Las dietas de urgencia

Está llegando el verano y siempre pasa igual.Ya hay mucha gente que se mira desnuda al espejo sin encontrar en él la silueta que quisiera.

Con ese desmesurado culto al cuerpo que impone la sociedad de nuestros días, al llegar esta época empieza el aluvión publicitario de las dietas consideradas milagrosas. Con el anzuelo de lo fácil que es perder los kilos de sobra,  proliferarán en las portadas de las revistas femeninas, y de las cada vez más abundantes publicaciones sobre salud y fitness, las dietas llamadas milagrosas. Se trata de combinar el zumo de pomelo con los huevos o de mezclar los perritos calientes con helados o de abandonar hasta el último gramo de hidratos de carbono y entregarse a las proteínas y las grasas. Y cuando no se recomiendan asociaciones raras se pide al sujeto que ayune hasta casi la huelga de hambre. De esta forma se garantiza a los incautos que llegarán a la playa con una silueta parecida a la que tienen los modelos famosos.

Los expertos en nutrición ya se han puesto de acuerdo para alentar contra este fraude. Y lo llaman así no tanto porque nieguen que en algunas ocasiones las dietas milagrosas consiguen sus propósitos y hacen perder peso a los que se atreven a llevarlas a cabo, sino por los peligros reales de estos procedimientos y la efectividad de estas dietas a medio y largo plazo.

Ayunar hasta que la acetona en sangre sea tan elevada que elimine la sensación del apetito, o ingerir sólo grasas con la intención de eliminar la producción de insulina por el páncreas es antifisiológico.

De hecho, los médicos insisten en que ya hay descritos muchos casos de complicaciones graves secundarias a este tipo de dietas. Además, los kilos perdidos de esta forma suelen recuperarse con gran facilidad.

El 99% de las personas que realiza una dieta de estas características y pierde peso vuelve a recuperarlo con el paso del tiempo. Habrá que repetir una vez más que los cuerpos perfectos son producto de un estilo de vida y no de una dieta de urgencia, por más yogures desnatados que se añadan a ella.

Los que quieran presumir en biquini tienen que plantearse una dieta completa y moderada de por vida y, sobre todo, hacer deporte casi todos los días.

La obesidad y su tratamiento actual

Tratar la obesidad con fármacos combinados, una dieta adecuada y ejercicio físico, son las claves para un tratamiento eficaz. Los endocrinólogos quieren que la obesidad sea considerada como una enfermedad con objetivos a largo plazo y realistas. Una de las soluciones puede llegar a ser la sibutramina.

El origen de la obesidad es multifactorial y se podría encontrar tratamiento con las nuevas soluciones farmacológicas que pueden contribuir a la pérdida moderada de peso y a su mantenimiento , según los especialistas reunidos en Barcelona donde se llevo a cabo una jornada informativa del tratamiento de la obesidad.

Los últimos avances en obesidad demuestran que está tendría un origen genético en el 40 por ciento de los casos, según Xavier Formiguera, jefe de la Unidad de Trastornos de la Alimentación del Hospital Germans Trias y Pujol, de Badalona.
“La pérdida de peso inicial se realiza de forma rápida, pero, a partir de un cierto punto, la reducción es cada vez más difícil” continuó el especialista.

La sibutramina, es un fármaco antiobesidad aparecido últimamente, actúa inhibiendo la recaptación de la serotonina y la noradrenalina, mecanismo de acción que produce mayor sensación de saciedad y mayor gasto energético; se perfila así como un tratamiento eficaz en la reducción de peso y en su mantenimiento para evitar un efecto rebote.

El Dr. Pedro Pablo García Luna, del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Virgen del Rocío, de Sevilla, dijo que los objetivos de los tratamientos deben ser progresivos, razonables y consensuados.

Dietas de Reducción

El que la prevalencia de obesidad esté aumentando progresivamente, ha dado lugar a que cualquiera pretenda manejar sin ton ni son esta enfermedad y su tratamiento, sobre todo el dietético. 

Además de las complicaciones que la obesidad trae por sí misma (como diabetes, hipertensión, cáncer, insuficiencia respiratoria), las personas que la padecen se ven expuestas a todo el bombardeo publicitario de productos y clínicas "especializados" en la reducción de peso.

