¿PREVIENE LA ASPIRINA EL INFARTO?

 

 

DEFINICIÓN

En un estudio reciente, médicos del sexo masculino tomaron bien una aspirina o bien un placebo (una sustancia sin efectos farmacológicos) cada día durante un tiempo.

 

Los que tomaron aspirina tuvieron menos infartos.

¿Significa esto que todo el mundo deba tomar una aspirina cada día? No necesariamente.

ASPIRINA Y PLAQUETAS

La aspirina tiene efectos sobre la coagulación. Cuando uno sangra por algún sitio, las plaquetas (un tipo de glóbulos de la sangre) se acumulan como ladrillos en el sitio que sangra, y junto con unas

 

proteínas de la sangre (que actúan como cemento) forman un coágulo que tapona la herida. La aspirina disminuye esta acumulación (o agregación) de las plaquetas.

ASPIRINA E INFARTO

Ya que el infarto es resultado de un coágulo que tapona un vaso coronario, el efecto antiagregante plaquetario de la aspirina es beneficioso para casi todo el que sufra enfermedad

 

coronaria, incluyendo todos los que se recuperan de cirugía cardíaca (by pass o angioplastia coronaria)

ASPIRINA E ICTUS

Ictus es un término latino que engloba a todos los llamados accidentes vasculares cerebrales. Cuando la arteriosclerosis afecta a los vasos del cerebro, puede ocurrir un bloqueo de sangre a alguna parte del cerebro por una estrechez o un coágulo (trombosis cerebral), o una

 

rotura de un vaso (hemorragia cerebral).

En el caso de la trombosis, la aspirina sí previene nuevos accidentes y suele ser utilizada. Pero en el caso de la hemorragia, la aspirina puede ser peligrosa y precipitar más sangrados.

¿ASPIRINA A DIARIO?

Sí, en caso de enfermedad coronaria o cirugía cardiovascular, siempre que su médico se lo haya indicado. No (salvo que su médico lo indique), en caso de sufrir hipertensión o historia

 

de ictus, enfermedades de la coagulación, enfermedades del hígado o el riñón, úlcera gástrica o duodenal, o si tiene que tomar el medicamento Sintrom.

 

 

 

 

ASPIRINA®:
101 AÑOS DE BATALLAS GANADAS

Si el Mago Merlín viera el libro Año Ciento Uno, les preguntaría a sus autores, José Luis de la Serna y Pablo Jáuregui, qué artes de birlibirloque han empleado para conseguir esta pequeña obra mágica. Probablemente, Jáuregui y de la Serna responderían que sus armas secretas han sido unas buenas dosis de imaginación y, desde luego, horas y horas de trabajo para elaborar este libro, en la que amenidad y ciencia se unen con la varita mágica del buen hacer. Porque la primera impresión que se recibe al tener entre las manos Año Ciento Uno, es que estamos ante uno de los trabajos más originales que han elegido a Aspirina, eterna compañera de viaje, como protagonista de sus páginas. En él, se mezcla la tipografía antigua con el diseño más innovador, fondo que da forma a un contenido en el que no faltan los toques de buen humor.

Pero, como si se tratara de un libro, comencemos por el principio. A lo largo del siglo que para unos es el último y para otros el primero del milenio, los investigadores han dado buena cuenta, en miles de informes, estadísticas y artículos aparecidos en las más prestigiosas publicaciones médicas del mundo, de las indicaciones de Aspirina. Porque todos sabemos que la famosa píldora “blanca y redonda” es mucho más que un fármaco contra el dolor de cabeza. La lista de patologías para las que está indicada cada vez es mayor: prevención del infarto, mejora de la circulación sanguínea, alivio de la preeclampsia… y así hasta decenas de enfermedades.

Pero el ciudadano de a pie, que padece estos problemas, no entiende con facilidad los procesos que motivan todas estas dolencias, y, mucho menos, por qué Aspirina las alivia con tanta facilidad. En el libro de José Luis de la Serna y de Pablo Jáuregui, se desglosan las indicaciones de Aspirina; sin embargo, nada más lejos de ser un vademécum. Desde la aterotrombrosis a la migraña, pasando por la hipertensión o el cáncer de colon, los autores hacen una evaluación de las pruebas realizadas contra estas patologías y que han utilizado el ácido acetilsalicílico como arma de investigación. Todo ello, precedido de las explicaciones convenientes, y sencillas, sobre cómo se producen dichas enfermedades, estudios médicos publicados en las principales revistas científicas y miles de datos que pueden resultar reveladores para el curioso, el facultativo o el estudiante.  El elemento particular de este texto viene dado por los pequeños prólogos que anteceden a cada uno de los capítulos. En ellos, se hace una recreación literaria, obra de Paloma Puyá y Nacho Moreno, en la que retrocedemos a los tiempos mágicos de Camelot para introducir, de manera amena y como si se tratara de un cuento medieval, los capítulos. Para muestra, un botón. En el desarrollo de la aplicación de Aspirina para las trombosis cerebrales, el prólogo se abre así: “Con el valor que da la fe, intacto y pertrechado de pócimas y ungüentos sanadores, acude Sir Kay allí donde negras sierpes han instaurado la tiranía del Viascula Cerebralis, que paraliza las mentes y arranca el alma de los cuerpos”.

