Actividad física y las enfermedades
¿Qué es La
Diabetes?
Fibra en la alimentacion
Frutos secos
Los Hidratos de Carbono
Leche en
Polvo
Menopasia y el aumento de peso
El pescado como nutriente
Acidos
Grasos
Acidos Grasos Trans
Ácido Folico
Vitaminas”B”
Vitaminas
Hidrosolubles
Yodo y Efectos sobre el
tiroides
Adolescentes y la importancia
nutritiva
Colesterol
Protinas-Vitaminas-Minerales y Calorias Recomendacione RDA
.
Alimentacion Base para La 3ª Edad
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El Comité de Nutrición
de la (AHA), publicó en el Journal Circulation 2000, una Guía Dietética destinada
a reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular mediante una dieta adecuada
y estilos de vida saludables.
La Guía actual coloca un importante énfasis en una alimentación saludable,
agrupando sus objetivos en cuatro puntos principales:
1- Patrones saludables de alimentación
2- Adecuado peso corporal
3- Perfil deseable de colesterol sanguíneo.
4- Deseable presión arterial
Con el fin de lograr el punto 3 se presentan una serie de
principios generales y específicos.
Principios generales:
LDL COLESTEROL:
En base a la evidencia existente sobre la asociación entre los altos
niveles de colesterol sanguíneo y el riesgo de enfermedad coronaria, la AHA
realiza una serie de recomendaciones dietéticas con el fin de mantener un
adecuado nivel de colesterol en sangre. Los principales componentes de los
alimentos responsables de elevar los niveles de colesterol son los ácidos
grasos saturados, los ácidos grasos trans y en menor medida el colesterol.
Entre los factores dietarios que reducen el colesterol se encuentran los
ácidos grasos poliinsaturados, los monoinsaturados y en menor medida la fibra
soluble y las proteínas de soja. Además, una perdida de peso importante,
puede reducir los niveles de colesterol en algunos individuos.
HDL COLESTEROL:
A pesar de la amplia evidencia existente sobre la relación inversa entre
los niveles de colesterol HDL y el riesgo de enfermedad coronaria; no se ha
demostrado concluyentemente que el incremento de los niveles de colesterol
HDL inducidos a partir de la dieta u otras modificaciones en el estilo de
vida, reducen el riesgo de enfermedad coronaria.
Desde que se comprobó que el incremento de la adiposidad y un estilo de vida
sedentario causan una reducción del colesterol HDL y esto se asocia con un
mayor riesgo coronario; en todos aquellos individuos con bajos niveles de
colesterol HDL se intenta reducir la adiposidad e incrementar la actividad
física.
En algunas personas una dieta baja en grasas y elevada en carbohidratos puede
resultar en una reducción de los niveles de colesterol HDL. La reducción del
colesterol HDL es más marcada en aquellas dietas altas en azúcares simples
que en aquellas en las que los carbohidratos son básicamente complejos.
TRIGLICÉRIDOS:
Los altos niveles de triglicéridos y partículas VLDL en plasma
contribuyen a incrementar el riesgo de enfermedad cardiovascular.
Existe una relación metabólica entre el colesterol HDL y los niveles de
triglicéridos en plasma, ya que muchos de los factores que reducen el
colesterol HDL se encuentran asociados con un incremento de los niveles de
triglicéridos. Los factores de importancia en este punto son el exceso de
peso, el sedentarismo y el alto consumo de hidratos de carbono simples y
refinados, particularmente en una situación de resistencia a la insulina e
intolerancia a la glucosa. También el consumo excesivo de alcohol puede
agravar la hipertrigliceridemia.
En aquellos individuos que presentan bajos niveles de colesterol HDL y
elevados triglicéridos se recomienda un tratamiento de reducción de peso,
incremento de la actividad física y dismunición en el consumo de
carbohidratos simples. En los individuos con severa hipertrigliceridemia
asociada con hiperquilomicronemia, también está indicada la restricción de
las grasas dietarias y un aumento en el consumo de omega 3.
Principios y recomendaciones específicas:
1) Limitar la ingesta de alimentos con alto contenido de ácidos
grasos saturados y ácidos grasos trans
Ácidos grasos saturados:
Los ácidos grasos saturados son los principales determinantes en la dieta
de los niveles de colesterol LDL. La AHA recomienda un consumo de ácidos
grasos saturados <10% del total de energía, este objetivo puede ser
logrado limitando el consumo de ciertos alimentos como los productos lácteos
enteros, carnes grasas, y aceites tropicales como el de coco y palma. De
todas maneras no todos los ácidos grasos saturados actúan de la misma manera,
el esteárico, presenta un menor efecto sobre el incremento del nivel
sanguíneo de colesterol en comparación a los demás.
