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El tratamiento de la hipertensión arterial en los ancianos debe encaminarse a la reducción de la tensión arterial sist-lica

Investigadores de la Universidad de Leuven en Bélgica, informan en la edición del 11 de marzo de la Revista Médica Lancet, que el tratamiento antihipertensivo que logra una disminución de las cifras de tensión arterial sist-lica tiene grandes beneficios, sobre todo, en pacientes hombres, mayores de 70 años y con complicaciones cardiovasculares previas.

La hipertensión arterial sist-lica aislada (figura) es ocasionada por una disminución progresiva de la elasticidad de las arterias, por lo que es observada en mayor nomero en pacientes ancianos, presentándose en más de 25% de personas mayores de 80 años. Generalmente son cifras sist-licas por encima de 160 mm Hg, con valores diast-licos normales o en el límite de la hipertensión


Figura

Durante los últimos años ha existido controversia acerca de si debe lograrse una mayor reducción de las cifras de tensión arterial diast-lica o sist-lica. Para determinar ésto, los investigadores revisaron los resultados de varios trabajos, cuyos participantes fueron mayores de 60 años, con hipertensión sist-lica aislada y observaron la mortalidad y los diferentes eventos cardiovasculares como enfermedad cerebrovascular, también llamada derrame cerebral o trombosis e infarto cardíaco entre otros.

Los resultados mostraron que entre mayores fueron las cifras de tensión arterial sist-lica, la mortalidad fue más alta, contrario a lo hallado con las cifras de la diast-lica, que produjo mayor mortalidad con valores más bajos. Qued- claro que el tratamiento farmacológico fue efectivo, en altas proporciones, para reducir la mortalidad y los eventos cardiovasculares.

Con los resultados del presente estudio, los autores concluyen que los valores de presión arterial sist-lica son mejores indicadores de las posibles complicaciones y mortalidad en pacientes no tratados que las cifras de la tensión arterial diast-lica, por lo tanto, en pacientes ancianos el objetivo del tratamiento antihipertensivo debería basarse en la disminución de las cifras de tensión arterial sist-lica.

según esto usted no debe confiarse si presenta tensión arterial diast-lica normal, ya que está bien justificado el tratamiento con medicamentos en pacientes con cifras sist-licas por encima de 160 mm Hg, más aún si son hombres, mayores de 70 años y con antecedentes de complicaciones cardiovasculares.

HIPERTENSION ARTERIAL EN EL PACIENTE DE EDAD AVANZADA

Dr. Miguel Nadal
Especialista en Medicina Interna, Endocrinología, Geriatría y Medicina Preventiva y Social.
Profesor asociado de universidad y jefe de departamento médico.
Hospital General de Skellefteå. Universidad de Norrland. Suecia.

Breve introducción

Es bien conocido de todos el hecho de que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en sujetos mayores de 65 años. De la misma forma y a partir de esta realidad se comprende que la población citada sea gran consumidora de medicación con efectos cardiovasculares. De hecho en Suecia, con una población algo superior a los ocho millones de habitantes, se calcula que un 25 % de las todas las personas mayores de 65 años son tratados con medicación antihipertensiva y que hasta un 50% de su población de edad superior a los 75 años recibe algún tipo de medicación cardiovascular. Analizando estos datos desde un punto de vista exclusivamente demográfico,

y considerando el hecho del alargamiento progresivo de la vida media en nuestro entorno occidental con el consiguiente envejecimiento de la población (como ejemplo citar que casi el 20% de la población actual de Suecia es mayor de 65 años) resulta evidente que los pacientes cardiovasculares y concretamente los pacientes hipertensos mayores son una realidad diaria y continua en nuestros consultorios médicos con todo lo que ello representa a nivel diagnóstico y terapeutico.

