El que la prevalencia de obesidad esté aumentando
progresivamente, ha dado lugar a que cualquiera pretenda manejar sin ton ni son
esta enfermedad y su tratamiento, sobre todo el dietético.
Además de las complicaciones que la obesidad trae por sí misma (como
diabetes, hipertensión, cáncer, insuficiencia respiratoria), las personas que
la padecen se ven expuestas a todo el bombardeo publicitario de productos y clínicas
"especializados" en la reducción de peso.
Desgraciadamente no existe un organismo rector que se encargue de
estudiar y comprobar la veracidad de los tratamientos dietéticos para después
autorizar su publicación y empleo en la población.Contrariamente a lo que
podría pensar mucha gente, un tratamiento dietético es de empleo delicado y si
no se maneja adecuadamente y bajo la vigilancia de un profesional puede
conducir, incluso, a la muerte.
La única manera de perder peso es modificando la relación entre la
ingestión de energía y su utilización, es decir, reduciendo la ingestión de
alimentos e incrementando la actividad física, a través del ejercicio; estas
modificaciones, para que su efecto sea permamente, deben ir acompañadas de la
modificación de hábitos alimentarios y de conducta.
Muchas de las dietas publicadas en revistas y en algunas
organizaciones engañan al público, como lo son la Dieta de la Toronja, la de
Angélica María, así como el uso "naturista" de tés, algas, lecitina,
vinagre de sidra, fructosa, fibra en exceso, y los ayunos en la que se incluye
la dieta de La Luna. Y de los más peligrosos como el uso de "complementos
naturales" que en realidad son drogas que afectan el sistema nervioso.
Lo importante de reducir peso no es bajar por bajar, sino perder
grasa, no músculo; las dietas mencionadas sí favorecen la reducción de peso
pero a costos muy altos para la salud (y la estética). No tiene sentido perder
peso y terminar "la dieta" con el cuerpo flácido, con alteraciones
del carácter y con otras enfermedades. No existe algún alimento mágico o
milagroso que ayude a perder peso, las dietas deben ser balanceadas y variadas.
Las propiedades que le atribuyen a algunos alimentos carecen de fundamento. La
grasa del organismo ni se quema, ni se corta, ni se diluye, sólo se quema en
una sartén y se corta en los trastos de un fregadero, por lo tanto, ni la
toronja, ni el limón, ni el vinagre logran algún efecto positivo y sí pueden
conducir a una gastritis cuando se consumen, como recomiendan las pseudodietas,
en ayunas.
Las dietas que se basan en el consumo de grasas, carnes y pocos
cereales (tortillas, pan, arroz) pueden conducir a una condición fisiológica
llamada cetosis (y esta a la muerte), elevar el colesterol de la sangre, fatiga,
problemas del riñón, etc, por lo que solo deben realizarse bajo una estricta
supervisión de un especialista en nutrición, y nunca por un periodo prolongado.
El hacer ayuno para "desintoxicar" el organismo también carece de fundamento, ya que se ha comprobado que el omitir alimentos lo único que ocasiona es que el cuerpo gaste menos energía y almacene grasa, además de ocasiona alteraciones a nivel metabólico que afectan la capacidad mental del que los realiza.