PORTADA HERNIA Y PROTUSIÓN DISCAL |
HERNIA DISCAL Y PROTUSIÓN DISCAL |
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Las principales causas que originan una hernia discal son las siguientes: - Por degeneración o envejecimiento articular, con formación de osteofitos vertebrales. - Por microtraumatismos. - Por un mecanismo repetitivo de flexión - extensión del tronco cargando mucho peso (profesiones donde se exige grandes esfuerzos). Una contínua presión sobre el disco hace que éste se vaya deteriorando. - Por movimientos de rotación continuados en el tiempo (profesiones donde se está mucho tiempo sentado, realizando contínuos cambios de dirección y sentido mediante sillas giratorias, impulsadas la mayor parte de las veces por los pies - efecto cizallamiento). - Por exceso de peso y volumen corporal, acentuándose el riesgo con un abdomen voluminoso. Se produce entonces una presión excesiva en la parte posterior vertebral debido al acentuamiento de la curva lordótica lumbar (hiperlordosis). - Atrofia de la musculatura paravertebral dorso lumbar. |
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Los síntomas más comunes son: - Sensación de pinzamiento o garra en la zona de la columna afectada. - Dolores irradiados a extremidades. - Impotencia funcional en los movimientos vertebrales y en algunas
extremidades. - Sensaciones en terminaciones nerviosas (parestesias). - En columna cervical se produce dolor de cuello, mareos, sensación de
inestabilidad, dolores de cabeza y sensaciones en brazo y mano. - En columna lumbar, en algunos ocasiones, se producen dolores
lumbares o lumbalgias; en otros, ciatalgias (dolor en recorrido del nervio
ciático, que va desde el glúteo, pasando por la cara posterior del muslo,
cara exterior de la pierna y termina bajo el maleolo o tobillo externo); y, a
veces, una combinación de ambas en forma de lumbociáticas. Disminución de la sensibilidad en las hernias discales más comunes: - C5-C6 (disco entre la 5ª y la 6ª vértebra cervical): menos
sensibilidad en borde radial del brazo, antebrazo y dedo gordo. - C6-C7 (disco entre la 6ª y la 7ª vértebra cervical): menos
sensibilidad en cara posterior del antebrazo y dedos índice, corazón y
pulgar. - C7-D1 (disco entre la 7ª vértebra cervical y la 1ª vértebra dorsal o
torácica): menor en borde cubital del antebrazo y dedo meñique. - L3-L4 (disco entre la 3ª y la 4ª vértebra lumbar): menor en cara
anterior de la rodilla, cara interna de la pierna y el tobillo o maleolo
interno. - L4-L5 (disco entre la 4ª y la 5ª vértebra lumbar): menor en cara
exterior de la pierna, dorso del pie, planta del pie, borde interior del pie
y dedo gordo. - L5-S1 (disco entre la 5ª vértebra lumbar y la 1ª vértebra del
sacro): menor en cara posterior de la pierna, borde exterior del pie, tobillo
o maleolo externo y dedo pequeño o meñique. |
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Cuando se observan episodios muy frecuentes de lumbalgias, ciatalgias
o lumbociáticas puede sospecharse por el especialista competente la
posibilidad de una hernia discal. Para ello someterá al paciente a pruebas mecánicas de comprobación y a
Resonancia Magnética Nuclear, que hoy en días es la prueba de
radiodiagnóstico más fiable. |
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El tratamiento conservador tendría como objetivo hacer desaparecer
los síntomas mediante fisioterapia o rehabilitación, antiinflamatorios,
relajantes musculares, etc.). Ver lumbalgias, ciatalgias (ciáticas) y
lubociáticas. Como medida preventiva es conveniente fortalecer los músculos de la
espalda para que los discos intervertebrales estén más protegidos. El tratamiento quirúrgico se decide tras fracasar el
tratamiento conservador o cuando las recaídas son constante incluso después
de resultados positivos en el la rehabilitación. La elección del tipo de técnica corresponde al médico especialista en
neurocirugía. Existen varios métodos: injertos vertebrales, nucleotomía
percutánea, microcirugía. |
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ARTRITIS REUMATOIDE |
DEFINICIÓN |
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La
artritis reumatoide es una enfermedad crónica caracterizada por provocar inflamación