Mención aparte merecen las ilustraciones del grupo Khaos, que han conseguido convertir el libro en un auténtico facsímil de lo que pudiera haber sido un libro del Medievo, donde no faltan las armaduras, las lanzas, y muchas dosis de imaginación, en la que Aspirina ha jugado un papel primordial. Después de leer este libro, ya no podremos decir que la “blanca y redonda” se nos queda demasiado grande. El Mago Merlín se habría quedado fascinado, y nosotros no haremos otra cosa ante semejante derroche de ingenio. Que cunda el ejemplo entre los áridos libros de divulgación científica.

Despiece: El mapa del tesoro

¿Qué es lo primero que necesita un guerrero para afrontar una batalla? El plano del terreno a abordar. Año Ciento Uno no ha olvidado este detalle, y como anexo al libro, incluye un “pequeño” sobre en el que cada una de las acciones de Aspirina sobre las patologías, analizadas en el texto, se explican en hojas individuales (una por enfermedad empleando dibujos, en el mismo estilo medieval empleado por Khaos. Así, Aspirina son los guerreros, las coordenadas de un gráfico se realizan con maderas y eslabones enlazados, el infarto de miocardio viene representado por un corazón “estrangulado” con cuerdas… Un broche de oro que se enmarca en la intención del equipo realizador de este libro de acercar los contenidos de la “blanca y redonda” al público en general. El tratamiento de la tipografía, y el diseño, tanto del texto como de los “Planos de las batallas” recuerdan realmente a los libros antiguos, en el más puro estilo de “El nombre de la Rosa”.

 

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LA BATALLA CONTRA EL CANCER DE COLON

De momento, el mejor grial que ha conquistado la aspirina es el del corazón. Allí y en sus arterias coronarias, el ácido acetilsalicílico ha probado, ensayo clínico tras ensayo clínico, que es capaz de prevenir de forma muy significativa las trombosis secundarias a la rotura de una placa de aterosclerosis.
Esas trombosis en muchas ocasiones son parciales y apenas comprometen el flujo por la arteria afectada. Otras veces obstruyen totalmente el paso de la sangre por el vaso y acaban provocando un infarto de miocardio. En cardiología, la aspirina, por tanto, salva vidas.
Sin embargo, existe -en la guerra contra los males que padecen los hombres- otro grial casi tan importante como lo puede ser el coronario, y que aspirina también está intentando conseguir: el del cáncer.
Lo que ocurre es que para lograr ese objetivo habrá que librar una batalla que tiene unas características biológicas muy distintas a las que en su día tuvo la lucha contra el trombo. El que aspirina demuestre frente al cáncer una clara victoria —y, además, con una sólida evidencia científica— costará bastante más trabajo del que en su día costó obtener ese trofeo frente a los males del corazón. El problema es que el cáncer es una enfermedad mucho más complicada de lo que lo es la patología vascular.
En cualquier caso, no se extrañe el lector. Ha leído bien: se está hablando de aspirina y de cáncer. Ningún medicamento tiene un currículum tan lleno de honores como el que tiene el centenario fármaco: ser capaz de aliviar los dolores y la fiebre y, además, bajar la incidencia de cardiopatía coronaria; a la vez que se trata de disminuir el riesgo de padecer un cáncer de colon —y todo por menos de 10 pesetas que cuesta cada comprimido— es potestad sólo de aspirina.
Como pasa siempre en medicina con muchos de los hallazgos importantes, las hipótesis de que aspirina podía tener que ver con una disminución en la incidencia del cáncer de colon surgieron de la anécdota y de la observación. De la misma forma que un médico británico se fijó en que los enfermos que tomaban con frecuencia aspirina apenas se quejaban de problemas cardíacos, a los especialistas en EEUU les chocó en su momento la baja incidencia de tumores de colon que había entre los pacientes afectados de artritis reumatoide y que estaban siendo tratados durante mucho tiempo con aspirina o con algún otro tipo de un fármaco de las mismas características del comprimido blanco. Además de aspirina existen en la farmacopea un número elevado de productos con las mismas propiedades antidolorosas y antiinflamatorias que el ácido acetilsalicílico, que genéricamente se denominan antiinflamatorios no esteroideos (AINE,s).

