LAS CARDIOPATIAS SON MAS GRAVES QUE EN
EL HOMBRE
Un decálogo para vigilar la salud
coronaria de la mujer
Los problemas cardiacos provocan más muertes
en la mujer que, por ejemplo, los tumores de mama. Sin embargo, muchas féminas
desconocen que sus cardiopatías son más graves que si las sufre un hombre y que
los indicios de un infarto de miocardio son distintos. El Programa de salud
femenina del el Centro Médico Cedars-Sinai (EEUU) proporciona una serie de
pautas para conocer estos síntomas y controlar la salud cardiovascular
femenina.
Noel Baire Merz, director de este programa,
aclara que además de la sintomatología clásica –dolor en el pecho que se
extiende hacia los hombros, el cuello y el brazo, falta de aliento...–, un
ataque al corazón provoca entre las féminas otros indicios, como indigestión,
nauseas o vómitos, fatiga, malestar en el pecho y dolor entre los omóplatos.
Chequeos
anuales
Asimismo, recomienda que la paciente se someta a una serie de chequeos anuales:
de la tensión sanguínea y, si la paciente tiene más de 45 años o un historial
familiar de cardiopatías, también vigile sus niveles de colesterol y gluscosa.
Durante estos chequeos, será preciso atender a ciertos factores de riesgo, como
el historial familiar, ser fumadora o tener sobrepeso. Si la paciente presenta
alguno de estos factores, Baire Merz aconseja que pida asesoramiento para
reducirlos y que se someta a otras pruebas, como un electrocardiograma.
Fuera de la consulta, también deben seguirse algunas pautas para mejorar la
salud cardiaca, como practicar ejercicio, dejar de fumar, seguir una dieta
saludable (con abundantes frutas y verduras y que contenga pocas grasas
saturadas) y tomar una aspirina al primer síntoma de un ataque cardiaco.
El ejercicio reduce el riesgo de infarto
cerebral en las mujeres
EUROPA PRESS
Aumentar el nivel de actividad física se
asocia con una reducción sustancial en el riesgo de padecer infarto cerebral en
las mujeres, según un estudio publicado en la última edición del 'Journal of
the American Medical Association' ('JAMA').
El doctor Frank Hu, de la Escuela de Salud
Pública de Harvard (EEUU), y sus colegas estudiaron a un total de 72.488
enfermeras, de edades comprendidas entre los 40 y los 65 años, procedentes de
11 Estados distintos. En las mujeres que, en 1986, no se les había
diagnosticado ni enfermedades cardiovasculares ni cáncer, se observó su evolución
en 1988 y 1992.
Durante los ocho años del estudio (hasta 1994), se produjeron 407 nuevos
infartos entre las voluntarias. Los autores del estudio observaron que, tras
controlar la edad, el índice de masa corporal, el historial de hipertensión y
otros factores, la actividad física se asoció inversamente al riesgo de infarto
isquémico.
En concreto, el ejercicio de caminar se asociaba con una reducción del riesgo
total de infarto cerebral. Los investigadores también señalan que caminar a
grandes pasos y a un ritmo ligeramente rápido es más eficaz que caminar
tranquilamente.
Cambiar
los hábitos a cualquier edad
«Hemos observado magnitudes comparables de reducción del riesgo con gastos
equivalentes de energía al caminar y al realizar actividades físicas
vigorosas», indican los autores del estudio.
«Otro importante hallazgo de nuestro estudio es que las mujeres sedentarias que
iniciaron una actividad física en la madurez o más adelante tenían menor riesgo
de infarto que aquéllas que mantuvieron su vida sedentaria», señalan los
investigadores. «Esto que indica que la actividad física surte efecto a corto
plazo y que las personas mayores puede comenzar a hacer ejercicio en cualquier
momento, aunque hayan llevado una vida sedentaria en el pasado», añaden.
Según la información citada en el estudio, las orientaciones actuales de los
Centros de Control y Prevención de Enfermedades y del Instituto Nacional de la
Salud de EEUU recomiendan a caminar o realizar algún ejercicio físico al menos
30 minutos al día, preferiblemente los siete de la semana.
Cirugía plástica, los
peligros de la belleza
Liposucción e inyecciones de colágeno; aumento
o reducción del busto; cirugía de la nariz, boca y orejas; estiramiento del
cuello, frente y ojos. Láser. Implantes. Injertos del propio cuerpo o prótesis
artificiales... Son casi innumerables los procedimientos para mejorar la
apariencia física.
El doctor Joel Roskind, que lleva 22
años como cirujano plástico, certificado por el American Board of
Plastic Surgery, tiene más de un comentario que hacer sobre muchos de
éstos.
El opina que el público se deja llevar por lo
que está de moda, sin saber las consecuencias y los peligros que corre.
"Antes de seleccionar una cirugía se debe entender de qué se trata''.
Si suena demasiado bien para ser verdad, dice,
"hay que dudar'', pues se ha llegado al extremo de anunciar cirugías
cosméticas de "fin de semana'' y de "a la hora del lunch''. Si una
liposucción o un procedimiento de láser permiten regresar al trabajo al salir
de la consulta, "es porque el trabajo fue mínimo''.
Algunos de los procedimientos que se anuncian
son "demasiado nuevos, demasiado inútiles, o francamente, demasiado
peligrosos''.
Rodkin, que ha trabajado como profesor clínico
asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Miami, realiza al año
aproximadamente 400 a 600 cirugías plásticas en su consulta privada.
