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A la hora de plantearse de que forma los cambios
fisiológicos que conlleva la edad repercuten sobre nuestras necesidades y
como debemos adaptar nuestra alimentación a este proceso, es
importante hacer hincapié en que no se trata de cambiar la alimentación de
esta u otra forma porque "uno cumple 65 años". En este
sentido hay que ser flexible y sobre todo razonable. Cuando las personas
llegamos a una determinada edad, en magníficas condiciones físicas, psíquicas
y sociales, sin que los cambios fisiológicos se manifiesten de forma que
alteren la vida normal ni la salud, "no es necesario modificar la
dieta sobre la aconsejada para un adulto sano de actividad normal",
con las precauciones y cuidados que se desprenden del sentido común, del
apetito y de las costumbres. No obstante, cuando la situación se
aparta de la normalidad y aparecen trastornos metabólicos puede ser gran
ayuda conocer los requerimientos nutricionales que, después de años de
estudios, se consideran recomendables para esta población. En estas páginas
hemos recogido las principales recomendaciones de las RDA norteamericanas y
las Reference Nutrients Intake for the European Community. Bruselas 1993).
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