La Homeostasis: El juego ácido-alcalino
“Homeostasis” es un término
griego que alude a la tendencia de tu cuerpo a mantener el equilibrio
fisiológico compensando su química. En
concreto el equilibrio más importante que hay que mantener es el de la
sangre. Las autoridades sanitarias
están de acuerdo en que si quieres estar sano, tu sangre debe ser alcalina en
vez de ácida.
Una de las claves de la salud
natural es comprender que no sólo tu sangre es alcalina , sino que también lo
son los demás fluidos y tejidos de tu cuerpo.
Tu estómago es una excepción, ya que dispone de un revestimiento
especial para hacer frente al medio ácido.
Cuando ese revestimiento de protección se rompe por un exceso de acidez,
aparecen las úlceras. Una segunda
excepción es la orina, que puede ser alcalina o ácida, reflejando cómo trabaja
tu cuerpo para mantener la homeostasis.
Cinco causas básicas del
desequilibrio ácido.
1.
1. Combinaciones incompatibles de
alimentos, principalmente mezclas de proteínas y féculas.
2.
2. Consumo excesivo de carne.
3.
3. Consumo excesivo de hidratos de
carbono refinados como la harina blanca y el azúcar
4.
4. Consumo insuficiente de frutas
y verduras.
El ácido quema. Es algo lógico. Vierte un poco sobre tu mano y los resultados serán dolorosos y
desagradables. Dentro de tu cuerpo, los
ácidos pueden tener el mismo efecto con el tiempo: envejecen tus tejidos, hacen
que tu piel se arrugue y se deteriore y provocan hinchazón y malestar cuando tu
cuerpo, con gran sabiduría, retiene agua para diluirlos e impedir que destruyan literalmente tus
órganos.
Probablemente habrás
experimentado en alguna ocasión un “reflujo gástrico” o regurgitación,
cuando el ácido de tu estomago
burbujea hasta tu esófago y tú sientes el ardor. Una cierta cantidad de ácido en el estómago es natural, pero
cuando llevas una dieta que provoca una elevada cantidad de ácidos, el
revestimiento del estómago no puede soportar este exceso y experimentas dolor e
indigestión ácida.
Tu cuerpo es un laboratorio
dedicado continuamente a la labor de mantener la homeostasis. El hecho de saberlo te permitirá tener más
control sobre tu peso y tu salud.
Cuando tienes la sangre demasiado ácida, tu cuerpo se ve forzado a
emplear sus reservas alcalinas, minerales como el calcio, el potasio, el sodio,
el hierro y el magnesio, para neutralizar el ácido Si el exceso de acidez provoca un descenso en tus reservas
alcalinas, se produce un debilitamiento de tu sistema general. Padeces de acidosis.
Cuando la hemoglobina de tu
sangre, rica en hierro, se consume para neutralizar los ácidos, entonces
aparece la fatiga. Cuando se agota el
calcio, que es el mineral que te permite conservar la calma y dormir, estás
irritable e inquieto. Tomar prestadas las reservas alcalinas de los nervios afectará negativamente a tus facultades
intelectuales y a tu claridad mental.
El sentido común te dirá que apropiarse de los minerales alcalinos de
los huesos tendrá un efecto pernicioso sobre tu esqueleto.
Muchos de los síntomas de la
acidosis los experimenta la población de modo general y también es frecuente
que se interpreten erróneamente. Son
los siguientes: Fatiga y rigidez muscular, dolor en parte inferior de la espalda,
irritabilidad, tensión en el cuello y los hombros, artritis y osteoporosis,
dolores de estómago, nauseas, vómitos, dolor en el pecho, gastritis, úlceras y
estreñimiento. En un medio ácido las
células cancerígenas prosperan mientras que las células normales se deterioran.
Debemos darle prioridad a los
alimentos que contienen las enzimas que buscas: Las verduras crudas y la
mayoría de las frutas crudas y maduras, especialmente los melones, son
alcalinas. Incluso las denominadas frutas ácidas, como los cítricos, el limón
la piña y los tomates, si se comen crudas, tienen un efecto alcalino sobre tu
cuerpo después de la digestión. Todos los zumos de frutas y verduras frescas,
como el zumo de zanahoria, el de sandía y el de apio, son alcalinos.
