avanzadas. Sin embargo, las personas que tienen un alto riesgo de padecer esta enfermedad, como aquellos con hepatitis B, hepatitis C o cirrosis, pueden someterse a pruebas de forma frecuente para iniciar el tratamiento lo antes posible.

    El primer paso para diagnosticar esta enfermedad será un cuestionario por parte del médico para determinar los factores de riesgo y obtener la mayor información posible sobre los síntomas que presente el paciente. A continuación, el especialista le realizará un examen físico para detectar signos de cáncer de hígado deteniéndose en el abdomen, la piel y el globo ocular del paciente. Si el especialista considera que existe algún riesgo de que el paciente sufra cáncer de hígado, le mandará una serie de pruebas para diagnosticar de forma más precisa el problema y determinar el tratamiento idóneo para el tipo de cáncer que presente.

    Algunas de las pruebas más frecuentes y eficaces son:

    • Ecografía. Es el primer estudio que suele emplear el especialista para examinar el hígado. Consiste en el uso de ondas sonoras para crear una imagen en una pantalla de vídeo que muestre los tumores que puedan estar creciendo en el hígado.
       
    • Estudios por imágenes. Obtención de imágenes del interior del cuerpo mediante la utilización de rayos X, campos magnéticos u ondas sonoras.
       
    • Tomografía computarizada (TC). Estudio de radiografía que produce imágenes transversales detalladas del cuerpo. Puede proporcionar información precisa sobre el tamaño, forma y posición de cualquier tumor que se encuentre en el hígado o en cualquier lugar del abdomen.
       
    • Imágenes por resonancia magnética (IRM). Imágenes obtenidas por resonancia magnética mediante ondas de radio e imanes potentes que proveen información detallada sobre los tejidos blancos del cuerpo.
       
    • Angiografía. Estudio radiológico para examinar los vasos sanguíneos en el que se inyecta un medio de contraste en una arteria para delinear los vasos sanguíneos mientras se toman las radiografías. Esta prueba puede usarse para mostrar las arterias que suministran sangre a un cáncer de hígado, lo que puede ayudar a decidir a los médicos a determinar el tratamiento.
       
    • Gammagrafía ósea. Esta prueba puede ayudar a detectar el cáncer que se ha propagado a los huesos (metástasis).

    En concreto, Alonso Casado cuenta que "en pacientes cirróticos en seguimiento, cuando se detecta en la ecografía un nódulo sólido es necesario hacer una TC y una resonancia magnética nuclear (RMN) del hígado. Los CHC sobre hígado cirrótico tienen una imagen característica, y un radiólogo con experiencia puede diagnosticarlo. En casos con patrón de imagen atípico podemos hacer una biopsia percutánea guiada con ecografía o TC. En los pacientes no cirróticos, es necesario hacer una biopsia para confirmar el diagnóstico, puesto que los patrones de imagen no sirven en estos casos".

    Tratamientos

    Un paciente al que se le diagnostique cáncer de hígado tendrá varias opciones que dependerán del tipo  y la etapa en la que se encuentre el cáncer. Según la Sociedad Americana Contra el Cáncer, lo más recomendable es contar con el criterio conjunto de médicos especialistas en distintos campos como la cirugía, la oncología o gastroenterología.

    Estos especialistas podrán ayudar al paciente a plantear su plan de tratamiento. Este tendrá que tener en cuenta, además de la etapa del cáncer y la salud del resto del hígado, los posibles efectos secundarios del tratamiento, el estado de salud general, los cambios de la curación de la enfermedad, la extensión de la vida o el alivio de los síntomas. Según todos estos factores, el paciente y el equipo médico tendrán que elegir entre las siguientes opciones para el tratamiento:

    Cirugía

    La intervención quirúrgica, mediante extirpación del tumor o trasplante de hígado, es actualmente la única posibilidad razonable de eliminar un cáncer de hígado. Si la operación resulta exitosa, el paciente contará con el mejor pronóstico para superar la enfermedad.

    Ablación del tumor

    Esta opción consiste en la aplicación de distintos tratamientos que destruyen los tumores de hígado sin extirparlos. Esta técnica se emplea normalmente en pacientes que tienen tumores de tamaño reducido y que no contemplan la opción de operarse porque presentan un mal estado de salud o tienen una función hepática limitada.

    Embolización del tumor

    Procedimiento mediante el que se inyectan sustancias para tratar de bloquear o reducir el flujo de sangre a las células cancerosas en el hígado.

    Radioterapia

    Se basa en la utilización de rayos de alta energía para destruir las células cancerosas. Puede a veces utilizarse para reducir el tamaño de los tumores con el fin de aliviar síntomas como el dolor.

    Terapia dirigida

    Consiste en la prescripción de varios medicamentos distintos a los utilizados en quimioterapia, que están siendo recientemente desarrollados por los investigadores a medida que se van descubriendo los efectos que causa el cáncer en las células. 

    Quimioterapia

    Es el tratamiento mediante medicamentos que destruyen las células cancerosas. Estos, como los correspondientes a la terapia dirigida, se aplican de forma sintomática a través del torrente sanguíneo y alcanzan todas las áreas del organismo con el fin de que pueda ser útil contra el cáncer que se ha propagado a órganos distantes. Sin embargo, la quimioterapia no suele ser muy eficaz para combatir el cáncer de hígado, y presenta numerosos efectos secundarios.

    Investigaciones en marcha

    Alonso Casado avanza que "las investigaciones en marcha se dirigen fundamentalmente a descubrir fármacos con los que poder tratar a aquellos pacientes que no tienen opción de tratamiento quirúrgico o trasplante hepático. En los últimos 5 años, tanto la Agencia Europea del Medicamento (EMA) como su homólogo estadounidense (FDA) han aprobado el uso de varios fármacos que han demostrado beneficio en términos de mejorar la supervivencia de pacientes con CHC avanzado. Se trata de anticuerpos dirigidos contra ciertos receptores que participan en las vías de carcinogénesis del CHC. Está en estudio la eficacia de la inmunoterapia sola o en combinación con otros fármacos, y es probable que en los próximos años podamos disponer de combinaciones que mejoren los resultados actuales".