Un tratamiento óptimo de estos pacientes mayores hipertensos requiere no solo un correcto diagnóstico sino además el tener en cuenta todos los cambios farmacocinéticos y dinámicos que van parejos con el envejecimiento. Si el tratamiento individualizado de la hipertensión es siempre importante, ésto lo es en mucho mayor grado cuanto mayor sea la edad del hipertenso. Es bien sabido que la hipertensión y el envejecimiento interaccionan entre si de forma negativa sobre el cerebro, corazón y sistema renal. Es obvio también que un correcto tratamiento antihipertensivo no debe de ir exclusivamente dirigido a bajar la tensión arterial sino también, y quizás principalmente, a compensar y combatir los cambios estructurales en el sistema cardiovascular para de esa forma dismunir el riesgo de infarto de miocardio, ictus y de insuficiencia cardíaca.

Cambios tensionales en el curso del envejecimiento fisiológico:

Tanto la tensión arterial sistolica (TAS) como la diastolica (TAD) aumentan progresivamente con el aumento de la edad (efecto mayormente debido a los cambios degenerativos que tienen lugar en los grandes vasos) si bien su evolución no es exactamente igual, ya que mientras que el incremento de la TAD se va aplanando a partir de los 60 años, la TAS sigue por su parte elevándose hasta los 70-75 años, edad en la que a partir de la cual ambas tensiones muestran un descenso que se va acentuando en las edades más altas.

Este descenso tensional en las personas más ancianas se explica entre otras cosas por los cambios en la composición corporal del individuo, el empeoramiento del balance fluidosalino, ciertos cambios hormonales asi como una disminución de la función ventricular izquierda. Junto a todo ésto se une el riesgo de reacciones ortostáticas en estos pacientes de elevada edad debido a la pérdida de sensibilidad de sus baroreceptores, empeoramiento del tono venoso y a la disminución de su volumen plasmático.

Definición y clasificación de la hipertensión:

Durante este decenio, un gran número de estudios y de grandes ensayos clínicos relacionados con la hipertensión arterial han hecho cambiar gradualmente tanto la definición de hipertensión como la clasificación de la misma, en relación a su pronóstico de gravedad. Muy recientemente la Organización Mundial de la Salud en colaboración con la International Society of Hypertension Guidelines for the Management of Hypertension (1) ha propuesto unos criterios actuales para su definición y clasificación complementados por una estratificación de sus riesgos en función no solo de los valores absolutos tensionales sino también de su asociación con otros factores de riesgo conocidos tal como se muestran en las tablas siguientes:

 

TA Sistólica (mm Hg)

TA Diastólica (mm Hg)

Optima

<120

<80

Normal

<130

<85

Normal Alta

130-139

85-89

Hipertensión

 

 

Grado 1

140-159

90-99

Grado 2

160-179

100-109

Grado 3

> 180

> 110

Hipertensión Sistólica Aislada

> 140

< 90

 

Estratificación del riesgo:

Hipertensión de Grado 1

Hipertensión de Grado 2

Hipertensión de Grado 3

Ausencia de otros factores de riesgo :

poco riesgo

riesgo moderado

alto riesgo

1-2 factores de riesgo:

riesgo moderado

riesgo moderado

muy alto riesgo

>2 factores, lesión orgánica o diabetes:

alto riesgo

muy alto riesgo

muy alto riesgo

Otras enfermedades cardiovasculares:

muy alto riesgo

muy alto riesgo

muy alto riesgo

Beneficios del tratamiento de la hipertensión:

Es bien sabido y universalmente aceptado que el tratamiento farmacológico de la hipertensión de grado suave y moderado disminuye tanto la morbilidad como la mortalidad cardiovascular. Sin embargo, y en este contexto, la eficacia del tratamiento no es de la misma entidad cuando se estudian sus efectos sobre el cerebro o sobre el corazón. Si bien un amplio número de grandes ensayos clínicos han coincidido en demostrar que el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular fatal o no fatal disminuye hasta en un 40% en hipertensos de mediana edad como consecuencia de un tratamiento efectivo de la hipertensión(2,3,4), la eficacia del tratamiento es significativamente inferior en la prevención de la enfermedad coronaria (10-15% disminución del riesgo). Más recientemente el beneficio del tratamiento antihipertensivo ha sido también demostrado en hipertensos de mayor edad, incluso hasta la edad de 84 anos (5). Es más, esta reducción del riesgo se ha podido demostrar también en el caso de la hipertensión sistólica aislada.