La liposucción es una de las más frecuentes,
junto a la cirugía facial. El especialista, miembro del American Society of
Plastic and Reconstructive Surgeons de los Estados Unidos, que agrupa a 4,000
miembros, analiza algunos procedimientos y considera que hay que pensarlo
"dos veces'' antes de someterse a ellos:
·
Cirugía de agrandamiento del seno sin implantes, o autóloga.
Este es un doble procedimiento, explica, que
incluye liposucción de un área del cuerpo (cadera, muslos o abdomen) e
inyección en el busto de esa grasa succionada. "Los que lo realizan alegan
que es más seguro que el implante de silicón'', dice Roskind. Pero tiene en su
contra lo que considera un peligro: la grasa, una vez trasplantada, puede ser
reabsorbida por el cuerpo, como el colágeno y otras sustancias
inyectables. Con este procedimiento eso sucede en meses, y el busto que
resulta puede no quedarse en su forma original.
También se pueden crear peloticas de grasa en
el busto o áreas de células muertas de ellas. Otra de las preocupaciones es que
cuando esa grasa se reabsorbe, va dejando calcificaciones en el seno. "Y
si se requiere un mamograma, es imposible distinguir entre una
calcificación por esa causa o por una lesión precancerosa''. Para esclarecer
eso se requiere entonces una biopsia.
En cuanto a los implantes de silicón, sí los
recomienda.
·
Levantamiento endoscópico de las cejas.
Las técnicas tradicionales de cirugía para las
arrugas formadas en el entrecejo, estiran o aplanan el músculo en donde ellas
aparecen, levantando las cejas a través de una larga incisión en lo alto de la
frente, para estirar la piel y el músculo afectado.
Las nuevas técnicas emplean instrumentos de
fibras ópticas para visualizar y luego tratar quirúrgicamente la zona. Se hacen
pequeñas incisiones en la frente. Esto gusta, porque libera al paciente de las
arrugas, toma sólo una hora, se hace en consulta externa, y no es peligrosa.
"Es una buena idea, con la que se
logra a corto tiempo grandes resultados; pero a la larga, tiene un
resultado pobre'', dice el especialista, que aboga por el primer método.
"Porque además de corregir las arrugas de la frente, permite elevar una
ceja caída y estirar el párpado superior. Mientras que el endoscópico está
diseñado para trabajar sólo el músculo de la frente, y a veces los diminutos
túneles que hacen los instrumentos, no permiten al cirujano trabajar el músculo
a su forma original''.
·
Aumento del busto por endoscopía/liposucción del busto en cirugía
de reducción.
A diferencia de la cirugía más tradicional de
implante de silicón en el busto mediante un corte por debajo, bajo la axila o
alrededor del pezón, el otro procedimiento introduce un aparato grande
endoscópico por el ombligo, y desde allí se introducen hacia los senos, sacos
de implante vacíos, que luego de situados se llenan con solución salina. Esto
se hace para disminuir la cicatriz; pero según el especialista, cuando se hace
el implante directamente, la cicatriz tiene dos pulgadas y prácticamente es
invisible a los seis meses.
Pero con la endoscopía, controlar, en términos
de uniformidad, la colocación apropiada y simétrica de los implantes, "es
difícil'', pues trabajando a distancia, se corre el riesgo de falta de
uniformidad en los implantes, o de que el líquido insertado se riegue por el
ombligo o el seno.
La liposucción como forma de reducir los senos
no la recomienda tampoco porque deja cicatrices, y traumatiza esa zona del
cuerpo.
·
Sustancias inyectables combinadas, autólogas y no autólogas.
Estas incluyen combinaciones de colágeno no
autógeno con la sangre del paciente o con su grasa -para evitar que el cuerpo
las rechace y que el resultado sea a largo plazo-, y se emplean para suavizar
las arrugas de la cara, aumentar los labios o la nariz. "Lo cierto es que
no se puede prevenir totalmente el rechazo, cuando se emplean sustancias ajenas
al cuerpo''. Se debe hacer una prueba de alergia cuando se inyecta la
sustancia, y luego otra un año después.
Por otra parte, como cualquier sustancia
líquida es reabsorbida por el cuerpo, autóloga o sintética, no tienen efectos a
largo plazo.
·
Implantes de glúteo.
Creados para alzar esa zona, ésta es una de las
cirugías que el especialista aconseja "olvidar''. "Nunca, en toda mi
carrera he visto uno que sirva realmente. Los pacientes se tienen que sentar
sobre las heridas, mientras se sanan, y esto no sólo se demorará, sino que las
heridas son intensas y dolorosas''. Lo mejor, concluye, es gastar ese dinero en
el gimnasio.
Las recomendaciones de la American Society
of Plastic and Reconstructive Surgeons incluyen el consultar varios
cirujanos, y quedarse con el que tenga no sólo un buen entrenamiento, sino el
que mejor le caiga a usted.
Debe pedirle su certificación, y recordar que
los cirujanos certificados por un junta médica profesional no necesariamente
están entrenados para hacer cirugías cosméticas. "El board o junta
que certifica es la del American Board of Plastic Surgery de los
Estados Unidos''.
Esto requiere: haberse graduado de una escuela
médica acreditada en los Estados Unidos; pasado tres o más años de residencia
en cirugía general o equivalente; dos años de residencia en cirugía plástica y
dos años de práctica, además de haber pasado exámenes orales y escritos y ser
aprobado por esa junta.