El mundillo del corredor (y en general, de todo el deporte) está lleno de falsos mitos que, en algún momento, alguien empezó a dar por válidos. Para terminar con algunas de estas perjudiciales teorías, os cuelgo este artículo con cuantas mentiras para que corras por el camino de la verdad.
TRANSPIRAR ADELGAZA
Es un clásico, pero puede resultar muy peligroso. Parece que todo el mundo lo sabe, pero todavía resulta frecuente observar deportistas entrenando con exceso de ropa o prendas no transpirables.
Efectivamente, cuando transpiras, pierde peso. Pero lo recuperás inmediatamente, al reponer los líquidos (imprescindibles para tu salud y tu rendimiento) que has perdido con la excesiva sudoración. El resultado es que has sometido a tu organismo a un sobreesfuerzo y has limitado tu capacidad física sin obtener nada a cambio. Más aun, forzando la sudoración, afectás tu correcto estado de hidratación y hacés peligrar tu salud, pero no perderás ni un gramo de grasa extra que si harías el mismo entrenamiento pero evitando la deshidratación.
LAS DOLORES MUSCULARES DESAPARECEN TOMANDO AGUA CON AZÚCAR
Todos hemos sentido ese dolor muscular horas
después de realizar un ejercicio intenso o prolongado fuera de lo habitual.
Por fortuna, es una lesión pasajera sin mayores complicaciones. Lo mejor es
prevenir su aparición, iniciando los nuevos ejercicios de forma progresiva
en intensidad y duración. Pero el agua con azúcar no sirve para
nada.
Esta “solución” se debe a la antigua explicación que justificaba
estos dolores en la acumulación de cristales de ácido láctico en
los músculos tras un esfuerzo intenso, que provocaría dolor al articular y
al presionar en la zona afectada. Estos cristales desaparecerían al fundirse
y ser arrastrados por la sangre que pasa por el músculo, por lo que se
recomendaba tomar agua con azúcar (a veces con limón) para que esos
cristales desapareciesen o incluso no llegasen a formarse.
Pero al extraer fibras musculares a un sujeto después de un ejercicio intenso, mediante biopsia muscular, no se han podido encontrar nunca cristales de ácido láctico. Los estudios también han comprobado que el lactato sale pronto del músculo y va a la sangre, donde es eliminado en los minutos siguientes al ejercicio, en un proceso que se ha completado en menos de una hora. Estas y otras evidencias han hecho que la teoría de los dolores punzantes provocadas por acumulación de cristales de ácido láctico haya quedado obsoleta. Entonces ¿qué los ocasiona? Las investigaciones parecen indicar que están causados por la practica de ejercicios en los que predominan las contracciones excéntricas, que son aquellas en las que el músculo se acorta a medida que desarrolla tensión. Este tipo de contracciones genera tensiones muy elevadas en el músculo, cuya repetición en una persona no entrenada provoca micro-roturas en las estructuras musculares.
Por eso, si no estas muy bien entrenado, debes moderar los esfuerzos en los que se realiza una intensa contracción excéntrica, como los saltos o las “fases negativas” de los ejercicios de pesas.
SI TOMO MUCHAS PROTEÍNAS, ME PONDRÉ MÁS FUERTE
Existen en el mercado suplementos de proteínas que prometen aumentar la masa muscular. Están generando una falsa esperanza en el consumidor porque, aunque las proteínas ingeridas posibilitan el correcto anabolismo de los aminoácidos, por sí solas no aumentan la masa muscular.
El entrenamiento deportivo es la base de la musculación y las proteínas necesarias para el proceso pueden perfectamente ser ingeridas con una dieta equilibrada por la mayoría de los individuos. No obstante, estos suplementos pueden resultar útiles para ciertos deportistas, pero siempre tomados con moderación, porque un exceso de proteínas es perjudicial para el organismo (sobrecarga el hígado y los riñones).
NO TOMES AGUA DURANTE EL ENTRENAMIENTO, PARA EVITAR LOS DOLORES DE PANZA
No beber agua durante el ejercicio es una práctica muy extendida entre algunos deportistas para evitar que aparezcan dolores en la zona abdominal. Esta es una molestia que seguro has experimentado en forma de punzadas, dolores bruscos o espasmos que aparecen en el costado derecho, habitualmente cuando estás empezando a entrenar o competir.
La causa de estos dolores no está clara, aunque es posible que sea debido a diversos motivos, entre los que destaca un flujo de sangre y oxígeno inadecuados a los músculos respiratorios: diafragma e intercostales. El ejercicio que hace trabajar grandes grupos musculares produce una gran desviación de flujo sanguíneo. Como el reajuste del flujo sanguíneo no es inmediato, algunos músculos, como los respiratorios, se ven obligados a satisfacer sus elevadas necesidades energéticas sin un flujo sanguíneo adecuado, desencadenando un síntoma doloroso, que produce dificultad respiratoria y a veces nos obliga a detener el ejercicio.
No obstante, el comienzo de este dolor es impredecible y su naturaleza resulta todavía imposible de explicar con certeza. Pero lo que está claro es que no es una buena idea dejar de beber durante el entrenamiento porque no está demostrado de ningún modo que esto prevenga el dolor. Y lo que es seguro es que el agua es imprescindible para el correcto equilibrio y funcionamiento de nuestro cuerpo, más aún durante la actividad física. Lo mejor es que bebas agua frecuentemente y a pequeños sorbos. Nunca te des un “atracón” porque eso sí perjudica tu rendimiento.
