¿La pasión sin misterios? Anatomía, química y biología del amor

 

Entonces, repentinamente, en el bar, en la fiesta, en la playa, en la fila del banco - no importa -, las miradas se cruzan. Primero una ansiedad, un calor en el pecho, que rápidamente se extiende en escalofríos que tratamos de ocultar. Las manos sudan un poco.

En el primer encuentro, los labios se resecan levemente antes del primer beso, las palabras tiemblan perturbadas por pensamientos confusos. Las rodillas apenas nos sostienen. Nos olvidamos del mundo que nos rodea en eternas horas de silenciosa nostalgia al lado del teléfono, perfumadas por esa inquietud propia de los amantes...

¿Quién no ha sentido algo parecido? Pues los científicos - ¡siempre ellos! - quieren convencernos que toda esa áurea seductora de misterio que involucra los temas del corazón no supera media docena de manifestaciones anatómicas y ecuaciones bioquímicas. ¿Hasta dónde la ciencia puede realmente traducir en números y estadísticas aquello que para muchos de nosotros es la verdadera esencia del cielo en la Tierra: el amor?

Primero, definiendo el amor

El amor es una experiencia consumidora. Nos sumergimos eufóricamente en esa deliciosa tortura y no comemos ni dormimos bien. Con frecuencia nos es difícil mantener la concentración. La Dra. Donatella Marazziti, siquiatra de la Universidad de Pisa, piensa que las personas "enfermas de amor" realmente están enfermas: sufren de un trastorno obsesivo compulsivo. Indiscutiblemente, pasión y sicosis obsesivo compulsiva comparten diversos aspectos comunes. Y esto no es meramente una teoría sin fundamentos: "ambos estados están asociados a bajos niveles cerebrales de serotonina, una sustancia química fabricada por el cuerpo que nos ayuda a lidiar con situaciones estresantes", afirma la médica.

Un segundo descubrimiento del trabajo de la Dra. Marazziti que debe ser mencionado: las bebidas alcohólicas también disminuyen los niveles de serotonina en el cerebro, creando la ilusión de que la persona que se encuentra en la otra punta del bar es el amor de su vida. Por lo tanto, cuidado con las trasnochadas.

Que sea eterno mientras dure

¿Existe un límite de tiempo para que los hombres y mujeres sientan los arrebatos de la pasión? Según la profesora Cindy Hazan, de la Universidad de Cornell en Nueva York, sí. Ella dice: "los seres humanos se encuentran biológicamente programados para sentirse apasionados entre 18 y 30 meses". Ella entrevistó y estudió 5.000 personas de 37 culturas diferentes y descubrió que el amor posee un "tiempo de vida" lo suficientemente largo para que la pareja se conozca, copule y tenga un niño. "En términos de la evolución" - dice finalmente - "no necesitamos de corazones palpitantes y sudor frío en las manos".

La investigadora identificó algunas sustancias responsables por el amor: dopamina, feniletilamina y ocitocina. Todos estos productos químicos son relativamente comunes en el cuerpo humano, pero solamente son encontrados juntos en las etapas iniciales de la conquista.. Además, con el tiempo, el organismo se va haciendo resistente a sus efectos - y toda la "locura" de la pasión se desvanece gradualmente - la fase de atracción no dura para siempre. La pareja, entonces, se encuentra ante una dicotomía: separarse o habituarse a manifestaciones más tibias de amor - compañerismo, afecto y tolerancia -. "Esto es absolutamente verdadero cuando existen hijos involucrados en la relación”, dice la Dra. Hazan.

Los hombres parecen ser más susceptibles a la acción de las sustancias responsables por las manifestaciones asociadas al amor. Ellos se enamoran más rápida y fácilmente que las mujeres. Y la Dra. Hazan es categórica respecto a lo que lleva a una pareja a enamorarse y reproducirse: "gracias a la intensidad de la ilusión novelesca que tenemos del amor, pensamos que elegimos a nuestras parejas, pero la verdad es conocida hasta por los cuidadores de los zoológicos: la manera más confiable para que una pareja de cualquier especie se reproduzca es mantenerlos en un mismo espacio durante cierto tiempo" - sino, que lo digan las denuncias por acoso sexual en los lugares de trabajo...

En base a las investigaciones de la Dra. Helen Fisher, antropóloga de la Universidade Rutgers y autora del libro The Anatomy of Love, se puede hacer un cuadro con las diversas manifestaciones y etapas del amor y sus relaciones con diferentes sustancias químicas en el cuerpo:

 

Manifestación

Concepto

Sustancia más asociada

Lujuria

Deseo ardiente de sexo

Y Testosterona

Atracción

Amor en la etapa de euforia, sentirse involucrado emocionalmente y romance

Y Altos niveles de Dopamina y norepinefrinaŸ Bajos niveles de serotonina

Vínculo

Atracción que evoluciona hacia una relación calma, duradera y segura.