¿QUÉ SUCEDE REALMENTE CUANDO TOMAS AZÚCAR?
El principal problema al que se enfrenta tu
cuerpo cada vez que entra azúcar refinado en él es su rápido ritmo de
absorción. El azúcar atraviesa
precipitadamente las paredes del estómago sin ser digerido y estimula una
secreción excesiva de insulina, la poderosa hormona secretada por el páncreas,
lo cual provoca desequilibrios metabólicos.
Cuando el azúcar entra en tu riego sanguíneo,
el páncreas secreta de inmediato insulina para facilitarle el paso a través de
la membrana plasmática hasta tus tejidos, donde se usa como combustible. Suena bastante inocente, pero enseguida
entenderás por qué no volverás a querer que esto suceda.
Como ya sabes, el páncreas es el órgano
responsable en buena medida de la fabricación de enzimas. La mayoría de los estadounidenses le exigen
tanto esfuerzo que el páncreas se agranda muy por encima de su tamaño
normal. Una de las razones de que
aumente de tamaño, aparte de la demanda continua de producción de enzimas que
se le exige (un litro y medio al día de jugos digestivos), es la dosis masiva
de azúcar que frecuentemente se le fuerza a recibir a diario.
Por irónico que parezca, la insulina que
secreta el páncreas para ocuparse del azúcar refinada provoca la caída en
picada del nivel de azúcar en tu sangre.
Esto afecta de forma drástica a tu cerebro, ya que es un órgano
sumamente sensible que necesita un equilibrio bioquímico perfecto para
funcionar bien, y en el que tiene lugar el 25 por ciento de la actividad metabólica del cuerpo de un adulto. Cuando el nivel de azúcar en la sangre baja
en exceso, como sucede cuando se secretan grandes cantidades de insulina para
controlar el azúcar blanco refinado absorbido tan rápidamente, tu cerebro
empieza a funcionar mal.
Recuerda que una vez que has ingerido azúcar ,
la grasa deja de quemarse
Para potenciar tu sistema inmunitario, reduce
la ingestión de dulces e intensifica la de verduras y frutas.
El consumo de tan sólo 100 gramos de azúcar tomados en una sentada (el equivalente a una tableta de chocolate de 150 gramos y una lata de refresco) puede anular el sistema inmunitario de tu cuerpo durante seis horas.
Aunque el principio de no comer proteínas y féculas en la misma comida se mantiene constante, hemos buscado maneras de aplicarlo que lo hagan tan práctico y eficaz como sea posible.
Cuando
controles tus comidas, céntrate en los ingredientes principales que hay en tu
plato, no en el queso parmesano espolvoreado sobre la pasta o la ensalada. Estas son algunas preguntas que nos suelen
hacer:
“¿Y qué pasa si la sopa lleva un poco de pollo?”
“¿Qué sucede si el aderezo de la ensalada
contiene un poco de yogur? ¿Ya no puedo tomar ningún hidrato de carbono?”
“¿Puedo añadir leche a los cereales?”
Nuestra respuesta es:
Evita convertirte en un
fanático de esta teoría. Recuerda que
es una herramienta para perder peso y aumentar la energía, no una norma que se
pueda quebrantar. Tenla en cuenta
cuando venga el caso. Aquí no estamos
hablando de un poco de queso sobre la pasta o unos pedacitos de pavo o jamón en
la sopa. Comprende, por favor, que los
conceptos de las cantidades de alimento son relativos. En otras palabras estamos hablando de
pequeñas cantidades... no de grandes trozos.
Puedes emplear queso o yogur en
pequeñas cantidades con el arroz u otras féculas, puedes añadir pollo a la
pasta o pescado al arroz, siempre que las cantidades sean insignificantes y
predominen las verduras. A la inversa, puedes comer pollo a la plancha con
ensalada aunque, ésta lleve cuscurros de pan, los puedes quitar o te los puedes
comer. Unos pocos cuscurros de pan no
tienen la menor importancia.
En cuanto a la leche con los
cereales, hemos encontrado una solución muy grata para el paladar. A menudo substituimos la leche de vaca por
la leche de soja, ya que tienen menor contenido de proteínas y mayor contenido
de hidratos de carbono, por esta razón es más compatible con los cereales.