Diagnóstico:

Si bien el diagnóstico de una hipertensión puede ser considerado como un procedimiento simple y sencillo, que lo es, es precisamente su simplicidad la que posibilita diagnósticos en algunos casos erróneos si no se sigue un procedimiento bien standardizado. Es bien conocido por todos los investigadores que han intervenido en estudios y ensayos clínicos el alto porcentaje de pacientes que a pesar de llevar consigo un diagnóstico de hipertensión no pueden ser randomizados por no cumplir los criterios mínimos de inclusión en el estudio. Unos conceptos mínimos indispensables para un correcto diagnóstico incluyen la toma de tensión repetida en varias ocasiones con un intervalo de al menos varios días entre las tomas y siempre bajo condiciones standard de tranquilidad, ambiente aislado y relajación. La posición del brazo en relación al corazón en el momento de la toma, el tamano del esfigmomanómetro en función de la circunferencia del miembro en el que se realiza el examen son detalles importantes para obtener una lectura correcta y real. La tensión arterial debe de ser también medida tanto en posición supina como erecta ya que en caso de marcado ortostatismo disminuye la indicación de tratamiento farmacológico mientras que la coexistencia de hipertrofia ventricular izquierda, enfermedad coronaria isquémica, insuficiencia cardíaca, stroke, enfermedad vascular periférica, diabetes o nefropatía refuerzan la indicación de tratamiento. Y no menos importante es el documentar detalladamente en la historia clínica del paciente los pasos en los que se ha basado un eventual diagnóstico de hipertensión. Es altamente frustrante para un médico que se plantea la duda de si el paciente es verdaderamente hipertenso o no, a pesar de tener ese diagnóstico, el no encontrar los datos o métodos que en su momento avalaron dicho diagnóstico.

Alternativas terapeuticas:

Tras los consejos dietéticos y de corrección y mejoría del estilo de vida que constituyen la base primaria de todo tratamiento en todo paciente hipertenso incluso en los más ancianos (si bien en éstos, el efecto de medidas tales como la corrección del peso corporal, el hábito fumador, el consumo de sal y la actividad física son más limitados) puede ser necesaria a pesar de todo la instauración de tratamiento farmacológico. El arsenal actualmente existente es amplio, variado y generalmente efectivo si bien las características propias de cada grupo farmacológico difieren entre si y deben por tanto de ser valoradas en cada caso individual.

1.- Beta-bloqueadores:

Disminuyen el gasto cardíaco produciendo un subgrupo de ellos un cierto efecto vasodilatador a la vez que aumentan también el tono vagal. Su indicación preferente es en hipertensos jóvenes con elevado gasto cardíaco y en hipertensos con hipertrofia ventricular izquierda y angor pectoris.

Tolerancia: Los pacientes de edad tienen ya de por si en general disminuida su fuerza muscular, su potencia física y sexual al mismo tiempo que su circulación periférica está de la misma manera más limitada. Los betabloqueadores pueden influir sobre estas funciones de forma negativa dando síntomas tales como pesadez en las piernas, cansancio al esfuerzo y frialdad de menos y pies. Estos efectos están sin embargo casi exclusivamente con la dosificación empleada porque lo que las dosis iniciales recomendables son del orden de 100 mg de metoprolol, 50 mgs de atenolol ó 10 mgs de pindolol por citar unos ejemplos.

2.- Diuréticos:

Bajan la tensión arterial via una disminución del volumen plasmático y disminuyen la resistencia arterial periférica. Indicados especialmente en hipertensos con bajo gasto cardíaco (la gran mayoría de ancianos) y con hipertensión de elasticidad.

Tolerancia: En dosis relativamente bajas, estos preparados se toleran bien por los pacientes de edad. Sin embargo, los preparados con potente efecto diurético y corta duración de acción pueden ser desfavorables en pacientes con incontinencia urinaria. Los conocidos efectos secundarios metabólicos son dependientes de la dosificación y fácilmente reconocibles. Dosis recomendables de inicio son 12,5 –25 mg de hidroclorotiazida, 2,5 – 5 mg de bendroflumetiazida, 20 – 40 mg de furosemida ó bien 25-50 mg de espironolactona.