UN PROBLEMA FRECUENTE
Los tumores de colon son cánceres relativamente frecuentes. Las estadísticas en EEUU reflejan que, en ese país, se diagnostican alrededor de 700.000 casos de ese tipo de cáncer cada año y mueren por su causa 60.000 personas. El cáncer de colon está situado en el cuarto puesto de la lista de los tumores malignos —detrás del de próstata, el de pulmón y el de mama. Además, es un cáncer con una mortalidad alta. Si se diagnostica a tiempo, cuando el problema está aún limitado al intestino, la cirugía consigue controlarlo casi siempre. Lo que ocurre con el cáncer de colon es que suele ser un tumor traicionero. Lo frecuente es que cuando la patología comienza a dar síntomas, ya está diseminada. Como pasa a menudo con el cáncer, si al hacer el diagnóstico, las células malignas del tumor han salido del colon y han llegado, por ejemplo, hasta el hígado —y hay metástasis— la mortalidad a los cinco años suele ser superior al 50%.
El de colon es un cáncer difícil de diagnosticar de manera precoz. De momento, la mejor de las pruebas para visualizar tumores en el colon en sus fases iniciales y curables, o de comprobar la existencia de adenomas benignos en la pared del intestino grueso, pero que se pueden malignizar con el paso del tiempo —y que hay que, por tanto, vigilar estrechamente—, es la colonoscopia. Los expertos en Medicina Preventiva creen que la mejor estrategia para diagnosticar a tiempo un tumor en el colon, y curarlo si existe, es poder observar con el colonoscopio la mucosa del intestino grueso de una forma periódica —desde el recto hasta el último tramo del intestino delgado— a partir de los 50 años. Después de esa edad, la colonoscopia habría que repetirla con mayor o menor frecuencia en función de lo que se haya visto en la primera exploración. No obstante, una cosa es el deseo de los especialistas y otra la realidad —en una sanidad muy cara en todo el mundo y que está sobrecargada de trabajo.
La verdad es que la persona que va a someterse a una colonoscopia tiene que prepararse, ayunar y purgarse para limpiar muy bien el intestino durante el día antes de la prueba . Después, ya sobre la mesa del endoscopista, el paciente tendrá que soportar los dolores que provoca el aire que le insuflan y que sirve para dilatar el intestino grueso. De este modo, los especialistas consiguen ver muy bien sus paredes.
Con este panorama de molestias, de costes y de tiempo que enfermo y endoscopista sufren y necesitan, es muy poco probable que la colonoscopia, tal como se hace ahora, llegue a ser algo tan común en el diagnóstico precoz de los tumores de colon como lo es, por ejemplo, la mamografía en los de mama.
Es, por tanto, evidente la dificultad que existe para que se generalice en toda la población el mejor diagnóstico precoz del cáncer de colon, por lo que queda patente lo que significaría encontrar algo que, a precio razonable y sin excesivos efectos secundarios, ayudara a prevenir ese tumor. Algo que los oncólogos conocen con el nombre de quimioprevención de los tumores.
Se entiende, entonces, que cuando se vislumbró que los consumidores de aspirina conseguían cierta protección contra el cáncer de colon, los científicos se animaran en los años 70 a intentar pasar de la anécdota de las observaciones puntuales a la evidencia cierta que la ciencia puede proporcionar. En un principio los expertos trataron únicamente de comprobar en el laboratorio, tanto en cultivos de líneas celulares como en tumores creados en ratones, si aspirina en realidad era efectiva.
l que la mayoría de las veces estas investigaciones acabaran probando, o sugiriendo, que —al menos en las probetas y en los modelos de roedores— aspirina, piroxicam y sunlidac (todos ellos considerados AINE,s) conseguían inhibir la carcinogénesis, fue lo que alertó después a los epidemiólogos, y les hizo profundizar ya en los años 80, en el diseño de estudios en humanos que evaluaran la asociación entre este tipo de fármacos y la incidencia de tumores de colon.

 

LA BATALLA CONTRA EL CANCER DE COLON (II)

EPIDEMIOLOGIA
Los diseños se llevaron a cabo y, después, el trabajo se hizo. Y se hizo bien. De hecho, se lograron estudios epidemiológicos, casi todos de excelente factura, en los que se demuestra la existencia de una asociación significativa entre el uso continuado de aspirina, o cualquier otro AINE y una disminución en el riesgo relativo de padecer un cáncer en el colon.
Una buena parte de los mejores trabajos de esa clase se han llevado a cabo en la Unidad de Epidemiología de la Universidad de Boston. Desde la quinta planta de un edificio gris, situado en uno de los barrios más selectos de Boston(Brookline) la doctora Lynn Rosenberg ha dirigido algunas de las investigaciones caso-control más importantes sobre la posible asociación entre aspirina y el riesgo de sufrir cáncer de colon. La doctora Rosenberg es una experta en lo que en epidemiología se conoce como metodología caso-control. Esta es una herramienta que se usa para comprobar si existe algún elemento que pueda ser determinante en la elevación o en la disminución del riesgo de padecer una enfermedad determinada.
En los estudios caso-control, los expertos interrogan primero a un número elevado de pacientes que sufren la enfermedad que se quiere evaluar -en el caso que nos ocupa, un cáncer de colon- sobre sus hábitos de vida o sobre cualquier otra circunstancia que pueda estar relacionada con la patología que padecen. A la vez, se analizan otros parámetros biológicos que pueden también estar asociados con la enfermedad o con el pronóstico de la misma.
Luego, el grupo control -que sirve de referencia para obtener conclusiones- lo forma un número similar o incluso mayor de personas sanas, o al menos sin la patología que se está evaluando, en las que se lleva a cabo el mismo cuestionario, y se evalúa el mismo número de parámetros biológicos que se han llevado a cabo en los enfermos con la patología que se estudia.
Después de realizar complicados ajustes matemáticos -en los que se tienen muy en cuenta otros muchos factores además de los que se están investigando, pero que también pudieran influir directa o indirectamente en la causa de la enfermedad- las computadoras comparan las similitudes y las diferencias entre los pacientes que se consideran casos y las personas que forman los controles.
En lo que se refiere a aspirina, la mayoría de los estudios caso-control que sobre su papel en el cáncer de colon se han publicado ha sido coincidentes. De acuerdo con casi todos los epidemiólogos, este fármaco —y todos los de su clase (AINE.s)— cuando se consume de forma constante durante un tiempo prolongado contribuye a disminuir la incidencia de tumores de colon entre un 30 y un 50%.
De hecho, uno de los últimos estudios caso-control —realizado en pacientes del estado norteamericano de Massachusetts y publicado por Lynn Rosenberg y sus colaboradores a mediados de 1998 en la revista Cancer —certifica de nuevo que los AINE,s y aspirina como el mejor representante de este tipo de fármacos pueden servir de protección contra los tumores malignos del intestino grueso. «Yo creo que ya no queda ninguna duda de la sólida evidencia epidemiológica que existe sobre que aspirina está relacionada con una disminución de la incidencia de cáncer de colon», manifestó la doctora Lynn Rosenberg cuando uno de los autores de este libro la visitó en su despacho de Boston.

