Se aprueban las primeras normas internacionales sobre alimentos modificados genéticamente
EFE
La Comisión del Códex Alimentarius, un órgano subsidiario de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Fondo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ha aprobado finalmente los primeros principios globales para garantizar la seguridad de los alimentos genéticamente modificados, así como unas directrices para la producción ganadera orgánica y los niveles máximos de toxinas en ciertos alimentos.
La venta de organismos genéticamente
modificados deberá ser aprobada por los gobiernos antes de que lleguen a los mercados,
según ha explicado explicado el presidente de la Comisión, Tom Billy, que ha
añadido que los principios sobre estos productos han sido adoptados por los 165
países miembros tras una semana de deliberaciones.
El principal objetivo de estas directrices es que los alimentos genéticamente
modificados se analicen exhaustivamente para evaluar sus riesgos potenciales.
Aunque existen numerosos desacuerdos entre los Gobiernos sobre las normas que
deben regir la modificación genética de los organismos, este es el principio
para su regulación, ha añadido Billy.
La Comisión también ha fijado los niveles máximos admisibles de contaminantes
medioambientales, especialmente del plomo, cadmio y aflatoxina, en los zumos de
frutas, cereales y leche.
Prevención
de riesgos
El secretario de la Comisión, Alan Randell, ha resaltado que esta medida es
particularmente importante en la prevención de riesgos a largo plazo en la
población, en especial para los niños. En este sentido, ha indicado que el
plomo perjudica el desarrollo intelectual de los jóvenes, por lo que es
imprescindible limitar su presencia en los alimentos.
Respecto a la aflatoxina, los delegados acordaron limitar su presencia en la
leche y los productos lácteos a 0,5 microgramos por kilogramo, ya que se trata
de una sustancia cancerígena que puede ser transmitida por la alimentación
animal a la leche. Algunos países, como los de la Unión Europea o Suiza,
abogaron por un límite más estricto, de 0,05 microgramos, pero la mayoría de
las delegaciones consideraron que un límite menos severo facilitará su
cumplimiento, especialmente por parte de los países en desarrollo.
Si se hubiera aprobado un límite más bajo, se multiplicaría el riesgo de privar
de leche a numerosos niños en los países en desarrollo, ha explicado Billy.
También se fijaron nuevas directrices para la producción orgánica ganadera, que
detallan métodos de alimentación de los animales, la necesidad de reducir su
estrés, aspectos sobre prevención de enfermedades y la eliminación progresiva
del uso de medicamentos veterinarios químicos, incluidos los antibióticos.
Alimentación
de animales
Los expertos consideran que los animales no deben ser alimentados con carne o
harina de huesos, y debe prohibirse el uso de hormonas de crecimiento, mientras
admiten la alimentación a base de pescado y productos lácteos. La Comisión ha
adoptado también una estrategia para mejorar la seguridad alimentaria en los
países en desarrollo, que apenas cuentan con legislación al respecto.
La FAO ha iniciado un programa en este sentido, para que estos países mejoren
su competitividad en el comercio internacional de alimentos. Aunque las
directrices y los principios que elabora la Comisión del Códex Alimentarius no
son de obligado cumplimiento, el hecho de que sean los propios Estados los que
las aprueban las convierte en un punto de referencia para las disputas
comerciales en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Sin embargo, durante esta semana, los países que integran el Códex coincidieron
en la necesidad de cambiar la estructura y funcionamiento de la Comisión, para
que sus directrices sigan siendo efectivas, tanto para los Gobiernos como para
la población.
El presidente presentó un plan de acción para aumentar el nivel de
reconocimiento internacional del Códex, creado en 1962, como la primera
organización científica encargada de la seguridad alimentaria y el comercio de
alimentos. El objetivo es fortalecer el apoyo científico y la toma de
decisiones, incrementar la participación de países en desarrollo y organizaciones
no gubernamentales y promover el apoyo de la OMS y la FAO.