Desgraciadamente no existe un organismo rector que se encargue de estudiar y comprobar la veracidad de los tratamientos dietéticos para después autorizar su publicación y empleo en la población.Contrariamente a lo que podría pensar mucha gente, un tratamiento dietético es de empleo delicado y si no se maneja adecuadamente y bajo la vigilancia de un profesional puede conducir, incluso, a la muerte.

La única manera de perder peso es modificando la relación entre la ingestión de energía y su utilización, es decir, reduciendo la ingestión de alimentos e incrementando la actividad física, a través del ejercicio; estas modificaciones, para que su efecto sea permamente, deben ir acompañadas de la modificación de hábitos alimentarios y de conducta.

Muchas de las dietas publicadas en revistas y en algunas organizaciones engañan al público, como lo son la Dieta de la Toronja, la de Angélica María, así como el uso "naturista" de tés, algas, lecitina, vinagre de sidra, fructosa, fibra en exceso, y los ayunos en la que se incluye la dieta de La Luna. Y de los más peligrosos como el uso de "complementos naturales" que en realidad son drogas que afectan el sistema nervioso.

Lo importante de reducir peso no es bajar por bajar, sino perder grasa, no músculo; las dietas mencionadas sí favorecen la reducción de peso pero a costos muy altos para la salud (y la estética). No tiene sentido perder peso y terminar "la dieta" con el cuerpo flácido, con alteraciones del carácter y con otras enfermedades. No existe algún alimento mágico o milagroso que ayude a perder peso, las dietas deben ser balanceadas y variadas. Las propiedades que le atribuyen a algunos alimentos carecen de fundamento. La grasa del organismo ni se quema, ni se corta, ni se diluye, sólo se quema en una sartén y se corta en los trastos de un fregadero, por lo tanto, ni la toronja, ni el limón, ni el vinagre logran algún efecto positivo y sí pueden conducir a una gastritis cuando se consumen, como recomiendan las pseudodietas, en ayunas.

Las dietas que se basan en el consumo de grasas, carnes y pocos cereales (tortillas, pan, arroz) pueden conducir a una condición fisiológica llamada cetosis (y esta a la muerte), elevar el colesterol de la sangre, fatiga, problemas del riñón, etc, por lo que solo deben realizarse bajo una estricta supervisión de un especialista en nutrición, y nunca por un periodo prolongado.

El hacer ayuno para "desintoxicar" el organismo también carece de fundamento, ya que se ha comprobado que el omitir alimentos lo único que ocasiona es que el cuerpo gaste menos energía y almacene grasa, además de ocasiona alteraciones a nivel metabólico que afectan la capacidad mental del que los realiza.   

Fármacos y obesidad

VIENA (EFE).- Los medicamentos no solucionan el sobrepeso, aunque pueden ayudar a adelgazar a un reducido número de personas, dijo aquí el holandés Jaap Seidell, durante el Congreso Europeo sobre Obesidad. El especialista indicó que sólo en los Estados Unidos hacen falta 100.000 millones de dólares al año para remediar los problemas que causa el sobrepeso. Pero en ese país, dijo, las reservas financieras están mal distribuidas: durante 1998, se gastaron 2 millones de dólares en campañas pro alimentación sana, pero 50 para promocionar dulces.

Come frecuentemente para bajar de peso.

El apetito es un misterio, hay veces que te comerías todo lo que pasa delante de ti, otras, solo puedes decir “no gracias” cuando te ofrecen platos tremendamente apetitosos.

Científicos de la escuela de medicina de Witwatersrand en Johannesburgo, han demostrado que puedes disminuir tu apetito comiendo más frecuentemente durante el día.

Llevaron a cabo un estudio en el que sirvieron el mismo desayuno a dos grupos de personas, a unos les permitieron que lo tomasen todo de una vez, al otro, le pidieron que lo tomasen en pequeñas cantidades en intervalos de una hora. Cuando llego la hora de comer a mediodía, dejaron comer a todos libremente.

El grupo que había comido con más frecuencia consumió el 27 % menos de calorías. Los científicos llegaron a la conclusión que esto era debido por la respuesta más baja de la insulina en los que comieron con mayor frecuencia. La respuesta más alta en los que toman mayor cantidad de comida es debida para mantener un nivel de azúcar en sangre óptimo que produce el efecto de disminuirla en exceso con lo que tenemos más hambre después.

Volver