UN ENSAYO CONTROLADO
Sin embargo, en la batalla de la aspirina contra el cáncer de colon — algo que todavía no se ha ganado de forma categórica— han existido momentos delicados e incluso preocupantes. Quizá el más serio de todos tuvo lugar en agosto de 1993. Ese mes, en el Journal of National Cancer Institute, una de las revistas más emblemáticas entre todas las que se dedican al cáncer, otro grupo de Boston —formado esta vez por parte de los famosos preventivistas del Brigham and Women Hospital que habían trabajado para certificar el papel protector de aspirina sobre la coronaria— publicó el único ensayo controlado que, en cierto modo, existe hasta ahora sobre cáncer de colon y aspirina.
El trabajo, firmado también por el doctor Charles Hennekens, trataba de sacar partido añadido al Physician Health Study (PHS), el conocido estudio de los 22.071 médicos norteamericanos que fue suspendido a los cinco años de su inicio (con tres de anticipación sobre la fecha de su conclusión) por razones éticas, en cuanto se conoció la magnitud de la protección que aspirina aportaba a los facultativos frente al infarto de miocardio.
Puesto que en los ficheros del Brigham and Women estaban todos los datos del PHS, no resultó complicado comprobar los casos de cáncer de colon que se habían diagnosticado a lo largo del tiempo que duró esa investigación. Y ver cuántos de ellos se produjeron en sujetos consumiendo aspirina y cuántos en los que formaban el grupo control y que tomaron placebo.
Contrastados los unos con los otros, la diferencia entre ellos no fue estadísticamente significativa. Se podía decir pues que, al menos en ese ensayo, aspirina no había servido para prevenir el cáncer de colon. El punto quizá más sólido de esta aseveración era que el resultado provenía de un estudio controlado en toda regla y no de una investigación epidemiológica en la que sólo se obtienen asociaciones que pueden ser casuales, pero no necesariamente causales.
¿Cómo es posible entonces —siete años después de que viera la luz este trabajo con tintes negativos, pero controlado y aleatorio— que se esté todavía discutiendo el posible valor de la aspirina en la prevención de ciertos tipos de cánceres y muchos científicos se arriesguen y aseguren que el viejo fármaco tiene un claro valor preventivo frente al tumor de colon?
Existen varias razones para ello. Si se analiza a fondo el trabajo aparentemente negativo publicado por los especialista del Brigham and Women, no resulta descabellado seguir teniendo fe en que aspirina es aún un sólido valor frente al tumor de colon. Porque hay tres pegas en relación a este estudio controlado sobre aspirina y cáncer que hay que tener en cuenta.
La primera, importante, es que los tumores de colon no fueron nunca uno de los objetivos que se buscaban en el PHS. Así, los estudios se diseñan con el intento de probar hechos que antes han sido definidos con toda claridad. Los datos que sin estar buscándose aparecen inesperadamente en una determinada investigación no siempre son fiables aunque tengan valor matemático. Se ha demostrado en muchas ocasiones lo difícil que es, cuando se persiguen de manera primaria, reproducir los resultados que han aparecido de forma secundaria en otro ensayo clínico
La segunda es que el PHS duró muy poco tiempo. Los expertos insisten en que cinco años de consumo continuado de aspirina —que fue lo que duró el PHS— no es tiempo suficiente si de lo que se trata es de prevenir tumores en el colon. Para que aspirina, o cualquier producto de su categoría, sirva de prevención contra el cáncer de colon, debe ser consumido durante varios años, más de 10.
La tercera razón que hace en este caso que el trabajo de los expertos del Brigham no sea definitivo es que la dosis de aspirina que se usó fue algo baja. Los médicos del PHS consumían 325 miligramos de aspirina en días alternos y en los datos de observación que se han publicado hasta la fecha se ha hablado de dosis semanales de aspirina un poco más elevadas.