Si te fijas en los asiáticos,
cuya dieta ha sido por tradición mucho más baja en proteínas que la de la
sociedad occidental, observarás que por sistema mezclan pequeñas cantidades de
proteínas con féculas y vegetales. Los
chinos equilibran sus platos de arroz con trocitos de cerdo o pollo. Los japoneses equilibran sus cuencos de
fideos con verduras y pedacitos de pescado desecado. Los hindúes añaden derivados lácteos en pequeñas pero saludables
cantidades a los cereales y las legumbres, siempre colmados de verduras.
Nuestro problema proviene de
nuestra tendencia a sentarnos ante un enorme filete de 450 gramos o medio pollo
asado con una gran ración de patatas, varias rebanadas de pan y una cantidad
simbólica de ensalada o verduras, apartada a un lado como si fuera un elemento
decorativo. La combinación de los
alimentos se aplica a los ingredientes principales de la comida, no a los
aderezos.
Si eres un carnívoro que busca
obtener mucha energía de sus comidas a la vez que quieres perder peso y evitar
la acidez y el estreñimiento que acompañan el consumo de carne, hemos
descubierto que las carnes se digieren de manera más eficaz cuando se comen con
ensaladas o verduras. Este es el
almuerzo estimulante que recomendamos. Le hemos puesto este nombre porque de
hecho las proteínas estimulan las facultades intelectuales y la claridad
mental, y si se ingieren junto con ensaladas ricas en enzimas y verduras que
contengan mucha fibra, proporcionan la energía mental perfecta para que puedas
cumplir con tu trabajo por la tarde.
Por
otro lado, los hidratos de carbono hacen que tu cerebro secrete serótina, que
te deja adormilado. Por este motivo, te
recomendamos la cena relajante cuando puedas centrar la última comida del día
en féculas, que se digieren sin problemas si se combinan con verduras
cocinadas.
· ALBARICOQUES
·
ARANDANOS
·
CIRUELAS ACIDAS
·
FRAMBUESAS
·
FRESAS
·
KIWIS
·
LIMONES
·
MANDARINAS
·
MANZANAS
·
MELOCOTONES
·
NARANJAS
·
PAPAYAS
·
PERAS
·
PIÑAS
·
POMELOS
·
CIRUELAS DULCES DATILES
·
HIGOS SECOS Y FRESCOS
·
MANGOS
·
PAPAYAS
·
PASAS
·
PERAS MUY DULCES
·
PLATANOS
·
UVAS DULCES
Si mezclas frutas con otros
alimentos, asegúrate de que las comes al mismo tiempo o inmediatamente después,
de manera que se puedan mezclar en el estomago cardiaco, donde tiene lugar la
predigestión.
La naturaleza enzimático de la
fruta facilitará la digestión de las proteínas o las féculas en la parte
cardiaca del estómago. Si esperas una
hora o dos para comer fruta después de una comida y los alimentos ya han pasado
a la parte inferior del estómago, corres el peligro de sufrir una
indigestión. Cuando la fruta entra en
contacto con una comida que se encuentra en el estado más avanzado de la
digestión, interfiere en el proceso digestivo.
Hemos comprobado por
experiencia que la fruta ingerida un buen rato después de la comida dificulta
el trabajo de los ácidos digestivos en la parte inferior del estómago. En otras palabras, a menos que te guste sufrir
de indigestión, con la mala salud que la acompaña y el aumento de peso
resultante, ¡recuerda a Pavlov! Nos dijo que la carne necesita cuatro horas para salir del estómago,
mientras que la fécula tarda dos horas y media.
Según sus investigaciones, la
carne y la fécula comidas juntas pueden permanecer en el estómago ocho horas o
más. Así que... después de un almuerzo estimulante de proteína y verdura,
espera cuatro horas antes de tomar una saludable y beneficiosa fruta rica en
enzimas, y espera dos horas y media para hacer lo mismo después de comer una
cena relajante u otra comida que contenga féculas. Si comes carne y féculas a la vez, probablemente no querrás tomar
fruta durante ocho horas o más.
Así que el día que se te ocurra tomar excepcionalmente un desayuno o almuerzo de huevos con tocino acompañados de pan o papas, en este caso, la cena perfecta será, (ocho horas después como mínimo) la comida con fruta que te saltaste por la mañana.