Levantamiento de pesas para las personas mayores

Desde 1940 hemos recomendado que las personas mayores practiquen el entrenamiento culturista, que les producirá mejoras notables en su condición física y aspecto general y una salud y bienestar envidiables.

Existe en la actualidad un estudio que se realiza a nivel de todos los Estados Unidos para determinar hasta qué punto es capaz el culturismo de ayudar a las personas mayores a que puedan abandonar las residencias asistidas. Con el rápido incremento de la población de más de 65 años en todo el mundo occidental, el envejecimiento se ha convertido en un problema importante dentro del área de la salud pública. El nivel de enfermedades degenerativas crece entre la población madura, y la carga social referida al cuidado de salud para las personas ancianas se ha hecho crítica.

Los fallos físicos y la pérdida de función biológica en los ancianos se están haciendo más recuperables. Nuevos estudios han demostrado que las personas que entrenan envejecen más lentamente que la mayoría de la población. Tienen más resistencia, trabajan más deprisa.  Poseen mayor movilidad. Sus huesos son más fuertes, y se reduce así el riesgo de fracturas debilitantes.

Con un gasto de tiempo muy reducido, la persona mayor de ambos sexos, puede mejorar enormemente su calidad de vida, manteniendo una pérdida funcional mínima y pudiendo ser independiente hasta sus últimos años. Una de las medidas mas importantes de la salud pública en referencia a las personas mayores es el incremento de su actividad física.

Las personas que siguen entrenando pueden mantener un nivel máximo de rendimiento durante 30 0 40 años de su vida adulta. Los estudios efectuados sobre atletas maduros demostraron que su rendimiento deportivo equivalía al de las personas de 25 años. Y aunque los atletas tienden a entrenar con menos vigor a medida que van envejeciendo, las personas con un promedio de media edad que comienzan a entrenar en serio muestran una respuesta que disfraza perfectamente los efectos normales del envejecimiento.

La mayor parte de los estudios organizados han utilizado entrenamiento aerobio. AI basarse en tales investigaciones, las conclusiones relativas a las gentes que se han estudiado muestran que la práctica regular del ejercicio aerobio hacía más lenta la pérdida de capacidad aerobia característica del envejecimiento. En esos estudios, se comprobó que esa pérdida, entre las personas de vida sedentaria, se debía más a la inactividad que al proceso de envejecimiento.

A pesar de los problemas cardiacos, la artritis y otras enfermedades, las seis mujeres y los cuatro hombres participantes que se sometieron a un programa donde se buscaba desarrollar los músculos de las piernas con ejercicios convencionales del entrenamiento culturista, triplicaron la fuerza de sus piernas y aumentaron el tamaño muscular en un 9 por 100 a lo largo de un periodo de ocho semanas. Las 10 personas utilizaron máquinas de extensiones de piernas, trabajando una pierna cada vez durante un periodo total de 45 minutos y a lo largo de ocho semanas. La mayoría de ellos adquirieron mayor movilidad, otros dejaron sus bastones y otros caminaron mas rápido.

El estudio deja un campo abierto a la investigación de los efectos del entrenamiento con pesas sobre adultos, ancianos y minusválidos.

Las Verduras 

 

 

 

Comer es un placer mediante el cual reponemos energías. Y no sólo eso: muchos productos naturales favorecen de manera específica nuestra salud.

 

 

"No existe ninguna enfermedad, por terrible que sea, para la cual el Creador no haya previsto en el mundo vegetal la cura correspondiente", escribió Paracelso. No estaba equivocado: en nuestros días la búsqueda de medicamentos para combatir enfermedades consiste en rastrear el arsenal biológico del planeta. Si bien es cierto que el remedio más saludable es el que no tomamos, la naturaleza ofrece productos tan eficaces como los fármacos, con la ventaja de que carecen de muchos de sus indeseables efectos secundarios.