de las articulaciones, produciendo dolor e incapacidad funcional. Es una
enfermedad degenerativa, pudiendo afectar también a otros órganos. Se produce una inflamación de la
membrana sinovial de varias articulaciones, siendo las más afectadas las de
las muñecas, las articulaciones de los dedos de las manos y de los pies, las
de los codos, los hombros, las caderas, las rodillas y los tobillos. Esto
lleva consigo que el hueso termine dañado, produciéndose pequeñas erosiones,
además de hacer que el cartílago disminuya o desaparezca. La sobrecarga de
las articulaciones inflamadas aceleran su destrucción. La artritis reumatoide se da, en mayor número, en mujeres, siendo la edad de comienzo más frecuente entre los 40 y los 45 años, pudiendo aparecer también en niños y ancianos. |
CAUSAS |
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Aunque la causa de
aparición es desconocida, se presenta con más frecuencia en personas
predispuestas genéticamente. Se trata de un proceso de auto-inmunización: el
organismo fabrica anticuerpos contra determinadas proteínas sanguíneas,
produciéndose reacciones adversas principalmente a nivel de la membrana
sinovial de las articulaciones. El factor desencadenante podría ser un virus
o una bacteria. Se están haciendo progresos en este campo, aunque todavía no
hay evidencias que confirmen la implicación de un agente infeccioso concreto.
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SÍNTOMAS |
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Dolor.- Provoca dolor en las
articulaciones afectadas como consecuencia de su inflamación o del deterioro
del cartílago. Inflamación.- Apreciable a simple vista. En
ocasiones con derrame del líquido sinovial. También puede producirse
inflamación en otras zonas del organismo. Nódulos reumatoides.- Abultamientos duros que
aparecen en zonas de roce de la piel como son los codos, el dorso de los
dedos de las manos y de los pies, el talón,... También pueden localizarse en
el interior del organismo. Deformidad.- Con el tiempo se va
produciendo una deformidad debido al deterioro progresivo de las
articulaciones afectadas. Sequedad de la piel y de las
mucosas.- A
veces se origina una inflamación, y posterior atrofia, de las glándulas que
fabrican las lágrimas, la saliva, los jugos digestivos o el flujo vaginal. Es
el llamado síndrome de Sjogren. Rigidez articular.- Generalmente matutina y prolongada,
que va desapareciendo a medida que el
paciente va ejerciendo su actividad diaria, dentro de sus propias
limitaciones. Otros síntomas que pueden
aparecer son: cansancio, fiebre, dolor de cuello, hormigueos en las manos y
en los pies, dolor en el pecho... aunque, por lo general, tienen más que ver
con los tratamientos utilizados y sus posibles efectos secundarios que con la
propia enfermedad. Los
pacientes con artritis reumatoide pueden acusar también síntomas depresivos,
debido al acentuado proceso doloroso y a la incapacidad funcional que a
menudo provoca esta enfermedad. |
DIAGNÓSTICO |
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A veces, al principio, puede ser
difícil diagnosticar la enfermedad, debido a que puede comenzar gradualmente con
síntomas apenas apreciables. Además, en esta fase, la analítica y las
radiografías pueden ser normales. Por ello, la experiencia del reumatólogo a
la hora de valorar los síntomas y de hacer la historia clínica del paciente,
para establecer un diagnóstico, es esencial, ya que así podrá poner el
tratamiento más apropiado para frenar, en lo posible, el proceso antes de que
se produzca un daño irreversible en las articulaciones. Según va pasando el tiempo las erosiones articulares se
van haciendo visibles en las radiografías. La analítica de sangre, en la
mayoría de los casos, da muestras de la enfermedad, apareciendo positivo un
anticuerpo conocido como factor reumatoide. Este anticuerpo también puede
aparecer en individuos que no tienen esta enfermedad |
TRATAMIENTO |
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La artritis reumatoide no tiene
un tratamiento curativo. Como en otras enfermedades crónicas, el objetivo del