A BATALLA CONTRA EL CANCER DE COLON
(y III)

DE NUEVO, EL TRIUNFO DE LA EPIDEMIOLOGIA
De la misma manera que la primera gran batalla que aspirina ganó en su particular guerra contra las enfermedades coronarias tiene una fecha: el 27 de diciembre de 1987 —cuando se hicieron públicos los primeros resultados del PHS—, existe un día en el que aspirina conquistó uno de sus mejores logros frente al cáncer de colon. En la tercera página del número del 7 de septiembre de 1995, el doctor Edward Giovanucci y seis colegas más (todos también de Boston) firmaban en el New England Journal of Medicine el mayor estudio de cohorte jamás realizado sobre aspirina y su valor preventivo en el cáncer de colon en las mujeres.
Los estudios de cohorte forman parte de otras de las grandes estrategias de las que se sirve la epidemiología moderna. Se trata de observar, de forma prospectiva, y a lo largo del tiempo, los problemas de salud que van surgiendo en una gran población de individuos. Una población que en general la forman muchas decenas de miles de personas a las que se les realiza un interrogatorio muy extenso en el momento en el que se inicia el trabajo. Y se preguntan un sin fin de detalles que pueden ser de valor cuando se analicen luego, al cabo de los años. De forma periódica, los cuestionarios se vuelven a mandar a los participantes y de su estudio se consigue información muy valiosa sobre la incidencia de las enfermedades que empiezan a surgir entre los estudiados y los factores que pueden estar influyendo en las causa de esas patologías.
l Nurses Health Study comenzó en 1976. Bajo el paraguas de la Universidad de Harvard, un grupo de científicos reclutó a 121.701 enfermeras tituladas con edades comprendidas entre los 30 y los 55 años que trabajaban en EEUU. Se trataba, en un principio, de ver los factores que influían con los años en la aparición de enfermedades cardiovasculares y de cáncer de mama entre ellas.
Lo que ocurrió fue que, en 1980, el cuestionario se completó con más preguntas, en un intento de comprobar si la dieta, aspirina y otro tipos de AINE,s influían en la aparición de algunas formas de cáncer, entre ellas el de colon. Así se consiguió que un total de 89.446 profesionales formaran parte del grupo en el que se investigó la relación entre aspirina y tumores de colon.
Las conclusiones del estudio fueron tajantes: 10 años de uso continuado de aspirina-con dosis que normalmente se recomiendan para reducir el riesgo cardiovascular en los varones, 325 miligramos un día sí y otro no se asociaron con una disminución significativa del riesgo de padecer cáncer de colon, al menos en mujeres. Giovanucci insiste en su comentario que hay que estar por lo menos una década consumiendo aspirina, y a una dosis mínima de cuatro comprimidos por semana, para que esta asociación sea matemática y positivamente significativa.
Los autores, expertos en epidemiología de la Universidad de Harvard, concluyen que 10 años de uso continuado de aspirina se asoció a una disminución de un 37% en el riesgo relativo de padecer cáncer de colon. Según los investigadores, se observó que, a medida que pasaban los años, existía incluso una mayor disminución de este riesgo. Tras 20 años de consumo de aspirina, las probabilidades de padecer un cáncer de colon fueron un 44% menores que las que tuvieron las mujeres que no habían tomado aspirina casi nunca.
El estudio, y sobre todo, el editorial que lo acompañó en las páginas de ese número de New England, levantaron polémica. El doctor Aaron Marcus, un especialista del Veterans Affairs Medical Center de Nueva York, escribió en su comentario editorial que comprendía que el trabajo era epidemiológico y que con él sólo se podía hablar de asociación y no de relación causa-efecto. Sin embargo, Marcus, consciente de lo difícil que resultaría realizar un ensayo controlado en toda regla con aspirina y prevención de cáncer de colon, se aventuró a recomendar el uso de aspirina al menos en personas con riesgo elevado de sufrir un tumor de este tipo. Sobre todo, en aquellas que tuvieran un pariente próximo al que se le hubiera diagnosticado un cáncer de colon en edades relativamente tempranas de la vida.
Marcus también consideró que la relación entre el coste y el beneficio de tomar aspirina frente al cáncer de colon se encontraba dentro de los límites de lo que en la medicina moderna cuestan otras actuaciones preventivas. De acuerdo con los resultados obtenidos en el Nurses Health Study, para prevenir un caso de cáncer de colon en mujeres otras 456 féminas deben consumir aspirina durante 10 años seguidos. Eso quiere decir un millón y medio de comprimidos de aspirina. Al precio que tiene la aspirina genérica, lo que costaría en teoría prevenir un tumor en el colon no es muy descabellado, sobre todo si se compara con lo que valen muchos otros procedimientos que ya se llevan a cabo en medicina preventiva.
A Marcus le llovieron las críticas. En pocas ocasiones le han llegado al New England Journal of Medicine tantas cartas comentando un estudio. Muchas misivas matizaban el editorial de Marcus, pero otras apoyaban el uso de aspirina en aquellos que más riesgo tuvieran. Los críticos opinaban que aspirina no es un producto inocuo -puesto que puede provocar hemorragias digestivas. Los defensores apuntaban que con un sólo medicamento se podría prevenir una patología muy frecuente como es la coronaria y otra muy traicionera como lo es el cáncer de colon.
De acuerdo con Peter Boyle, un especialista del departamento de Medicina del Queen Elizabeth Hospital de Birmingham en Inglaterra, «además tenemos el problema de que el ensayo controlado que habría que hacer para probar que aspirina reduce de una forma significativa la incidencia de cáncer de colon necesitaría reclutar a 200.000 personas de más de 55 años y tendría una duración por lo menos de cinco años».
«Independientemente de lo problemático que resultará conseguir un número tan elevado de participantes, existe una dificultad añadida”, afirmó en una entrevista Lynn Rosenberg. «¿Cómo conseguimos un grupo control lo suficientemente grande y de individuos de una determinada edad que no hayan tomado o tomen aspirina, si este fármaco es obligatorio en el tratamiento de algo tan frecuente como es la enfermedad coronaria?»