No es novedoso. Los gladiadores romanos se atiborraban de perejil y ajo antes de una contienda. En la alta Edad Media europea, Hildegard von Bingen redactó un tratado sobre el poder curativo de las manzanas, que en la actualidad ha sido confirmado por la ciencia . Pero gran parte de la antigua sabiduría natural se ha perdido. ¿Quién se desinfecta con miel, alivia el lumbago con compresas de papas e ingiere col hervida para combatir las afecciones cardíacas, o fermentada para cicatrizar sus heridas? ¿Cuántos saben que las rodajas de puerro alivian el malestar ocasionado por las picaduras de mosquito; una ración de acelgas elimina el cansancio, o el agua de avena alivia las afecciones de garganta? Pocos conocen que el germen de trigo contiene vitaminas A, D y E; que el puerro es bueno para la circulación sanguínea o que el apio se cuenta entre los antídotos contra la celulitis.

¿Pueden esas sustancias curativas naturales incorporarse a través de la comida? Los médicos están de acuerdo, siempre que la dieta sea variada y correcta. Pero ¿cuál de ellas?

Las cocinas macrobióticas, naturistas y vegetarianas recomiendan alimentos específicos para restaurar el organismo y prevenir dolencias. Muchos las rechazan, pero Mark Hegsted -especialista en nutrición de la Universidad de Harvard- reflexiona: "Quienes dicen que tales puntos de vista no pueden comprobarse, ¿están en condiciones de probar lo contrario, vale decir, que lo que comemos no ha sido influido por la productividad agrícola-ganadera y los manejos de la industria alimentaria?"

 

Pequeño vademécum vegetal

El avance de los conocimientos sobre nutrición permitió corroborar las propiedades curativas de algunos alimentos. Claro que sus resultados pocas veces se perciben de inmediato. No son en sí mismos una fuente de salud, aunque muchas enfermedades pueden prevenirse (e incluso curarse) si esos alimentos se incluyen en la dieta de forma adecuada.

No existe ningún producto que contenga todos los nutrientes que nuestro organismo necesita, pero las características de cada uno pueden aprovecharse al máximo.

La pera es digestiva y su mermelada, antitusiva. La lechuga beneficia a los insomnes; las lentejas ayudan a combatir la anemia incipiente; la manzana rallada es buena contra la bronquitis y para bajar la fiebre; el jarabe de membrillo elimina la inflamación de garganta. Cítricos, kiwis y frutillas son fuentes de vitamina C, importante reestructurador celular.

Un cóctel vegetal nunca estará de más: los especialistas consideran que 35 por ciento de los tumores podrían prevenirse modificando los hábitos alimentarios. Los ricos en fibra (frutas, legumbres y cereales), por ejemplo, se apuntan como alimentos anticancerígenos.

Un vaso de jugo de uva puede incrementar la absorción de un importante número de sustancias medicamentosas, como drogas para tratar la presión arterial elevada (antagonistas del calcio), algunos inmunopresores, corticosteroides y sedantes. El jugo inhibiría una enzima en el intestino delgado que entorpece la absorción de los principios activos de aquellos fármacos.

En muchos casos los medicamentos son imprescindibles, pero conviene saber que tomarlos en forma prolongada puede afectar el estado nutricional, y que algunos remedios impiden, o modifican, el aprovechamiento de los nutrientes de los alimentos que se ingieren luego. Por ejemplo, los lácteos y la tetraciclina -un antibiótico- se interfieren negativamente. En cambio, otros alimentos potencian la acción de ciertos compuestos, como el arroz los astringentes, o la fibra los laxantes.

 

Lista saludable

La que sigue es una lista de propiedades de los vegetales que el saber popular ha recogido durante siglos:

  • Repollo (revitalizador): desintoxica. Licuado, alivia dolores nerviosos de muelas y de cabeza. Las compresas de hojas de repollo alivian várices e infecciones en la piel.
  • Papa (calmante): contiene almidón, proteínas, provitamina A y vitaminas B y C. En rodajas, calma ampollas por quemaduras o picaduras de insectos. Hervir la cáscara de un par de papas e inhalar el vapor varias veces al día elimina la mucosidad.
  • Cebolla (remineralizante): contiene azufre, provitamina A, vitaminas B y C, hierro, yodo, silicio y sustancias antibióticas. Es laxante y diurética, restablece el equilibrio de las funciones orgánicas. Consumida en abundancia previene resfríos. Descongestiona, refuerza las defensas y el sistema nervioso.
  • Nuez (desintoxicante): la verde contiene vitamina C, varias del grupo B, proteínas, lípidos y azúcares asimilables. De las secas se extrae un aceite muy bueno para suavizar asperezas. La cocción de la cutícula que rodea la pulpa de la nuez (se desprende poniendo en remojo las nueces peladas durante toda la noche) fortalece las encías doloridas. Ese mismo líquido, frío y aplicado en compresas, mitiga las ampollas de los pies. Unas hojas de nogal en infusión desintoxican la sangre.
  • Banana (energética): calma el dolor de estómago, protege la mucosa estomacal de los ácidos gástricos, previene úlceras y combate el estreñimiento (verde, tiene mucho almidón, que es astringente). Rica en potasio, ayuda a regular la tensión arterial y es antidepresiva. La cáscara de las muy maduras, colocada como apósito, elimina verrugas y callos. Es una fuente de magnesio, nutriente que ayuda a convertir alimentos en energía y es vital para la transmisión de impulsos eléctricos a lo largo de músculos y nervios.
  • Espárrago (depurativo): rico en minerales, provitamina A y vitaminas B1, B2, B3 y C. Favorece el drenaje de riñones, intestinos, hígado, pulmones y piel. Es diurético y depurativo y si se come crudo resulta remineralizante. Calma las palpitaciones cardíacas y es bueno para diabéticos, pues disminuye la glucosuria. Su jugo evita hemorragias y vómitos durante el embarazo. Es laxante. Una dieta desintoxicante consiste en tomar dos días espárragos frescos crudos o cocidos con perejil, estragón, flor de tomillo y dos cucharadas de aceite de oliva.
  • Ajo (antibacteriano): contiene por lo menos dos antibióticos naturales eficaces y una sustancia a la que atribuyen supuestas propiedades anticancerígenas. Es antihelmíntico (repele parásitos), activador de la circulación sanguínea, antirreumático y descongestivo. El dolor de muelas puede aliviarse con un diente de ajo sobre la parte afectada. Su jugo elimina hongos de los pies y ayuda a ablandar callosidades.
  • Perejil (expectorante): contiene vitamina C y aceites volátiles. El jugo fresco de perejil con leche caliente favorece la expectoración en casos de catarro y bronquitis. Depura la sangre, el tracto digestivo y las vías urinarias. Para regularizar el ciclo menstrual, una o dos tazas diarias de infusión de semillas, o tres cucharadas de jugo fresco de hojas. Los baños de infusión concentrada mitigan la conjuntivitis.
  • Limón (desinfectante): una buena dosis todos los días favorece el rendimiento físico e intelectual y desintoxica. El jugo en un vaso de agua templada combate artritis y reumatismos. Su pulpa contiene pectina, eficaz para bajar el colesterol. Para atenuar la psoriasis, aplicar una mezcla en partes iguales de agua de hamamelis, yema de huevo y jugo de limón.
  • Algas (polivalentes): combaten la celulitis, la flaccidez y las arrugas. En general todas las especies tienen varias vitaminas, oligoelementos, yodo, sales minerales, proteínas y glúcidos. Algunas tienen propiedades anticoagulantes; sus derivados son reguladores intestinales y termostáticos. La espirulina es el alimento de mayor contenido proteico (entre 70 y 80 por ciento).
  • Miel (bactericida): excelente sustituto del azúcar refinado. Está compuesto de fructosa y glucosa, aunque también contiene aminoácidos, proteínas, enzimas, minerales, pigmentos y sustancias aromáticas y bactericidas, eficaces contra las afecciones rinofaríngeas.
  • Zanahoria (rejuvenecedora): llega a tener 12.000 UI (unidades internacionales) de provitamina A por cada 100 g y buen aporte de cobre. El jugo fresco es aconsejable en personas de estómago delicado. Contiene todos los aminoácidos esenciales y sus carotenos (sustancias precursoras de la vitamina A) la hacen beneficiosa en casos de afecciones de vista y piel. Como puré, regula la función intestinal y es empleada para controlar los procesos diarreicos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Antiguos remedios para nuevos males

Los malos hábitos y el abuso de sustancias tóxicas colaboran en la prolongación de los efectos de ciertas afecciones. Éstas son algunas propuestas naturales.