tratamiento es conseguir disminuir la actividad de la enfermedad, con
períodos de remisión, manteniendo la calidad de vida del paciente y aliviando
su dolor. El éxito del tratamiento
dependerá, como hemos dicho, de su diagnóstico precoz y de la colaboración
del paciente con los distintos especialistas que lo atienden. Medidas de educación.-
Existen una serie de medidas generales que cualquier paciente con artritis
reumatoide debería poner en práctica y que ayudan a disminuir sus efectos
incapacitantes: -
Evitar, en lo
posible, llevar una vida con mucha actividad física o con mucho estrés,
siendo necesario a veces cambiar de profesión o de puesto de trabajo. -
Dormir una media de
8 a 10 horas diarias y, si es necesario, descansar a lo largo del día para no
estar mucho tiempo de pie. -
Evitar actividades que
necesiten de movimientos repetitivos y hacer fuerza con las manos. -
No mantener el
cuello y la espalda doblados durante períodos prolongados. -
Dormir sobre una
cama que sea firme y utilizar una almohada baja. - Usar zapatos adecuados evitando
el plástico y los materiales sintéticos. Se recomiendan zapatos firmes y con
refuerzo posterior para llevar sujeto el talón y con puntera ancha. -
Mantenerse en el
peso adecuado, ya que la obesidad supone una sobrecarga para las
articulaciones. -
La articulación
inflamada debe mantenerse en reposo. Solo cuando haya remitido se podrán
hacer ejercicios que favorezcan el movimiento. Mientras tanto, es útil
aprender a contraer los músculos que hay alrededor de las articulaciones
afectadas para que no se pierda el tono muscular. -
Tomar un baño de
agua caliente antes de hacer los ejercicios o al comenzar el día facilita la
movilidad y disminuye la rigidez articular. Tratamiento
farmacológico.- Podemos distinguir dos grandes grupos de fármacos: los
que sirven para aliviar el dolor y la inflamación pero que no modifican el
curso de la enfermedad, como son los AINES y los corticoides, y los que
actúan modificando la enfermedad e induciendo a su remisión. A la hora de
prescribir uno u otro se tendrá en cuenta el grado de actividad de la
enfermedad, los beneficios que podemos obtener y los posibles efectos
secundarios. Antinflamatorios no esteroideos.- Son los más empleados en el
tratamiento inicial de la artritis reumatoide. Reducen sus síntomas,
mejorando el dolor y la función articular, pero no modifica la evolución de
la enfermedad. Se debe tomar un protector gástrico para evitar reacciones
adversas gastrointestinales. Glucocorticoides.- Se emplean por su acción antinflamatoria. Se cree que
su uso a dosis bajas disminuye la aparición de erosiones óseas. Se valorará
el beneficio que proporcionan a corto plazo con relación a los posibles
efectos secundarios de un tratamiento prolongado. Se emplean asociados a un
AINE cuando éstos no son eficaces por sí solos y en períodos de
reagudización. También se emplean mediante infiltración intra-articular o en
partes blandas para bajar la inflamación. Metotrexato.- El metotrexato es un antagonista del ácido fólico y
el que primero se instaura en el tratamiento de la artritis reumatoide. Es
generalmente bien tolerado aunque exige frecuentes controles analíticos para
descartar posibles efectos secundarios como la elevación de las enzimas
hepáticas. Se desconoce cual es su mecanismo de acción, pero se cree que
tiene una acción antinflamatoria e inmunosupresora, haciendo que la actividad
de la enfermedad a largo plazo sea menor. Los efectos secundarios se pueden
disminuir tomando ácido fólico. Se administra a dosis semanales por vía oral
o parenteral. Otros fármacos, menos
utilizados, son las sales de oro, la penicilamida, la azatioprina, la
sulfasalacina y la ciclosporina, entre otros. En los últimos años se están
ensayando tratamientos combinados de varios de estos fármacos. Las
asociaciones más eficaces han resultado ser las que emplean el metotrexato
como fármaco base asociado a hidroxicloroquina y sulfasalazina o a
ciclosporina. Medidas de
fisioterapia.- Es muy importante que el paciente con artritis siga un
programa de ejercicios adecuado. El dolor, la rigidez, la fatiga y el temor a
hacerse daño, pueden hacer difícil que este paciente sea activo físicamente.