CUANDO DEJAS DE ENTRENAR, EL MÚSCULO SE CONVIERTE EN GRASA
Grasa y músculo son dos tejidos diferentes que no pueden bajo ningún concepto transmutarse el uno en el otro. Es frecuente que deportistas que dejan de entrenar pierdan masa muscular. Si mantienen su ingesta de calorías ahora que su gasto es menor (hacen menos ejercicio y su metabolismo basal ha disminuido al perder músculo) es posible que ganen grasa. Pero en ningún caso se puede transformar el músculo en grasa, ni a la inversa.
TODOS LOS DEPORTISTAS TENEMOS QUE TOMAR SUPLEMENTOS VITAMÍNICOS
Las vitaminas son fundamentales para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo y no pueden ser sintetizadas por el organismo, así que deben ser ingeridas con la dieta. Debido a su importancia para la salud y el rendimiento y ensalzada por la publicidad, muchas personas –deportistas y no deportistas– toman grandes dosis de vitaminas sin prescripción médica.
Se trata de un error porque una dieta variada, rica en frutas, verduras y hortalizas, aporta normalmente suficiente cantidad de todas las vitaminas. Algunos deportistas pueden tener deficiencias por el mayor desgaste que el esfuerzo físico produce. Pero no tomes complejos vitamínicos de forma indiscriminada porque un exceso de ciertas vitaminas También puede resultarte perjudicial. Sólo un especialista en medicina debe valorar qué déficit tenÉs y qué producto es el más adecuado.
CUANTO MÁS ENTRENAS, MÁS AVANZAS
¿Hacés tu rutina de siempre pero ya no
mejorás? Esto se debe a que el cuerpo se acostumbra pronto a los tipos de
estímulo y tienes que cambiar para que mejore.
Otra cosa a tener muy en cuenta es el sobreentrenamiento, que consiste en no
darle al organismo el tiempo necesario para que se recupere después de una
sesión y lo asimile. Entonces, entrenamos más y cada vez estamos peor… más
lentos y más cansados. Y si el sobreentrenamiento se prolonga en el tiempo,
lo más probable es que el cuerpo te ponga como “alarma” una lesión,
para que pares.
Este es uno de los motivos por los que siempre se aconseja entrenar bajo la supervisión de un profesional (entrenador) capacitado, quien va a poder “leer” en que fase de tu entrenamiento te encontrás, qué necesitás para mejorar, y qué no.
NO SALGAS A CORRER SIN DESAYUNAR
Si entrenás apenas te levantás, es mejor que dejes el desayuno para después, siempre que tu actividad no se prolongue más de una hora y sea de intensidad moderada. Durante el ejercicio, el cuerpo debe redirigir el flujo sanguíneo desde los músculos del estómago hacia los músculos implicados en el movimiento, por lo que el alimento que tomes no será digerido a tiempo para aportarte energía. Entonces tiene más importancia lo que cenaste la noche anterior.
Debés tomar una cena rica en hidratos de carbono que serán consumidos por la actividad intensa del día siguiente, con algo de proteínas para mantener y reparar los músculos. Eso sí, si el ejercicio que realizás apenas te levantás es de larga duración o muy intenso, no te va a quedar más remedio que levantarte más temprano y darle tiempo a tu cuerpo para digerir el desayuno. Cada persona es distinta, pero no sirve sólo media hora. Tus sensaciones te ayudarán a calcular cuánto tiempo necesitas para digerir.
DUCHATE CON AGUA FRÍA O CALIENTE INMEDIATAMENTE DESPUÉS DE ENTRENAR
Durante el entrenamiento, nuestra temperatura se eleva considerablemente. Cuando te metés en la ducha de agua caliente justo después de terminar, tu cuerpo no pierde calor e incluso puede aumentarlo, por lo que empezarás a transpirar cuando salgas de la ducha.
Por su parte, si el agua está fría, entonces se producirá una vasoconstricción de los vasos de la piel por lo que el calor queda en el interior y seguiremos transpirando después de secarnos.
Entonces, es recomendable realizar una vuelta a la calma antes de ducharnos, que sirva entre otras cosas para disminuir el calor interno de nuestro organismo. Parte de esos minutos los dedicaremos a la elongación. Una vez en la ducha, usá agua templada y aplicá el chorro sobre cuello, muñecas e ingles, pues así ayudarás al cuerpo a disminuir el calor residual.
APENAS LLEGO A META, ME TIRO A DESCANSAR
Durante el ejercicio, la demanda de sangre de los tejidos que se encuentran trabajando es muy alta y aumenta la frecuencia cardiaca y el retorno venoso. Este retorno se consigue gracias a diferentes mecanismos, y uno de los más importantes es el que se conoce como “bomba del músculo esquelético”. Cada contracción muscular presiona las venas e impulsa la sangre de vuelta al corazón, cuando cesa la contracción, la sangre tiende a caer hacia abajo, pero no lo hace gracias a unas válvulas de las venas, hasta que una nueva contracción vuelve a impulsar la sangre hacia arriba.
Una parada espontánea e inmediata del ejercicio, especialmente si te encuentras en un ambiente cálido y húmedo, hace disminuir notablemente este mecanismo de retorno venoso. Esto pasará cuando los requerimientos de sangre de los tejidos que han sido sometidos a un trabajo intenso todavía son altos, de modo que se produce una sobrecarga de los otros sistemas que aseguran el retorno venoso, pudiendo retrasar considerablemente la recuperación.
Entonces, lo mejor tras una actividad aeróbica es disminuir la velocidad progresivamente, para que cuando el mecanismo de bomba músculo-esquelético se pare definitivamente los otros mecanismos de retorno venoso puedan asumir el trabajo sin complicaciones.
En otras palabras, lo que se conoce como “vuelta a la calma”.