COMO COMBATE LA ASPIRINA EL CANCER DE COLON
El por qué aspirina puede ser eficaz frente a un tipo de cáncer tan común como lo es el de colon no es fácil de explicar. Mientras la acción del fármaco frente a la patología coronaria se debe a la capacidad de aspirina para interferir en las plaquetas -y que éstas ayuden a la formación de un trombo intravascular- frente al cáncer, aspirina probablemente batalla en muchos frentes.
Uno de ellos, que ha sido comprobado de forma experimental en el laboratorio -sobre todo en líneas tumorales celulares- es el de promover la apoptosis de las células malignas.
La palabra apoptosis, que en griego significa “caída de la hoja”, está siendo muy utilizada en biomedicina en los últimos años y ha llegado incluso hasta la opinión pública. Los científicos entienden por apoptosis el suicidio programado de las células. Es, precisamente, la incapacidad de frenar su crecimiento, de pararse, lo que caracteriza a las células malignas. Éstas jamás, por sí mismas, son capaces de suicidarse de la forma que lo hacen la mayoría de las células del organismo. Aspirina, al parecer, ayuda a que en el cáncer de colon las células malignas entren en apoptosis, utilizando además un mecanismo diferente al que utilizan otro tipo de quimioterápicos anticancerosos para provocar este suicidio celular.
ero aspirina también puede tener, junto al de la apoptosis, otro tipo de estrategias moleculares capaces de interferir procesos cancerosos. Su capacidad para inhibir el enzima COX-2 es uno de ellos. En un estudio publicado en la revista JAMA (en 1999) se sugería que los cánceres de colon en los que la presencia de COX- 2 era más evidente eran precisamente los que peor pronóstico tenían.
El hecho es tan relevante que muy recientemente la FDA, el organismo que en EEUU controla los medicamentos y los alimentos, aprobó una indicación nueva para un inhibidor selectivo de la COX-2 de reciente incorporación al mercado. Se trata del celecoxib, el famoso Celebrex de la compañía Searle. Los ensayos clínicos que se han hecho con este producto en pacientes con poliposis colónica familiar (una enfermedad hereditaria, que se caracteriza por la presencia de multitud de pólipos en la mucosa del intestino grueso y que casi siempre degenera en cáncer de colon) son definitivos. El ensayo estuvo patrocinado en parte por la división preventiva del Instituto Nacional del Cáncer y en él se evaluaron a 83 pacientes con poliposis colónica familiar. El grupo de pacientes que recibió el celecoxib tuvo una reducción del 28% en el número de pólipos de colon, mientras que los que tomaron placebo sólo lo redujeron en un 4%. La propia FDA reconoce que estos estudios no prueban que los anti COX-2 del tipo del celecoxib sean aún de utilidad clínica, y ha puesto una condición a los laboratorios: la de que continúen haciendo más ensayos con muchos más enfermos para evaluar hasta dónde pueden servir, no ya en el tratamiento de los tumores benignos de colon, sino hasta en el de los malignos.
De hecho, ya existen varios ensayos clínicos en marcha que tratan de averiguar si los nuevos inhibidores selectivos de la COX-2 pueden ser útiles en el tratamiento de los adenomas benignos del colon. También se está pensando en estudios que incorporen estos medicamentos novedosos incluso al tratamiento del cáncer de colon establecido. Las empresas que han descubierto el celecoxib y el rofecoxib -bautizadas en muchos medios de comunicación como las superaspirinas para combatir el dolor y la inflamación sin provocar efectos secundarios- están dispuestas a invertir mucho dinero en un intento de demostrar que sus productos tienen como valor añadido nada menos que una capacidad anticancerosa. Con una previsión de ventas de más de mil millones de euros anuales de cada uno de los nuevos COX-2 hasta ahora aprobados, se entiende que se busquen para estos productos parte de los perfiles míticos que tiene ya la aspirina de siempre.