En los individuos que presentan elevados niveles de colesterol en sangre o
enfermedad cardiovascular, el contenido de ácidos grasos saturados en la
dieta debe ser menor (<7% del total de calorías)
Ácidos grasos trans
Se ha establecido que los ácidos grasos insaturados del tipo trans pueden
incrementar el colesterol LDL y reducir el HDL en plasma. Este tipo de ácidos
grasos se encuentra presente en productos alimenticios que contengan aceites
vegetales parcialmente hidrogenados (ej: galletitas, crackers y algunas
margarinas y otros productos comerciales. También existen altos contenidos de
ácidos grasos trans en los aceites utilizados para freír alimentos en muchos
restaurantes y cadenas de fast food.
La AHA recomienda limitar el consumo de ácidos grasos trans. La inclusión del
contenido de trans en las etiquetas de todos los productos alimenticios,
permitiría a cada persona reducir su consumo actual a no más de un 2-3% del
total de calorías, logrando así que el consumo de ácidos grasos saturados y
trans, no excedan el 10% del total de energía.
2) Limitar el consumo de alimentos ricos en colesterol
El colesterol dietario puede incrementar los niveles de LDL, aunque en
menor medida que las grasas saturadas. Al igual que en el caso de las grasas
saturadas, la respuesta a su consumo varía ampliamente entre las distintas
personas.
Muchos de los alimentos ricos en grasas saturadas son fuente también de
colesterol dietario, por lo tanto al limitar el consumo de los primeros se
reduce también el consumo de colesterol. Aquellos productos ricos en
colesterol y pobres en grasas saturadas como la yema de huevo y los mariscos,
presentan un reducido efecto sobre los niveles de colesterol.
Los datos epidemiológicos sugieren que el incremento en el consumo de
colesterol se encuentra asociado con un mayor riesgo de enfermedad coronaria
independientemente de los niveles de colesterol en sangre.
La AHA recomienda un consumo promedio de colesterol menor a 300 mg/día,
limitando la ingesta de alimentos con alto contenido en grasas animales. La
reducción del consumo a menos de 200 mg/día es recomendada para los
individuos con niveles elevados de LDL en plasma, diabetes y enfermedad
cardiovascular.
3) Aumentar el consumo de granos de cereales, y también de fuentes de
ácidos grasos insaturados como pescados, vegetales, legumbres u frutos secos.
Al limitar el consumo de ácidos grasos saturados y ácidos grasos trans,
se requiere realizar la sustitución con otros nutrientes, generalmente
carbohidratos o grasas insaturadas.
Ciertos tipos de fibra soluble presentes en la avena, el psyllium, pectinas y
goma guar son útiles para reducir el colesterol LDL particularmente en
individuos con hipercolesterolemia. En un meta-análisis reciente se concluye
en que cada gramo en el que se incremente la fibra soluble, el colesterol LDL
disminuiría un promedio de 2,2 mg/dl.
Sin embargo, cuando no existe pérdida de peso acompañada, las dietas altas en
hidratos de carbono (>60% de energía) pueden elevar los triglicéridos y
reducir el colesterol HDL, efecto asociado con un incremento de riesgo
cardiovascular. Este efecto es menor cuando la alimentación es rica en fibras
y los carbohidratos en su mayor medida son complejos; y mayor cuando existe
un alto consumo de monosacáridos (particularmente fructosa) u otros
carbohidratos simples.
Si se opta por sustituír a las grasas saturadas por monoinsaturadas o
poliinsaturadas, no ocurren estos mismos efectos metabólicos, por el
contrario, una dieta enriquecida principalmente con ácidos grasos insaturados
en vez de carbohidratos, representará un beneficio al modular la dislipidemia
aterogénica caracterizada por reducidos valores de HDL, elevados
triglicéridos y partículas LDL.
Por lo tano las dietas elevadas en ácidos grasos insaturados ofrecen una
razonable opción ante las dietas elevadas en carbohidratos, al optimizar el
perfil metabólico en pacientes susceptibles a estos cambios en las
lipoproteínas.
En los últimos tiempos ha crecido la evidencia de que los alimentos ricos en
ácidos grasos omega 3, específicamente los EPA y DHA, confieren un efecto
protector a nivel cardiovascular más allá del ya atribuido sobre el perfil de
lipoproteínas sanguíneas. Los efectos beneficiosos predominantes incluyen una
reducción en la muerte súbita, disminución del riesgo de arritmia, menores
niveles de triglicéridos en plasma, y también un efecto anticoagulante.
De acuerdo a ciertos estudios epidemiológicos, el ácido linoléico, otro
integrante de la familia omega-3, tiene la capacidad de reducir el riesgo de
infarto de miocardio e isquemia cardiaca fatal en mujeres.
Los omega-3 no solo están relacionados con un menor riesgo de enfermedad
cardiovascular, sino que también poseen efectos sobre otras enfermedades como
las inflamatorias y autoinmunes, por lo tanto se recomienda incrementar el
consumo actual. Las fuentes alimentarias de estos ácidos grasos incluyen a
los pescados, especialmente los pescados grasos como el salmón y también
algunas fuentes vegetales como el aceite de semilla de lino, de cánola, de
soja y los frutos secos. Se recomiendan un mínimo de dos porciones de pescado
por semana para lograr los efectos cardioprotectores.
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