Ser una persona inactiva puede incrementar los problemas de la enfermedad. La
gente que es físicamente activa es más saludable y vive más tiempo que la
gente inactiva. Las investigaciones demuestran
que muchos pacientes con artritis reumatoide pueden participar, de una manera
segura, en programas de ejercicios regulares y conseguir una forma física
mejor. Los ejercicios de bajo impacto como la natación y los ejercicios
aeróbicos en el agua pueden ser bien tolerados. Mejoran la fuerza, la
resistencia y la flexibilidad, aumentando la capacidad para realizar las
tareas diarias. Hay tres tipos principales de
ejercicios y todos juegan un papel importante en el mantenimiento de la salud
y la forma física de los pacientes con artritis reumatoide: Ejercicios de flexibilidad y estiramientos.- Son ejercicios de baja
intensidad realizados suavemente, a diario, para mantener o mejorar la
movilidad. Una flexibilidad adecuada mejora la función articular y reduce la
ocasión de lesiones. Ejercicios de fuerza y resistencia muscular.- Son ejercicios que consiguen
que el músculo trabaje más de lo normal para irse adaptando poco a poco a las
nuevas demandas y conseguir ser más fuertes y capaces de trabajar más tiempo.
Se consigue con la utilización de pesas o de bandas elásticas. También con
cualquier ejercicio en el que haya que levantar el peso de los brazos, de las
piernas o del tronco contra la gravedad. Ejercicios aeróbicos.- Son ejercicios en los que se utilizan la mayoría de
los músculos del cuerpo con movimientos rítmicos y repetitivos. Los
ejercicios aeróbicos mejoran la función cardiaca, pulmonar y muscular, además
de tener beneficios para el control de peso, el humor y la salud en general.
Ejemplos de ejercicios aeróbicos son andar, nadar, la danza aeróbica o
acuática, la bicicleta o los ejercicios sobre máquinas como cintas andadoras
o remos. Otras actividades diarias como segar el césped, barrer, etc., son también
ejercicios aeróbicos. Estos ejercicios hay que
practicarlos haciendo un esfuerzo de intensidad moderada, esto es, que el
paciente pueda hablar mientras lo hace sin quedarse sin aliento y a un ritmo
que le sea cómodo. Actualmente las recomendaciones
para una actividad aeróbica regular son de 30 minutos de actividad moderada
la mayoría de los días de la semana. Para los pacientes con artritis
reumatoide, la actividad aeróbica diaria se puede dividir en tres períodos de
10 minutos cada uno, con los mismos beneficios para la salud que una sesión
continua de 30 minutos. Los pacientes con síntomas
severos o con varias articulaciones comprometidas, deberían hacer ejercicio
bajo la supervisión de un especialista. Es importante que el paciente
con artritis reumatoide sepa que, en períodos de reagudización de la
enfermedad con fases inflamatorias, el ejercicio debe ser suspendido hasta
que remita, haciendo solamente ejercicios isométricos de contracción muscular
para no perder el tono, dejando las articulaciones afectadas en reposo. Tratamiento
quirúrgico.- Cuando la pérdida del cartílago articular es irreversible y se
producen deformidades que provocan limitaciones importantes, se debe plantear
un tratamiento quirúrgico. A veces mediante extracción del líquido sinovial,
otras veces liberando la compresión de un nervio. Hay situaciones en las que
será necesaria incluso una sustitución protésica para dar estabilidad a una
determinada articulación y hacerla lo más fisiológica y funcional posible. |