AHOGAR EL CANCER
Sin embargo, los mecanismos que hacen que la aspirina, o cualquier otro producto que inhiba la cicloxigenasa 2, actúe contra el cáncer, no se limitan sólo a favorecer el suicidio de células malignas o a frenar los efectos deletéreos de la excesiva expresión de la COX-2 en los tumores de colon más malignos. Aspirina, los AINE,s tradicionales, el celecoxib y el rofecoxib, también inhiben la angiogénesis, por lo que puede que contribuyan a ahogar a los tumores, privándolos de sangre, y a frenar su crecimiento.
El desarrollo de un tumor maligno depende en gran medida de su capacidad para generar nuevos vasos sanguíneos que lo nutran y lo ayuden a crecer y a expandirse. Una de las nuevas dianas terapéuticas que tiene más esperanzados a los especialistas en oncología es, precisamente, la angiogénesis. Si se consigue demostrar que bloquear con medicamentos la generación de vasos sanguíneos frena el crecimiento tumoral, se habrá dado uno de los mayores avances contra el cáncer de las últimas décadas.
En el laboratorio al menos, tanto aspirina como las drogas de su categoría, son capaces de frenar la angiogénesis. En el número de la primera quincena de junio de 1998 de la revista Cell —una de las de mayor impacto científico del mundo— investigadores de la universidad de Osaka en Japón publicaron que la ciclooxigenasa regulaba la producción por parte de las células tumorales de los factores necesarios para crear nuevos vasos sanguíneos. Masahiko Tsuji y su equipo comprobaron también que aspirina modulaba la producción de factores angiogénicos por parte de las células cancerosas del colon y, además, regulaba asimismo la angiogénesis que se deriva de las células del endotelio de los propios vasos.
Este estudio venía a certificar otro realizado en 1983 por el sueco Hans Peterson, en el que se sugería que aspirina inhibía la vascularización de tumores trasplantados a ratones.
El espaldarazo definitivo que obliga a los expertos a profundizar en años venideros en el papel antiangiogénico de aspirina a la hora de combatir el cáncer lo dio la revista Nature Medicine a finales de 1999. En el número de diciembre de ese año, la joven publicación -filial de la legendaria Nature, que en sus pocos años de vida ha logrado un factor de impacto muy elevado- publicaba un trabajo que de nuevo demostraba que, en el laboratorio, los inhibidores de la ciclooxigenasa frenaban la angiogénesis. En el comentario adicional, titulado de forma categórica Aspirina frente al Cáncer, firmado por Esteven Shiff de la Universidad Rokefeller y por Basil Rigas de la Facultad de Medicina de Nueva York, se insistía en que el fármaco tiene un número muy elevado de efectos fisiológicos y que, dado su posible valor como anticanceroso, tendrá que ser estudiado muy en profundidad a lo largo del siglo XXI.
Muchos pacientes con cáncer en el colon, o con tumores benignos que pueden malignizarse están siendo estudiados de forma controlada con fármacos inhibidores de la COX-2. Los resultados de estos trabajos puede que certifiquen el valor preventivo de aspirina en la oncología del futuro.

 La información que circula por internet muchas veces no es fiable o no es veraz. Con este articulo pretendo ser lo más objetivo posible ateniéndome a la evidencia científica. Es decir, no pretendo dañar a ninguna marca, ni al desarrollo e investigación sobre determinado principio activo. Me baso en lo publicado acerca de determinados mitos de la vida diaria y rumores que circulan por internet para explicarlo científicamente. No pretendo dar un discurso sobre que es la aspirina. Ya circula mucha información ya por internet al alcance de todo el mundo. Sin embargo, me gustaría comentar un poco estos mitos y realidades del llamado genéricamente como Ácido Acetilsalicílico. ¿Comenzamos? 

Según la wikipedia el AAS (Acido Acetilsalicílico), principio activo de la Aspirina, se trata de una sustancia multiusos, por así decirlo, extraída del Sauce Blanco desde tiempos inmemorables. Hipócrates (Medico de la Antigua Grecia) en el siglo V a.C. habló acerca de una sustancia amarga extraída de este árbol que permitía calmar los dolores y disminuir la fiebre. Mientras los indios americanos en el Nuevo Continente también conocían las propiedades de este producto. Los curanderos quitaban los dolores cefálicos, musculares, fiebres y reumatismos ocasionados por las continuas guerras entre pueblos y complicadas enfermedades. Sería en 1897 cuando un químico alemán Félix Hoffman de la casa Bayer sintetizaría un acido Acetilsalicílico muy puro y con grandes expectativas comerciales. Así surgió la Aspirina®, ganadora de un premio nobel, considerada como uno de los 5 inventos esenciales del siglo XX que llegaría a la Luna 73 años después de que este químico alemán sintetizase la molécula característica de la “Pastillita blanca”. Se dice que cada segundo 2500 personas en el mundo consumen una aspirina, el 85% de esas 2500 aspirinas se produce en la fábrica de la propiedad de Bayer, en mi tierra, Asturias. Mientras el otro 20% cuenta con dependencias en todo el mundo: EEUU, Europa y Latinoamérica. Para todos los que quieren informarse sobre este pequeño gran producto pueden entrar en: 


En lo que a nosotros nos concierne… ¿Para qué vale la Aspirina? ¿Qué usos principales tiene? 

educacion 


La Aspirina, es un producto clasificado dentro de los fármacos antiinflamatorios no esteroides o (AINES). Estos fármacos como principales características permiten aliviar el dolor y disminuir la fiebre e inflamación en mayor o menor cantidad dependiendo del tipo de fármaco. 

Por otra parte, la Aspirina, es un potente antiagregante. Se dice que si personas afectadas por enfermedades del aparato circulatorio la tomasen diariamente se salvarían 100.000 vidas al año. ¿Qué quiere decir antiagregante? Antiagregante quiere decir en pocas palabras anticoagulante. Impide la formación de trombos en las venas porque impide la agregación plaquetaria (la unión de las plaquetas). Por eso es extremadamente útil para personas con riesgo de padecer una enfermedad cardíaca o vascular porque fluidifica la sangre. 

Alzhéimer: Se dice que al actuar como antiinflamatorio, la Aspirina, tiene un efecto neuroprotector en el encéfalo y reduce alrededor de un 80% la muerte y degradación neuronal ocasionada por esta enfermedad. 