3.- Inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (ECA):

Producen su efecto hipotensor disminuyendo la angiotensina II y también a nivel local en la pared vascular disminuyendo la resistencia periférica. Son preparados efectivos en ancianos a pesar de que éstos, como grupo, tienen baja actividad renina plasmática.

Tolerancia: son en general bien tolerados. Sus efectos secundarios tales como tos irritativa son similares a los encontrados en pacientes más jóvenes.

Dado que no es infrecuente que los pacientes de edad tengan unos niveles plasmáticos de sodio algo más bajos, existe riesgo de caida tensional grave por la estimulación del sistema renina-angiotensina. Especialmente indicados en hipertensos con insuficiencia cardíaca (prevalencia 15-20 % en mayores de 70 anos) y diabéticos (prevalencia del 10% en esas edades). Las doses iniciales deben ser bajas, por ejemplo 12,5 mg X 2 de captopril, 2,5 – 5 mg de enalapril ó lisoprinil, etc. La dosificación se va aumentando progresivamente hasta llegar a la dosis óptima que en general viene a ser 2-4 veces superior a la inicial. Importante es tener en cuenta que cuando un paciente está ya siendo tratado con diuréticos y precisa la combinación con inhibidores de la ECA, es conveniente suspender el primero durante el inicio del tratamiento combinado.

4-Calcioantagonistas:

Producen dilatación vascular inhibiendo el paso del calcio a las células musculares lisas. Su efecto hipotensor es equiparable a los diuréticos y a los inhibidores de la ECA. Buen elección en los casos de asociación hipertensión-angor y en hipertensión-diabetes.

Tolerancia: Dado que estos preparados se metabolizan principalmente en el hígado y que en los pacientes de edad su capacidad farmacocinética metabolizadora está disminuida, hay riesgo de que las concentraciones plasmáticas del medicamento sean excesivamente elevadas. No obstante, en general son preparados que se toleran bien siempre y cuando las dosis sean las correctas, si bien las grandes diferencias entre los distintos antagonistas del calcio hacen variar esta tolerancia según preparados. Las dosis de mantenimiento en pacientes de edad son más bajas que en hipertensos jóvenes o de mediana edad, 5 mg de felopidina, 60 – 90 mg X 2 de diltiazem suelen ser dosis suficientes.

Todos estos grupos farmacológicos mencionados son efectivos agentes antihipertensivos si bien cada uno de ellos con unas características específicas que permiten una mejor individualización del tratamiento en cada caso concreto. Todos ellos están bien documentados científicamente aunque son los diuréticos y los betabloqueadores los que han producido más abundante bibliografía y experiencia clínica. Además de ser con mucho, los más baratos.

Tratamiento de primera elección: diuréticos o beta-bloqueadores?

Un metaanálisis de los estudios publicados entre enero de 1966 y enero de 1998 en hipertensos mayores de 60 anos comprendiendo un total de 7405 pacientes tratados con diuréticos y/o beta bloqueadores permitió sacar las siguientes conclusiones(6):

La monoterapia con diuréticos consiguió un buen control tensional en 2/3 de los pacientes.

La monoterapia con betabloqueadores consiguió un buen control en 1/3 de ellos.

El tratamiento diurético demostró ser más efectivo en la reducción del riesgo de accidentes cerebro-vasculares, muerte tras los mismos, mortalidad cardio-vascular y todo tipo de mortalidad que los betabloqueadores (7)

Recomendaciones del Joint National Committee on Prevention, Detection, Evaluation and Treatment of High Blood Pressure (8):

Tratamiento de elección inicial en hipertensos de edad: diuréticos como monoterapia o bien asociados con betabloqueadores, pero no betabloquadores como monoterapia.

Una vez hipertenso, siempre hipertenso?