  • Hipertensión: reducir el exceso de sodio en la comida e introducir más alimentos crudos (poseen sales propias agradables al paladar). Beneficiosos: el ajo, la cebolla y el puerro.
  • Insomnio: hervir 100 gramos de ajo en 2 decilitros de agua con 200 gramos de azúcar. Tomar una cucharada antes de acostarse. Una manzana cruda con una cucharada de miel ayuda a conciliar el sueño.
  • Estrés: puede reducirse con el consumo de higos secos, manzanas, sandías, coles, pan integral, avellanas y miel. Sustituir el café por infusiones de frutas y ginseng.
  • Caspa: masajear todos los días el cuero cabelludo con vinagre de manzana.
  • Furúnculos: preparar una cebolla al horno, aplastarla y aplicarla caliente.
  • Acné: comer todos los días en ayunas una zanahoria rallada.
  • Flatulencias: hervir un poco de comino con leche y beber la mezcla lo más caliente posible.
  • Resaca: dos cucharadas de miel cada media hora. La fructosa ayuda a deshacerse del alcohol.
  • Uñas quebradizas: bañarlas todas las noches en un poco de aceite de oliva templado o frotarlas con jugo de limón.
  • Arrugas y cicatrices: la palta, muy rica en provitamina A y vitamina C, ácido fólico y aminoácidos, además de antiestresante es eficaz para suavizar arrugas y cicatrices (se aplica su pulpa aplastada sobre la cara durante diez minutos, tres veces por semana).
  • Estreñimiento: las ciruelas, así como las paltas son laxantes y purificadoras.
  • Disfunciones hepáticas: los alcauciles favorecen las funciones hepática y vesicular. Además previenen el cáncer de colon.

 

 

La cuestionada: SAL

 

 

 

 

 

Su valor se relaciona con la conservación de los alimentos y con sus propios componentes, que son indispensables. Es un ingrediente esencial para el equilibrio hídrico del organismo, la actividad muscular y nerviosa, siempre que no se abuse de ella ni se padezca de hipertensión.

 

 

 

Sus componentes son necesarios para el equilibrio hidroelectrolítico: en el organismo está ligada estrechamente con el agua. La sal aporta cloruro y sodio: a más contenido de sal en el cuerpo, mayor retención de agua.

La sal es un electrolito que, diluido en agua, se disocia en cloro (electronegativo) por un lado y sodio (electropositivo) por otro. Es fundamental para la actividad celular, muscular y nerviosa.

En una dieta saludable no debe haber más de 4 o 6 gramos de cloruro de sodio, incluyendo el que se agrega con el salero y el que contienen naturalmente los alimentos. Por lo general ingerimos entre 7 y 12 gramos por día: si reducimos su consumo disminuimos el riesgo de hipertensión.

Pero su falta es tan perjudicial como su exceso. La hiponatremia (disminución de sodio en la sangre) es común en los accidentes cerebrovasculares. La pérdida de sodio produce trastornos de memoria, concentración y conducta y somnolencia. Por el contrario, quienes tienen alterados los mecanismos de la sed y se deshidratan, padecen hipernatremia (exceso de sodio en la sangre).

Perdemos sal a través de la transpiración, la orina, las lágrimas y la materia fecal. En condiciones normales el organismo regula este tipo de pérdidas. Si hacemos ejercicios muy intensos y transpiramos en abundancia, el riñón ahorrará sodio produciendo menos orina. Aun así, conviene tomar mucha agua e ingerir caldo de verduras salado luego de haber practicado gimnasia.

¿En qué enfermedades está contraindicado el consumo de sal? En la hipertensión arterial, en algunos casos de diabetes y en patologías que involucren a los riñones (retención de líquidos). A las embarazadas se les reduce el sodio si tienen edemas originados en retención hídrica.

La sal marina no es mejor para los hipertensos que la común: tiene la misma cantidad de sodio.

Es interesante saber que con el paso del tiempo podemos volvernos adictos a la sal. Las papilas gustativas presentan un determinado umbral: si nos acostumbramos a comer con mucha sal, ese umbral se eleva y cada vez necesitamos más para alcanzar el sabor deseado. Por el contrario, si nos acostumbramos a reducir su uso, podremos llevarnos una grata sorpresa: la de descubrir el verdadero gusto de los alimentos.

 

 

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