Canceres: Para numerosos tipos de cáncer existen estudios acerca de la utilidad de la Aspirina®, para su prevención y tratamiento en mayor o menor medida. 

Antireumatoide: Disminuye los dolores e inflamaciones ocasionadas por las enfermedades crónicas reumatoides o inflamatorias que afectan a los huesos. 

Estos son algunos de los numerosos usos de esta pequeña pastilla. Existen muchos más pero si me pusiese a explicarlos todos podrían escribir hojas y hojas y no llegaríamos a lo que es el meollo de la cuestión en este artículo. Con todo esto podemos explicar el por qué de las siguientes cosas:
 




¿Cuáles son los mitos y realidades en los usos cotidianos de la aspirina? 
 

La Aspirina como analgésico en menstruación y embarazo 

La Aspirina, NO se puede usar en la menstruación y embarazo (en el 1er y último trimestre), puesto que, como hemos comentado, es anticoagulante. Esto podría aumentar la hemorragia en el caso de la menstruación o en el parto. Solo se debe tomar bajo la prescripción de un facultativo. Por otro lado, nunca se debe tomar Aspirina en grandes cantidades porque podremos causar una hemorragia interna que comienza con un sangrado de la nariz. 

La Aspirina en Niños 

La Aspirina NO se puede administrar a los niños menores de 12 -15 años puesto que puede producir una enfermedad conocida por el síndrome de Reye. Esta se caracteriza por un síndrome confesional con vómitos, hepatomegalia, somnolencia que puede llegar incluso hasta el coma. 



Las mujeres se ponen cachondas si se beben aspirina mezclada con Coca-Cola: Este rumor conocido desde hace siglos es completamente falso. Hay además numerosas variantes de este mito entre ellas estaban también la de que podría matarte o drogarte con determinadas dosis. La Aspirina sí era utilizada antiguamente junto a la Coca – Cola para potenciar sus efectos y que actuase más rápidamente por la actuación sinérgica de dos compuestos: el AAS y la Cafeína. El problema es que al juntar los dos ácidos: el de la Coca-Cola (acido carbónico) y el de la Aspirina, se puede producir un gran efecto secundario que son las ulceras gástricas y unas grandes taquicardias al no dosificarse adecuadamente. Actualmente se vende en forma farmacéutica un producto, Cafiaspirina, que contiene estos dos principios activos. El rumor de que la Aspirina con Coca-Cola causaba excitación y servía como afrodisiaco se debía a que al aumentarse la excitación física o aumentarse la actividad metabólica a causa de la cafeína también se podía dar una excitación sexual. Se comprobó que no sirve como afrodisiaco químico pero si puede ser coadyuvante de la libido al aumentar la actividad física y tener ganas de hacer “cositas”. Además nadie te podrá decir que no lo puede hacer porque tiene dolor de cabeza. 

La Aspirina y la migraña 

Según las fuentes que he consultado ninguna afirma que la aspirina cure la migraña; un mal con mucha incidencia en mujeres. A mi opinión la efectividad analgésica de este fármaco no es tanta como para aliviar los molestos dolores ocasionados por esta pequeña enfermedad. Para ello, existen otros fármacos analgésicos más potentes y más enfocados para el tratamiento del problema migrañoso. 

La Aspirina como anticonceptivo 

Al contrario de lo que creen muchos jóvenes y no tan jóvenes. La Aspirina no interviene para nada en el recuento de espermas en el semen, no los altera ni reduce su cantidad. Un hombre por más que se tome 15 aspirinas no va a tener menos esperma. El origen de esta creencia es que el AAS, es precisamente eso, un acido. Y la vagina impide que penetren los espermas no validos gracias a la mucosa acida que hay en ella. Se conoce de hospitales que recibían prostitutas con ulceraciones y quemaduras por acido en la vagina y era porque ¡se introducían aspirinas en ella!, el pH de la vagina es extremadamente delicado así que más vale no tocarlo. Para los chicos, mi consejo, si lo que queréis es no tener descendencia, poneos un condón o haceos la vasectomía. Chicas si lo que queréis es no tener un hijo aguantaos la aspirina entre las rodillas y no dejéis que se caiga bajo ningún concepto. 

La Aspirina como antihipnotico 

La aspirina con cafeína podría provocar una excitación física que impida dormirte. Esto se debe específicamente a la cafeína no al AAS. No os toméis aspirinas pudiéndose tomar una simple Coca – Cola. Vuestro estomago os lo agradecerá.
 

Aspirina para los animales 

Aunque nos pueda parecer que la Aspirina es multiusos, en realidad, no lo es. La Aspirina está hecha por y para humanos y no es tan útil en animales. Vuestras mascotas, tienen reducida la capacidad de lo que se conoce en farmacología como primer paso hepático o coloquialmente como filtrado hepático y renal. La droga esta más tiempo en su organismo y lo puede matar. Así que ya sabéis la próxima vez que se os ocurra darle una aspirina a vuestro gato, pensad que le estas matando con una gran probabilidad. Cuidad a vuestra mascota y consultar a vuestro veterinario. 


Usos caseros 

La Aspirina, aunque parezca mentira, también es útil en el ámbito domestico. Por internet he encontrado estos pequeños trucos caseros con la pequeña pastilla blanca. Aunque a muchos no les haya encontrado una explicación verosímil he aquí una muestra de ellos.