Y Ocitocina y vasopresina

 

Fórmulas del amor: ¿la pasión es una reacción química?

Los científicos conocen la feniletilamina (uno de los neurotransmisores más simples) hace cerca de cien años, pero sólo recientemente comenzaron a asociarla con el sentimiento de amor. Es una molécula natural, semejante a la anfetamina, y se supone que su producción en el cerebro pueda desencadenarse por eventos tan simples como un intercambio de miradas o un apretón de manos.

El affair de la feniletilamina con el amor se inició con la teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York. Ellos sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contenía grandes cantidades de feniletilamina y que esa sustancia podría ser la responsable, en gran medida, por las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando estamos enamorados.

La Dra. Helen Fisher demostró que la inconstancia, la exaltación, la euforia y la falta de sueño y apetito están asociadas a altos niveles de dopamina y norepinefrina, estimulantes naturales del cerebro.

Algunos investigadores afirman que liberamos continuamente, por los miles de millones de poros de la piel, e incluso por el aliento, productos químicos volátiles llamados Ferhormonas. Actualmente existen evidencias intrigantes y controversiales de que los seres humanos se pueden comunicar con señales bioquímicas inconscientes. Aquellos que apoyan la teoría de la existencia de ferhormonas, se basan en las evidencias que demuestran la utilización de las ferhormonas por especies tan diversas como las mariposas, las hormigas, los lobos, los elefantes y los pequeños simios. Las ferhormonas pueden enviar señales de interés sexual, situaciones de peligro, etc. Si realmente existen en la especie humana y su percepción ocurre de manera inconsciente, ¿estaríamos permanentemente emitiendo información sobre nuestras preferencias sexuales y deseos más ocultos sin saberlo?

Los defensores de la Teoría de las Ferhormonas van más lejos: dicen que el “amor a primera vista” es la mayor prueba de la existencia de estas sustancias controvertidas. Las ferhormonas – afirman categóricamente – producen reacciones químicas que resultan en sensaciones placenteras. A medida que nos vamos haciendo adictos, cuanto más prolongada es su ausencia, más nos sentimos “enamorados” – la ansiedad de la pasión, entonces, sería el síntoma más claro del Síndrome de Abstinencia de Ferhormonas.

Con o sin ferhormonas, es un hecho que la sensación de “amor a primera vista” se encuentra significativamente relacionada con grandes cantidades de feniletilamina, dopamina y norepinefrina en el organismo. Y volviendo a la cuestión inicial: ¿hasta qué punto la pasión es simplemente una reacción química?

El amor más allá de las teorías

A pesar de todas las investigaciones y descubrimientos, existe en el aire la sensación que la evolución, por algún motivo, modificó nuestros genes permitiendo que surgiese el amor no asociado con la procreación – se calcula que esto ocurrió hace aproximadamente 10.000 años. Los hombres pasaron realmente a amar a las mujeres, y algunas de ellas pasaron a mirar a los hombres como algo más que una máquina de protección.

No obstante todos los tubos de ensayo de sofisticados laboratorios y las reacciones químicas y las moléculas citoplasmáticas, al final, debe haber algo más entre el cielo y la tierra...

La sexualidad y su relación con el deporte.

De acuerdo a un estudio realizado por la Universidad británica de Newcastle, “los hombres mayores que practican un deporte regularmente tienen una vida sexual más activa”.

El informe indicó que “el deporte incrementa la producción de testosterona”.
Científicos de la Universidad británica de Newcastle comprobaron que “los hombres mayores que practican algún deporte, en forma regular, tienen una vida sexual más activa porque producen una mayor cantidad de la hormona sexual testosterona”.


Para realizar el estudio, los investigadores seleccionaron a 20 hombres, de entre 55 y 65 años. La mitad de ellos corrían semanalmente más de sesenta kilómetros, el resto eran sedentarios. Posteriormente, los profesionales detectaron que el grupo más activo”tenía un valor más alto de una hormona de crecimiento y un 25 por ciento más de testosterona”.

La hormona de crecimiento y la testosterona, decrecen a partir de los 40 años y conlleva no sólo a una disminución de la masa muscular sino también a tener un menor impulso sexual.

Al respecto, Pat Kendall Taylor, directora del estudio manifestó que “nuestra investigación prueba que los hombres que realizan regularmente deporte no sólo son más sanos, sino también producen más hormonas que son características en cuerpos jóvenes y activos”.