ACTUALIZADO 14/11/2019 - 17:02
Pero vayamos al estudio. Una investigación observacional. Observa (tomen nota de la palabra…) que los niños que toman chocolate no suelen tener obesidad. Es un estudio “transversal”, es decir, evalúan a la vez dos (o más, pero en este caso dos) parámetros. Así, un ejemplo de estudio transversal sería evaluar si las personas que llevan un Rolex suelen ser millonarias. Si observamos que sí, que existe una clara relación entre ambos parámetros, ¿podemos concluir que ponernos un Rolex nos hará ser millonarios? Pues lo mismo sucede aquí: el estudio observó que los adolescentes que toman más chocolate suelen pesar menos. ¿Será porque sus padres les dejan comer más, ya que saben que no tienen exceso de peso? ¿Será porque quieren engordar? No lo sabemos, pero sí sabemos que no podemos concluir que tomar chocolate “no engorda”.
Hay una investigación divertidísima con respecto al chocolate, de la que ya hemos hablado en alguna ocasión, que evaluó la frecuencia de consumo de chocolate y el número de premios Nobel en un país. Se puede consultar aquí (hemos observado que en algunos navegadores no se reconoce el PDF que hemos enlazado, hemos comprobado que -como mínimo- sí funciona correctamente en Google Chrome). Encontramos en ese documento una bonita gráfica en la que se constata que en los países que más chocolate consumen (como Suiza, Austria, Dinamarca o Noruega), tienen más premios Nobel. ¿Tomamos más chocolate en España, a ver si nos dan más premios? No, claro que no.
Hace un par de años se publicó un documento en el que tuve el gusto de participar como redactor, denominado “Recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia para la prevención y el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en adultos”. En la página 9 se puede observar que los estudios transversales, muy sujetos a sesgos, presentan el menor grado de evidencia científica. El máximo nivel se clasifica con un 1++. Si la evidencia es muy alta, se emite una recomendación de grado A y si es muy baja, de grado D. Pues bien, la siguiente frase cuenta con un nivel de evidencia de 1+, casi el máximo: “Los patrones alimentarios de alta densidad energética pueden conducir a un incremento de peso en adultos (nivel de evidencia 1+)” y la recomendación, de grado A, es “El aumento de peso puede prevenirse mediante dietas que contengan alimentos con baja densidad energética”. En la página 15 del citado documento, donde se amplía esta cuestión, se explica que la densidad energética hace alusión a la cantidad de energía disponible en un alimento o bebida, por unidad de peso. Así, como la zanahoria aporta pocas kilocalorías por unidad de peso (0,34 kcal/gramo), tendrá menos densidad energética que el chocolate (5,19 kcal/gramo). ¿Qué densidad energética tiene el chocolate? Es obvio que alta, ya que contiene cantidades nada despreciables de azúcar y grasa. ¿Qué pasará si promocionamos el consumo de un alimento rico en calorías en una población que sufre de una pandemia de obesidad? Hagan números.