Es bien conocida la influencia que factores tales como el estilo de vida, el stress, la alimentación etc. ejercen sobre la tensión arterial. Es también generalmente reconocido que en muchos casos el diagnóstico de hipertensión arterial primaria se realiza de forma poco protocolizada y en base en ocasiones a un reconocimiento aislado, rápido y sin las condiciones de tranquilidad y relajación física y psíquica del paciente. Incluso en el caso de un diagnóstico en su momento correcto, las cifras tensionales de un individuo concreto pueden haber sido influidas negativamente por uno a algunos de los factores anteriormente citados, factores que no necesariamente van a ser constantes y similares durante el resto de la vida del sujeto. De ahí que la sospecha de una posible sobrerepresentación del diagnóstico hipertensión haya sido motivo de discusión durante los últimos anos así como la idea de si necesariamente la hipertensión arterial primaria es una enfermedad de por vida o o bien en algunos casos limitada en el tiempo y circunstancias.

Con objeto de confirmar el diagnóstico de hipertensión y examinar en su caso la posibilidad de suspender el tratamiento, nosotros realizamos un estudio (9) en un grupo de 86 hipertensos,33 varones y 53 hembras, en edades comprendidas entre 68 y 82 años (media de 74) y que habían sido tratados farmacológicamente durante un promedio de 20 años. Tras un príodo de wash-out de un mes, la tensión arterial fue comprobada en 3 ocasiones consecutivas con un intervalo de una semana entre cada control. En los casos en los que la tensión arterial era constantemente < 180/90, los pacientes continuaron sin tratamiento, en caso contrario se reisntauró el mismo y se excluyeron del estudio prospectivo.

De los 86 pacientes iniciales, 34 necesitaron reiniciar tratamiento tras el período de wash-out. Los 52 restantes, 16 varones y 36 mujeres formaron el grupo de seguimiento que se prolongó durante 3 años. La tensión arterial en este grupo era al final del período de wash-out de 160 + 3 / 91 + 1 en los varones y de 169 + 3 / 91 + 1 en el grupo femenino. Al cabo de los 3 años de seguimiento, el 27 % de los participantes continuaban sin tratamiento medicamentoso, cifra equivalente al 16% de los 86 hipertensos iniciales. Interesante fue también el hecho de observar la diferente evolución tensional en función del sexo de los participantes ya que mientras el 62% de los sujetos varones del grupo de seguimiento continuaban sin medicación al final de los 3 años, tan solo el 11% de las mujeres estaban en la misma situación (p<0.001). En cuanto a los participantes que durante el período de seguimiento precisaron reiniciar la terapia farmacológica por ascenso de sus cifras tensionales, el promedio de tiempo que transcurrió sin medicación fue tan solo de 3,6 meses en los varones y de 2,3 meses en las hembras (p=NS). Ningún end-point fue regustrado durante el estudio. Distintas hipótesis fueron comentadas en su momento en función de los resultados obtenidos.

Estos resultados nuestros, así como otros existentes en la literatura demuestran una posible sobrerepresentación del diagnóstico de hipertensión arterial esencial. También que es posible considerar la suspensión de medicación antihipertensiva en sujetos de edad, especialmente en varones y que el riesgo de tal decisión es mínima cuando se controla regularmente a estos pacientes al cesar la medicación.

 

Bajas dosis de aspirina podría prevenir el riesgo
de trombosis cerebral

según los resultados de un estudio publicado en la última edición de la revista médica Stroke, el consumo de 1 a 6 aspirinas a la semana puede prevenir el riesgo de trombosis cerebral en mujeres, especialmente en ancianas, fumadoras o pacientes con hipertensión arterial. Pero los datos del estudio también mostraron que las mujeres cuyo consumo de aspirina es superior a 15 a la semana presentan un incremento en el riesgo de hemorragia cerebral.

La trombosis cerebral es causada por una obstrucción de las arterias del cerebro por un trombo o coágulo y representa el 85% de los casos de las enfermedades de las arterias cerebrales. Por su parte, dosis bajas de aspirina permiten que la sangre fluya más fácilmente a través de los vasos sanguíneos del cerebro y previenen de esta manera la formación de trombos o coágulos. Sin embargo, con dosis altas de aspirina el riesgo de hemorragia cerebral aumenta, al interferir con la coagulación de la sangre.

El mensaje del estudio es que no es aconsejable que ninguna persona consuma aspirina de manera regular sin antes consultar a su médico. Sin embargo, todo apunta a que dosis bajas de aspirina pueden ayudar a prevenir la trombosis arterial coronaria (corazón) o cerebral.